Ruedo: Fiesta en pañales, toro con puñales
Miércoles, 21 May 2014
México, D.F.
Heriberto Murrieta | Opinión
Parecía una pega cualquiera pero el toro “San Isidro Labrador” de la ganadería de Rancho Seco, que había rejoneado el caballista Emiliano Gamero, le dio la cornada mortal a Eduardo del Villar en la plaza campechana de Seybaplaya.
Un toro de rejones lleva las astas aserradas y cuando hiere, el orificio de entrada de la cornada llega a ser muy grande. El toro causó destrozos en órganos vitales. En la imagen que por intercesión de Juan Álvarez nos facilitó Roberto Tapia, se observa cómo Eduardo se derrumba repentinamente. Una fotografía del portal coneltoro.com muestra al joven forcado con la mirada perdida, luchando por su vida, instantes después del percance.
Durante nuestra investigación periodística de la tragedia, por lo menos cinco fuentes dignas de crédito nos dicen que la ambulancia tardó en llegar y que no había dentro de ella personal ni equipo médico, únicamente el chofer de la unidad. Una ambulancia sin personal ni equipo médico es un carromato absurdo. Si a eso agregamos que los accesos y las salidas de la plaza estaban bloqueados, llegamos a la conclusión de que la atención médica fue tardía. Sus compañeros le iban dando respiración de boca a boca en la ambulancia y Eduardo llegó vivo al Hospital General de Especialidades Javier Buenfil Osorio de la ciudad de Campeche, donde falleció.
Estas carencias y mala organización demuestran que nuestra Fiesta sigue en pañales y que increíblemente se dan festejos sin el servicio médico elemental. Cuesta trabajo entender que Emiliano Gamero y Federico Pizarro hayan aceptado torear en Seybaplaya bajo esas condiciones.
Eduardo tenía 27 años de edad. Aunque se llamaban cariñosamente hermanos, en realidad Eduardo era sobrino de nuestro querido amigo Gerardo del Villar. "Edu" era hijo de Alejandra, hermana de Gerardo, fallecida en un accidente hace algunos años.
En 1995, Eduardo le quitó la chaquetilla a su tío y tomó la estafeta como forcado. Bragados y entrones éstos Del Villar. Debutó pegando toros en Santa Clara, Estado de México, el 12 de octubre de 2005. Su última pega en la Plaza México fue el 14 de julio del año pasado a un novillo de la ganadería de Marco Garfias.
La noche del lunes, durante el velorio en el rancho familiar de Huapalcalco (Tulancingo), un gentío se arremolinó para despedir al guerrero caído haciendo lo que más disfrutaba en la vida. Nos platican que hubo lágrimas y aplausos cuando terminó de proyectarse en Canal Once el sacudidor tráiler del documental que Juan Prieto está realizando sobre forcados. En el avance, las palabras de Eduardo suenan a premonición de lo que le iba a suceder. Un abrazo muy cariñoso a toda la familia Del Villar Cervantes.
Robo a Joselito
Con entrega absoluta, Joselito Adame le hizo una faena con mucho mérito al sobrero de Torrealta, la semana pasada en Madrid. La estocada fue entera, en todo lo alto. Había ganado a ley un trofeo. La petición fue mayoritaria y cuando la mesa estaba puesta para la concesión de una merecida oreja, el juez Justo (más bien injusto) Polo Ramos, por sus pistolas, la negó. Un auténtico robo. Qué poco criterio. Bien pudo presentar Joselito una denuncia en la Comisaría de Ventas.
Durante aquellos momentos en que los pañuelos blanqueaban la plaza de Las Ventas, la televisión le echó encima un close-up al torero de Aguascalientes. Alcanzamos a leer sus labios, mascullando una grosería, pero en todo momento su actitud fue la correcta: nada de mendigar el premio o abrir los brazos suplicantes, nada de berrinches ni pataletas. Salió al tercio, saludó respetuosamente a la prepotente autoridad y emprendió una vuelta al ruedo con fuerza, entre aclamaciones. Esa actuación le valió tomar la sustitución de Miguel Abellán, dos días después.
En esta segunda actuación, mucho mérito tuvo plantarle cara a un toro áspero en medio de un viento inclemente. Hasta se pasó temerariamente la muleta a la izquierda. Vamos a ver si logra tocar pelo el día 30.
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