Aunque la actuación de Joselito Adame del día de hoy en Madrid no tuvo el mismo impacto que la reciente tarde del 14 de mayo, no cabe duda de que el espada mexicano mantiene una grata relación con la afición venteña y cada vez se le nota más centrado y maduro, además de serio, cuando pisa el redondel de esta plaza.
Y si hoy sus dos faenas no alcanzaron las cuotas de emoción de la otra vez, fue porque los toros de su lote lo impidieron, más aun en un escenario donde es muy importante que el toro se mueva con fuelle y transmisión para conectar con la gente.
Porque en el papel pintaba mejor la cosa con el ganado de Jandilla y Vegahermosa, el hierro filial, pero al final ninguno de los toros rompió a embestir de verdad, salvo el quinto, que tuvo un comportamiento un tanto engañoso y con el que Iván Fandiño rozó el triunfo.
No obstante, Joselito ahí estuvo, en la línea de fuego, con carácter y ambición ante las escasas posibilidades de lucimiento de un primer toro, un ejemplar que se venía por dentro y arrollaba, y otro –un mulo construido cuesta arriba, con un morrillo más parecido a la jiba de un cebú– que se defendió y desarrolló genio.
Así es muy difícil que fluya el toreo, de tal forma que lo único que resultó fue la entrega de los toreros del cartel –incluido El Fandi, que era el primer espada–, en una tarde ágil y breve que no alcanzó a calentar el ambiente de un público que estuvo receptivo con la actitud de los tres toreros.
Las dos faenas de mejor acabado fueron las del tercero y el quinto, una a cargo de Joselito y otra realizada por Fandiño, que mantuvieron un buen nivel de entrega y distintos matices dignos de aplaudir.
La del torero de Aguascalientes fue un tanto intermitente, y vivió sus mejores momentos hacia el final, cuando, debajo del tendido del 5, tratando de evitar los embates del viento, Adame trató de emplearse a fondo y aguantó miradas y tarascadas, hecho que el público agradeció. Una estocada de buena ejecución fue el digno remate a una obra en la que se puso de manifiesto esas ganas que tiene por seguir avanzando hacia la cumbre del toreo.
Por su parte, Fandiño no desaprovechó la condición del quinto, que se movía, aunque sin clase, y estuvo muy firme, decidido y valiente con él, en un trasteo muy bien estructurado que fue de menos a más y acabó convenciendo a todo mundo.
El torero de Orduña alargó el trazo por ambos pitones, siempre con las zapatillas muy asentadas, imponiendo su ley a un toro que pasaba sin emplearse, pero con una agradecida movilidad que le facilitó dar series de buen acabado que acabaron entusiasmando a un público que deseaba verlo salir a hombros por segunda vez en su carrera.
El pinchazo que antecedió a la estocada, y la larga agonía del toro, enfrió los ánimos y se esfumó la posibilidad de cortar una oreja que le hubiese permitido mantener esa estela triunfal que vivió aquí hace algunos días, delante de la encastada corrida de Parladé.
Y si en esos toros estuvieron esforzados Adame y Fandiño, también pasó otro tanto en los corridos en segundo y sexto lugar, hasta que la falta de bravura de los ejemplares andaluces dio al traste con las buenas intención de ambos.
El Fandi lució en banderillas, fiel a su costumbre, y clavó los palos en distintos terrenos con una facilidad pasmosa. Luego, con los dos toros que le tocaron en suerte, trató de hilvanar muletazos limpios, pero no hubo forma de hacer levantar el vuelo de las faenas porque los dos toros estaban huecos por dentro.
Al término de la corrida, que duró tan sólo 2 horas y cinco minutos, la gente se quedó como a la espera de algo más; ese algo más que se echa de menos cuando los toros no aportan emoción a la lidia.
Así concluyó esta corrida de la Feria de San Isidro, la víspera de que se celebre el primero festejo de rejones previsto para este sábado, en el que actuarán Diego Ventura, Leonardo Hernández y Andrés Romero, que confirma alternativa, un breve paréntesis antes de dar continuidad a una semana en la que vendrán a torear varias figuras como Morante, El Juli, Alejandro Talavante y Miguel Ángel Perera.