La última comparecencia del año de un torero mexicano en Las Ventas de Madrid se saldó con una entonada actuación de Sergio Flores, que dejó constancia de su entrega y madurez, durante una tarde complicada debido al pobre juego que ofrecieron los dos toros de su lote.

Y al igual que sus compañeros de cartel, el matador tlaxcalteca echó mano de valor y recursos para solventar una difícil papeleta, que por momentos no fue reconocida a cabalidad por el público que acudió al coso de la calle de Alcalá, que se mostró un tanto indiferente.

Porque nadie negará que Sergio salió a justificarse, y todo cuando hizo lo realizó mentalizado para dar su mejor esfuerzo. Sin embargo, la falta de fuelle de su primer toro le impidió redondear una faena en la que trató de conducir las embestidas por buen camino e imprimirles ritmo, con la finalidad de que el ejemplar de José Luis Pereda se centrar en la tela.

Aquellos intentos, traducidos en muletazos recios, con temple, y algunos de ellos rematados toreramente por debajo de la pala del pitón, fueron los mejores de una labor enjundiosa y meritoria que no tuvo recompensa cuando despachó al toro de una estocada entera, y desprendida, al primer viaje.

En el sexto se fue a los medios a brindar, motivado quizá porque el toro se había movido en banderillas, aunque de cualquier manera. Y esa buena actitud de Sergio se estrelló con un toro deslucido que acudía sin celo o transmisión a su muleta.

Buscó el torero tlaxcalteca redondear las series y darles buen acabado, lo que consiguió en algunos pasajes de otra faena estructurada y seria que no terminó de calar en el tendido debido a la sosería del toro.

Luis Bolívar no acabó de centrarse con las nobles embestidas del toreo que abrió plaza, el más potable de todos cuantos aparecieron por toriles. Los toques un tanto violentos no le iban bien al de La Dehesilla, que tenía cierta flojedad pero buena actitud para seguir la muleta. El colombiano dejó constancia de su entrega en una faena que tuvo altibajos.

En el cuarto, un zambombo de 570 kilos, perteneciente al hierro de Hermanos Sánchez Herrero, se afanó en enmendar la plana y por momentos consiguió el cometido. Aunque a veces atacó demasiado al toro, que tenía un buen embroque cuando metía la cara, no remataba la embestida con calidad.

No obstante, el volumen y la fuerza que tenían aportaron emoción a los muletazos del caleño, que ejecuto algunos redondos macizos, con temple, y otros adornos que le resultaron vistosos, como esos recreados pases de pecho, largos y toreros. Ahora sí consiguió dar muerte al toro en el primer encuentro y saludó una ovación en el tercio.

Paco Ureña sorteó el lote más desabrido de los tres de hoy, y estuvo igualmente decidido y valiente delante de dos toros de poca condición. El primero se paró demasiado. En ambos casos, el de Lorca mostró un buen concepto del toreo en el que la planta quieta y la sobriedad fueron el denominador común en una corrida de la que tampoco pudo sacar mayor provecho para seguir avanzando en esta difícil profesión.

Con El Pana y El Payo como espectadores de esta Corrida de la Hispanidad culminó esta participación azteca el año 2013, y la esperanza de que los buenos triunfos de Joselito Adame, Arturo Saldívar y Diego Silveti en meses pasados, sigan motivando a la empres a programar a los nuestros en este escenario, donde se tienen ganado el respeto y la admiración del público madrileño gracias al a profesionalidad y reciedumbre con la que han venido a dar la cara en Las Ventas.