La torera poblana Karla de los Ángeles le cortó una oreja a un estupendo ejemplar de De Haro la tarde de este domingo en la Plaza México, en la tercera novillada del ciclo capitalino, donde dejó momentos de sabrosos muletazos y sentimiento a la mexicana, festejo donde destacó el buen juego del encierro tlaxcalteca, lo que es digno de subrayar.

La actuación de Karla dejó buenas sensaciones entre una afición que, desde que la torera se abrió de capa, estuvo muy cariñosa con ella. Y aunque es verdad que le falta un poco de sitio (pues no lidia con gran regularidad y ésta apenas fue su tercera tarde del presente año), torea muy sabroso e impregna de sentimiento todo lo que hace en el ruedo.

Vamos, interpreta el toreo muy a la mexicana, con trazo largo y variedad. Con torería inició su faena doblándose con el novillo, para luego correr la mano por derecha en muletazos templados y ligados, aprovechando el recorrido y la nobleza del estupendo cárdeno, y luchando contra el viento que le molestó

También al natural pudo dejar su huella, y aunque en ocasiones se vio comprometida y hubo altibajos, supo resolver con gracia y torería. Labor interesante la de Karla, a quien debemos analizarla en su justa dimensión y como la novillera que todavía es, resaltando que tuvo momentos de muy buen sabor

En este sentido, la oreja fue merecida tras liquidar de una estocada recibiendo un tanto caída, y así lo entendió el público, que solicitó mayoritariamente el trofeo. El ejemplar fue muy ovacionado en el arrastre y quizá era merecedor del lento, pues tuvo virtudes.

Su segundo tuvo una bravura seca y exigía mucha precisión en toques y distancias. Karla se plantó con valor, aunque por momentos se vio en peligro e incluso sufrió una fea voltereta. Al final, el público le reconoció el esfuerzo con una sincera ovación desde el tercio.

Miguel de Pablo, que pronto se convertirá en matador de toros, enfrentó en primer término a un novillo noble y obediente, aunque no sobrado de fuerza y al que le faltó un punto de transmisión. El español anduvo bien de capote y con la muleta estructuró un trasteo académico pero algo frío, y quizá resintió un poco las embestidas del toro de estas tierras pues, aunque ya había toreado aquí, éste es su segundo festejo del año en México.

Su segundo también se dejó “meter mano”, aunque de nueva cuenta no transmitía demasiado a los tendidos y tendía a ser deslucidito. De Pablo, que cuajó unas muy aplaudidas zapopinas, entendió que el novillo se desplazaba mejor por el pitón izquierdo y en este perfil endilgó bellos naturales, que, a la postre, constituyeron uno de los elementos más destacados de un trasteo que no terminó por coger vuelo.

A Miguel, a quien el viento le incomodó en sus dos enemigos, se le ve con técnica bien aprendida, sin pasar mayores fátigas delante de los pitones. Así debe ser, pues se doctora el 1 de septiembre en Colmenar Viejo, Madrid, de manos de Miguel Abellán.

Sergio Garza dejó escapar una buena oportunidad y pasó sin pena ni gloria. Su primero fue un  buen novillo, pues tuvo nobleza, fijeza y duración, y aunque el norteño se asentó por algunos momentos para correr bien la mano, terminó atropellado y sin dar la distancia adecuada entre pase y pase al de De Haro, que a la postre recibió arrastre lento cuando quizá lo merecía más el segundo de la tarde. Eso sí, el esfuerzo quedó patente, pero es muy difícil poder destacar con lo poco toreado que llegó a este coso.

El sexto de la función taurina terminó desarrollando sentido y el torero llegó a ser volteado. No era fácil el de De Haro, pero tenía su lidia con mucho que toreársele y el norteño anduvo con dudas, de tal suerte que el tema no cobró alturas y se retiró a la barrera solamente entre algunas palmas de aliento dado el tesón que desplegó.