Con un par de faenas de muchos quilates, el tapatío Oliver Godoy está listo para cumplir con las esperanzas que había despertado en la afición de Guadalajara. Hoy le vimos renovado en su afición. Con valor sereno y hasta un tanto oculto para los no iniciados. Si bien, la faena al primero de su lote tuvo lucimiento, la que realizó con el cierra plaza permitió que se ganara el respeto de los aficionados entendidos.
Su primero, como el resto del encierro, tuvieron comportamiento de lo que aparentaban: toros cinqueños… que no es poca cosa. Oliver Godoy lo recibió con un capote de brega terso, templado, eficaz y poderoso. No estaba el horno para bollos. No faltaron un par de lances con su respectiva media verónica. Ya con la franela, primero se hizo del toro con pases por alto que, como un toque de filigrana remató con el martinete en el centro del ruedo.
Oliver hacía que parecieran fácil los toques de forma suave con la muleta a un toro de la catadura de su enemigo. Le bajó fuerte la mano para someterlo, y por el temple, no lo dejaba que se frenara. Con esa base estructural le cuajó series por ambas manos que, claro, no estuvieron exentas de riesgo, como en una colada pavorosa cuando llevaba al de Rancho Seco con la mano de cobrar. Concluyó su faena a ritmo de cámara lenta con naturales con la derecha. Vino el pinchazo, el ¡ahhh! de decepción y un espadazo hasta la bola que derrumbó a su enemigo para escuchar una efusiva ovación en el tercio.
Vino, para mí gusto, la que tuvo más fondo aún. Claro, la faena de su primero gustó en verdad. Pero la solidez de lo que hizo con "Ventanero", un cárdeno nevado, montado y delantero de pitones que cerró su lote, se cosió aparte. Imagine el cuadro: toro con edad, cuajo, pitacos montados y delanteros. Tardo –muy– en su embestida y que, además, cuando se decidía acometer a la sarga, lo hacía muy despacio.
En múltiples ocasiones intentó frenarse… el tapatío no se lo permitió. Ya se le había colado de manera pavorosa en el quite por gaoneras. Mas, Oliver no le permitió que se colara más, debido a la cercanía con los pitones y al sometimiento de su muleta. Importante en verdad lo que el torero de Jalisco realizó esta tarde. Bueno… pinchazo hondo, intentos con la corta que el toro arrebató de las manos del torero para enviarla hasta la tercera fila de barrera de sombra. Un aviso y silencio.
Para el otro tapatío, Pepe Murillo, hijo, quien tuvo una actuación de mucha entrega, lo malo fue que su lote era a contra estilo. Su primero, un pavo en toda la extensión de la palabra, aunque espectacular de pelaje (cárdeno muy claro), largo y cornipaso de pitones, se paró pronto al capote de Murillo que había labrado lances templados. Tumbó espectacularmente al piquero de turno hasta en dos ocasiones. En palos, se dedicó a esperar a los rehileteros, aunque Gustavo Campos le aguantó horrores para cuajarle un par muy ovacionado.
Así que la faena de muleta, no pudo ser más que intermitente, a pesar del empeño de Murillo. Una media en buen sitio que no bastó. Luego se amorcilló y a escuchar la tercia de bocinazos. El toro fue apuntillado en el ruedo… enseguida echaron los cabestros. Que yo sepa, el asunto es al revés: primero los cabestros y, si el toro por lo mal herido, ya no sigue a los bueyes, ah, entonces se descabella al inválido en el ruedo. En fin.
La fe del tapatío se centró en el segundo de su lote, Dormilón de nombre. Un negro bragado corrido, lucero y delantero de cuerna. Voluntad del espada con el capote. Lo mejor de esta faena, incluso de la tarde fue un quitazo por gaoneras. Vamos, que los pitones dejaron marcas en la taleguilla de Pepe y un remate por revolera como "pa’ cartel". La gran, y merecida ovación de la tarde. El mejor pasaje de la faena fue cuando Murillo acortó la distancia, le atrasó la muleta y aguantó a pie firme. Tres cuartos rinconera y división de opiniones.
