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Fandiño vino, vio y venció, en Pachuca (video)

Domingo, 12 Oct 2014    Pachuca, Hgo.    Juan Antonio de Labra | Enviado           
Cortó dos orejas tras una actuación muy convincente
Como reza aquel viejo refrán romano del emperador Julio César, Iván Fandiño veni, vidi, vinci, lo que en cristiano significa "vino, vio y venció", así que el meteórico paso del torero vasco por Pachuca, pues arribó de España por la mañana, "reconoció el terreno" al hacer el paseíllo y, al poco rato, cortó dos orejas tras una actuación muy convincente, salió a hombros y se marchó al aeropuerto para volver a cruzar "el charco". Como si tal cosa.

Esa es la breve y concisa historia de una corrida que tenía su miga, porque Fandiño venía a enfrentar a otro triunfador del año pasado en este ciclo: Arturo Saldívar, que aquí había indultado un bravo toro de Jaral de Peñas y estaba colocado como uno de los mayores atractivos del presente ciclo.

Lo malo fue que en el tendido no había el público que ameritaba esta interesante combinación. ¿Por qué no está yendo la gente a los toros? Ahí está la pregunta, preocupante, incisiva, como un cuchillo amenazante, apoyado en la garganta de la Fiesta. Y lo triste es que, habiendo un cartel don dos toreros triunfadores, el hispano, inclusive de Madrid, con una corrida bien presentada y con varios toros con hechuras para embestir, apenas y se cubrió un tercio del aforo de la "Vicente Segura".

Esa efervescencia taurina que permea en todos los pueblos del estado de Hidalgo, donde se celebran una gran cantidad de festejos al año a plaza llena, donde los toros siguen siendo un espectáculo eminentemente popular, parece que en las plazas monumentales, las de las ciudades más pobladas, se han vuelto en una asignatura muy complicada para cualquier empresa del país.

Al margen de estas consideraciones paralelas, cabe decir que Fandiño mostró su profesionalismo, y echó por tierra aquella teoría de que "los toreros españoles deben llegar con tiempo para acoplarse a la embestida del toro mexicano". En este caso, varios toros era mestizos, y algunos puros de origen Torrestrella (vía Jaral de Peñas), pero el caso es que el buen torero se acopla de inmediato, y "el que es gallo, en cualquier gallinero canta", como decimos por estos lares.

Y eso fue lo que hizo Iván con los tres toros de su lote, siendo la faena al tercero la de mayor reposo y temple, en la que desde el capote se dio cuenta de la clase del toro para torearlo a placer por sedosas verónicas a pies juntos. A partir de entonces, la lidia fue un concierto de ritmo, suavidad en los toques y largueza en los trazos.

En medio del oficio y el sitio que ha adquirido Fandiño a base de esfuerzo y sacrificio, sobrevino el toreo de mano baja y cintura rota, llevando las embestidas del toro muy largo, rematándolas por debajo de la cadera y vaciando por alto en amplios pases de pecho delante de un toro al que le faltó fuerza y fondo, como casi a la totalidad de una corrida muy toreable pero sin la emoción que provoca el toro auténticamente bravo.

La gente recibió con agrado esta actitud del toreo de Orduña, que reventó al de Torreón de Cañas de una estocada soberbia de la que rodó patas arriba sin puntilla, lo que obligó a que se le concedieran los merecidas orejas.

El resultado final de la actuación de Fandiño pudo haber sido más abultada, ya que tanto al toro que abrió plaza, como al quinto, también les hizo faenas entonadas, con más conexión la del primero, al que a base de sitio, consiguió a obligarlo a embestir con más fuelle en un trasteo macizo, recio, un tanto seco, que remató de una buena estocada.

La del quinto fue más acompasada, similar en concepto y cadencia a la del tercero, en la que le dio sus tiempos y sus pausas al de Torreón de Cañas para templar con mucha suavidad cada una de las embestidas hasta que el ejemplar terminó soseando.

A diferencia de Fandiño, Salvídar sorteó un lote más cargado de kilos y cara, desigual en su conjunto, compuesto por un primer toro incómodo, que punteaba el engaño y venía sin fijeza en la tela. El cuarto fue descastado y se rajó muy pronto, y el sexto fue un medio toro con el que quizá pudo haber cortado una oreja si se hubiera decidido antes a sacarle mayor provecho, como sí lo hizo en las últimas tandas en las que se enfibró más para taparle bien la cara y llevarlo sometido, cosa que no era fácil.

Ciertamente, a Arturo se le notó un tanto destemplado y mentalmente embarullado, quizá por la presión que suponía este enfrentamiento; tal vez por la presencia de las cámaras de televisión en la plaza, o simplemente por la desesperación de verse sin material propicio para el triunfo, en en el marco de una tarde de compromiso de la que no sacó en limpio buenas conclusiones.

Ahí quedaron algunos naturales sueltos con el primero, un par de ellos en los que detuvo el tiempo, o esos otros muletazos mandones al sexto, escasos detalles que no terminaron de permitir una radiografía más exacta del momento por el que atraviesa.

Ficha
Pachuca, Hgo.- Plaza de toros "Vicente Segura". Segunda corrida de feria, poco más de un tercio de entrada en tarde nublada con algunas ráfagas de viento y ligera llovizna en el 4o. Seis toros de Torreón de Cañas, bien presentados, de juego desigual. Destacaron los jugados en 3o. y 5o. lugar por su nobleza. Pesos: 515, 520, 530, 525, 500 y 515 kilos. Ivan Fandiño (rosa y oro): Palmas tras leve petición, dos orejas y ovación tras petición. Arturo Saldívar (violeta y oro): Palmas, silencio y ovación tras leve petición. Incidencias: Sobresalió en varas Luis Miguel González.


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