El sábado pasado en León, se indultaron dos toros de Fernando de la Mora. La plaza se llenó hasta las banderas para ver un cartel de cuatro toreros mexicanos, se vivía un gran ambiente y el público salió feliz. Todo eso está muy bien.
Pero es importante que esos cuatro jóvenes espadas que nos han hecho albergar grandes esperanzas, de los que nos sentimos muy orgullosos, se responsabilicen del importante papel que ahora juegan, tomen en serio nuestra Fiesta y la respeten como respetan a la española, lidiando animales bien presentados en los ruedos mexicanos. Esa novillada de Fernando de la Mora podría entenderse en un pueblo, pero no en un escenario importante como León. Si El Payo, Saldívar, Sánchez y Silveti enfrentan reses adultas en Europa, ¿por qué no lo hacen aquí también?
Después de ver a Arturo Saldívar jugarse la vida heroicamente con toros auténticos en distintas plazas españolas, avergüenza verlo lidiar a un torillo con unos "platanitos" así de pequeños y caídos. Lo mismo podemos decir de Diego, quien indultó al otro ejemplar: es con verdaderos toros como su tauromaquia, tan artística y emocionante, cobrará una mayor trascendencia. Y qué poco se exige don Fernando, exponiendo su prestigio con un encierro tan joven.
Pinceladas de Morante
Las pinceladas de Morante fueron emoción fugaz, anoche en la Plaza México. No lo vio claro el sevillano con el segundo de la función, pero una media verónica y los largos y hondos muletazos al quinto valieron el boleto.
Zotoluco toreó con maestría al primero de San Isidro, un toro con clase y nobleza, mientras que El Payo tardó en encontrarle la distancia al último del hierro de Barralva. Una vez que lo hizo, logró dar dimensión a su toreo. En el tramo final de la faena expuso de verdad, si consideramos la bravura y la seriedad del toro. Pero como en otras ocasiones, perdió las orejas por pinchar. ¡Con esos alternantes y en una fecha tan señalada, no se puede dejar escapar el triunfo grande!
Padilla da espectáculo
Su estilo heterodoxo puede gustar o no, pero es innegable que Juan José Padilla da espectáculo. Así quedó demostrado el domingo pasado en la Plaza México, donde conquistó al público con discutibles procedimientos de rápida conexión y fuerte impacto.
Tiene mérito cubrir el segundo tercio tras perder un ojo poniendo banderillas. Tiene mérito ponerse delante de un toro con el campo visual reducido y el sentido de la distancia y la profundidad afectados.
Luego llegan otras consideraciones estéticas y estilísticas en las cuales será difícil ponerse de acuerdo. Ciertamente Padilla procura el tremendismo, los alardes, los desplantes, siempre impulsado por una entrega total. Es un torero macho con una tauromaquia impregnada de reciedumbre y bastedad.
Todo un personaje que está en todo: en la devolución del saludo efusivo a sus admiradores cuando se coloca en el ruedo durante la lidia de toros ajenos, en el beso a la arena, en hacer suya la bandera pirata, en el apapacho al caballo de pica, en el abrazo al monosabio que lo asiste, en portar el sarape veteado de Saltillo…
Hay en él una capacidad histriónica bien desarrollada. Lleva gente a las plazas y convence a las mayorías. En este sentido, es una mina de oro para los empresarios y un atractivo desde el punto de vista comercial.
Potencial
Las actuaciones de Fermín Rivera ganan cada tarde en solidez. Centrado y sereno, inteligente y cerebral en la cara del toro, tiene todavía mucho qué desarrollar.
De momento no ve posibilidades de ir a prepararse en España, pero sería importante no descartarlo con la idea de apuntalar su sobria y competente tauromaquia.
Presión
Arturo Macías sintió por primera vez la crudeza de la hostilidad. No debe sorprendernos que el público de La México, muy dado a encumbrar y alentar incondicionalmente a un diestro, luego le pase factura sin miramientos.
Todo comenzó cuando no llegó la faena grande con el primero de su lote, bravo y codicioso de la ganadería de San José, que a decir del popular Cejas, que es quien se puso delante, a los veinte muletazos dejó de embestir.
Hermoso, en Los Azulejos
Dentro de su abultada agenda, Pablo Hermoso de Mendoza se presentará el 16 de marzo a las 12:30 horas en la plaza Conchita Cintrón del centro caballar Los Azulejos de Atizapán, Estado de México.
Hasta el momento, el único caballista programado para actuar a su lado es Gastón Santos, faltando dos más por definir. Los toros serán de la ganadería de Cuco Peña. Seguramente habrá un lleno para ver a Hermoso en el bello recinto de Atizapán.
El festejo será a beneficio de la Universidad Autónoma del Estado de México, campus Valle de México.