Y vino uno de regalo, que más pareció de castigo. De castigo a un torero que puso toda su voluntad en agradar al público de Guadalajara. Todo iba acomodándose "requetebién". "Giraldo" no tenía mucha romana: 475 hg y sin estridencias por delante; incluso escuché algunas inconformidades discretonas por la presencia del toro. Verónicas voluntariosas y el aguante de una colada de miedo. Acudió con espectacularidad al peto de Rodolfo Villalobos que cuajó la suerte con mucha categoría.
Ya en el tercio de banderillas, se lucieron Gustavo Campos y el aspirante César Casanueva; sobretodo Campos, que se asomó al balcón en un soberbio par al sesgo. La primera serie de naturales con la derecha fue, digamos, de poder a poder. Al toro con mucha fuerza, el joven espada lo sometió toreando al bajarle la mano en serio. Hasta este momento, todo bien, pero, pero, cuando la cosa era, por supuesto, en serio, pues nada, que el toro cantó la gallina en Si, en La y hasta en Fu Remol. A perseguirlo por todo el ruedo. Un buen muletazo aquí, otro mejor allá, un desplante en el tercio de tablas y así, así nadie puede lucir. Los chuflas de siempre pitaron, pero ya nadie les hacemos caso. Entera atrás que bastó y punto.
Tarde aciaga para Ricardo Rivera fue la de hoy. El primero de su lote llegó sobradísimo de fuerza, y encima, se fue "pa’ arriba y pa’ arriba". El colombiano, a fe buena que trató de pararle, pero ante la ira de Dios envuelta en cuero, ni Dios Padre. De hecho interpretó pasajes muy toreros, como los estatuarios al inicio de la faena de muleta, bien rematados con uno de pecho soberbio. Vamos, que logró entendimiento con la mano zurda, pero ante un toro que, sí tuvo fijeza, también le sobró codicia y fuerza. Mal con los aceros para escuchar un par de bocinazos.
Con el segundo de su lote, tanto se empeñó que terminó por lesionarse un hombro. Llevaba Ricardo la faena por buen camino. Para centrarse llevó al toro con pases por alto hasta los medios. Series de mucha voluntad por ambos lados, pero no acaba de someter a "Peluquín", que se ha ido –también– para arriba, igual que su primero. Faena larga en la que Rivera hizo un gran esfuerzo. Como se sale de la suerte, el colombiano tuvo que escuchar otro par de avisos.
El próximo domingo, 3 de noviembre, 4.30 pm, seis de El Junco para el tapatío, Alfredo Ríos “El Conde”, el jerezano Juan José Padilla y Fermín Spínola.
Guadalajara, Jal.- Plaza "Nuevo Progreso". Segunda corrida de la temporada. Un tercio de entrada en tarde agradable. Siete toros de Rancho Seco, bien presentados y de juego variado Pesos: 525, 520, 485, 525, 480 y 500 kilos. Ricardo Rivera (burdeos y oro): Silencio tras dos avisos en su lote. Pepe Murillo (azul y oro): Silencio tras tres avisos, silencio tras dos avisos y palmas en el de regalo. Oliver Godoy (berenjena y azabache): Ovación y silencio tras aviso. Incidencias: Incidencias: Destacaron los piqueros, Martín Carrillo y Rodolfo Villalobos. Gustavo Campos fue ovacionado, igual que el aspirante César Casanueva. Al concluir el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en recuerdo del matador veracruzano, Ricardo López “El Cade”, quien fuera victimado por unos asaltantes en ésta ciudad. También se le rindió un sentido homenaje al Dr. Víctor González Camarena, por sus veinte años al frente del Servicio Médico de Plaza. Le entregaron reconocimientos, el matador Paco Dóddoli, a nombre de la Asociación de Matadores, el Lic. Alfredo Sahagún, a nombre de su empresa. Asimismo, recibió un reconocimiento de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros. El Lic. Julio Acero, a nombre del Servicio Interior de Plaza (monosabios) le entregó una placa y otra más, la Peña Taurina “La Solera”.