En la carrera taurina de los toreros existen plazas que las hacen “suyas”, ya sea porque se identifican muy bien con ese público o porque en realidad sus triunfos son frecuentes. En el caso del aguascalentense Arturo Macías se dan los dos casos. No es la primera ocasión que el torero del copete rebelde se alza con el triunfo en la Monumental Monterrey, donde este domingo volvió a salir en volandas de los aficionados luego de cortar tres orejas.

Macías ha venido a darle un aire fresco a la fiesta y hoy, al ponerse en marcha la octava edición del llamado Serial Taurino Internacional Monterrey 2008, el que solo consta de tres corridas dominicales, la afición se volcó con el torero que ya es considerado prácticamente como un ídolo en esta plaza.

Con él alternaron Antonio Barrera y el de Monterrey, Juan Antonio Adame, quienes pusieron todo de su parte para que el festejo resultara interesante para los aproximadamente 3 mil espectadores que asistieron a la plaza

Macías, como señalábamos al principio, posee el carisma y personalidad en el ruedo, además de que sus dotes como lidiador le hacen merecedor de mantener un estrecho contacto con la afición, ávida en estos tiempos de apegarse a una nueva generación de toreros.

Un toreo variado de capa, cuyo saludo en sus primeros lances lo inicia generalmente pegado a tablas con unas largas a veces muy comprometidas, flecha de inmediato el interés de los aficionados, que sabe esperarle en el tercio final, pues nunca se sabe hasta donde llegará su suerte.

En Monterrey se le han visto tardes de indulto y de orejas y rabo, así que la de hoy no era para menos. Ante su primer astado, soso y descastado, Arturo Macías le sacó partido por ambas manos en una faena aseada y templada, y que no hizo dudar al biombo para otorgarle su primera oreja.

Con inteligencia, se montó encima del sexto de la tarde, un toro que no daba muchas posibilidades de triunfo, pero supo poner el azafrán al arroz en el momento justo, con los desplantes dando la espalda, para que la plaza rompiera y a partir de ahí se fundiera en uno solo, toro, torero y afición.

Mató pronto y como era de esperarse, las dos orejas le fueron entregadas para completar su tercera tarde de triunfo ante los regiomontanos. Antonio Barrera sigue dando de qué hablar. Le tocó en suerte un par de toros, bueno el primero y muy malo su segundo, en el que lo mismo cuajó la faena con cadencia y temple al que abrió plaza, como igual sacó a relucir sus credenciales con el cuarto del festejo, complicado, que lo puso a prueba.

Es Barrera un torero interesante, no cabe duda. Y quizá su repetida inclusión en estos seriales tenga mucho que ver que está colocado con la empresa, teniendo un puesto seguro cada año, no deja de sorprendernos que sus triunfos constantes en esta plaza, en ocasiones derramando la sangre en el ruedo, justifican por demás su presencia.

Otro que  ha demostrado una vez mas sus adelantos y su madurez a pesar de su juventud,  es el regiomontano Juan Antonio Adame, a quien inexplicablemente no se le concedió la oreja de su primero al que toreo con sobrada calidad de por medio.

Es por ese acicate que con el quinto del festejo salió dispuesto a todo. Sin embargo el toro no era bueno y le hizo ver su suerte en un momento de apremio cuando a punto estuvo de cogerlo del muslo izquierdo. Sin mirarse la ropa, Adame siguió toreando por derechazos, mas bien arrancados, hasta que de una estocada al volapié le arrancó la merecida oreja que evitó que se fuera en blanco.