Arturo Macías no da cuartel y hoy en León demostró que sigue intacta su mentalidad triunfadora, en una tarde en la que la suerte lo favoreció con el mejor lote del descastado encierro de Bernaldo de Quirós, siendo la lidia del sexto la más importante de la tare y que desembocó en el corte de un rabo a cargo del hidrocálido.
Macías es el primero en asimilar que hoy debe luchar tarde tras tarde y es que de aflojar un poco los jóvenes pueden bajarlo del carro. Con el primero de su lote echó las rodillas a la arena para ejecutar dos ajustadas largas, su labor con el percal concluyó con un ajustado quite caracterizado por el eclecticismo.
Clavando las zapatillas en la arena esperó la embestida del astado ejecutando una serie de cambiados por la espalda que fueron preámbulo de una faena vibrante en la que, el de Aguascalientes enseñó ese carisma que posee y los recursos con los que cuenta. La gente lo aclamó con gritos de" ¡torero, torero"! Lamentablemente, se puso pesado con el acero y se concretó a rescatar una ovación en el tercio.
Pero con el sexto repitió color y sacó casta para levantar la tarde con un triunfo. Salió literalmente como un perro de presa desde los primeros y ajustados lances de recibo, pasand por un increíble quite por saltilleras, suertes que antecedieron una faena espectacular.
Tal y como empezara su primer trasteo, Macías aprovechó a cada instante la potabilidad del colorado, construyendo una faena variada, valiente y con mucha inventiva, pero además en la que también destacaron tandas llenas de toreo clásico. En este sentido, hoy más que nunca se puede apreciar los consejos del maestro Fermín Espinosa, su apoderado.
La faena tuvo varios pasajes, constituyéndose como uno de los más interesantes, el que se escenificó justo en el terreno de tablas, hasta donde se refugió el astado y hasta donde el carismático diestro fue para temerariamente pasarse los pitones a centímetros, incluso en una estampa temeraria, se dejó acariciar el pecho. Con esa muestra de valentía se fue tras el acero con una enorme decisión, paseando con ello los máximos trofeos.
Seguramente gran parte de la afición del bajío conoce al diestro Sebastián Castella y es que el francés ha sido ganador del prestigiado premio de San Sebastián durante los años de 2009 y 2010. Por ello y si bien no ha tenido materia prima a modo, el espigado torero dejó constancia de su profesionalismo.
En lo que supuso la reaparición, y después de aquel percance en Sudamérica, que por cierto le provocó la cancelación del compromiso en Moroleón, Castella trató de agradar, lamentablemente las nulas condiciones de su primero le limitaron sólo a escuchar una ovación.
El quinto toro de la tarde fue un verdadero galimatías, de esos toros que tienen un peligro que difícilmente se puede apreciar desde los tendidos, no obstante a ello, el europeo sacó a flote toda su experiencia y logró imponerse a su enemigo. Después de una certera estocada el juez le otorgó la oreja, misma que fue protestada con fuerza, por lo que de manera profesional el de Beziers se tapó y no dio la vuelta al ruedo.
Desgraciadamente, Zotoluco pechó con un lote infumable, compuesto por dos toros que tuvieron sosería y falta de fuerza. Por momentos, el experimentado diestro no cayó en la desesperación y logró arrancar series que trascendieron a los tendidos pero la falta de bravura de sus toros no sirvió para terminar de redondear ambos trasteos.
Durante la lidia de su segundo enemigo el torero de Azcapotzalco trató de reverdecer viejos laureles, y es que es justo decir que si el francés ganó el premio durante dos años, Eulalio López tiene cinco en sus vitrinas, aquellos que cosechó entre el 2004 y 2008. Lamentablemente, hoy no pudo lucir; no obstante, quedó claro su pundonor y fue despedido con palmas.