Fermín Rivera, un nombre revestido de categoría que resuena desde hace por lo menos 75 años en el mundo de los toros. El nuevo Fermín Rivera, nieto del maestro potosino, confeccionó una obra sensacional el domingo pasado en la Plaza México.
Una pieza maciza, con austeridad y toreo del bueno, desterrando las vueltecitas de moda y la chabacanería que "acorrienta" las faenas. Toreo académico, serio, clásico, sin afectaciones ni vulgaridad, sin florituras, minimalista diría, ejecutado con gran pureza, únicamente con los pases fundamentales.
Vertical siempre a pesar de su elevada estatura, el sobrino, nieto, sobrino nieto y primo de toreros tuvo la paciencia para darle su tiempo al feble toro de San Mateo y el valor para aguantar sus lentas y artísticas embestidas. Terminó aprovechando el fondo de calidad del animal. Puso además el sentimiento en los muletazos, ejecutados con limpieza y temple supremo.
Hacia el final del emocionante trasteo, que fue llevando escalonadamente hacia las alturas, Fermín hizo el toreo andando, en perfecta coordinación con las acometidas de su socio, por entonces ya completamente entregado en la muleta del sorprendente diestro tunero.
Hasta hace unas horas, ningún empresario le había llamado para contratarlo. ¡Increíble! Es lo malo de tener un sistema taurino mediocre que cumple con compromisos pero se olvida de fomentar a los auténticos valores a la hora de diseñar los carteles. En un sistema inteligente, Rivera ya tendría que estar siendo fichado para actuar en las principales ferias del año.
Seriedad
La centenaria ganadería de San Mateo reapareció en La México tras siete años de ausencia. Ignacio García Villaseñor y su hijo Marcos García Vivanco presentaron un encierro con presencia, edad y pitones, que resultó enrazado y difícil. Toros musculosos, que no engordados al vapor.
Al igual que el lote de San Marcos jugado el año anterior, los toros sanmateínos pelearon con los montados y aunque no resultaron del todo manejables, reflejaron en buena medida el concepto ganadero de sus criadores.
San Mateo es la última vacada mexicana que ha lidiado en la plaza de Las Ventas de Madrid, allá por 1987. Actuaron el francés Nimeño II, Tomás Campuzano y el mexicano David Silveti, que confirmaba su alternativa.
Lo que viene
Asoman dos cartelazos en la Plaza México. Este domingo retornará la ganadería de Lebrija, que ostenta la marca del toro más pesado en la historia del coso metropolitano, aquel "Perlito" de 663 kilos, lidiado por Hernán Ondarza el jueves 21 de octubre de 1993.
Enseguida, con el mano a mano con Julián Lopez "El Juli" del día 20, Diego Silveti estará completando la tercia de confrontaciones directas con las figuras españolas. Primero fue Enrique Ponce, luego Morante de la Puebla y ahora Julián.
Y para el martes 5 de febrero, a frotarnos las manos: el aniversario de la plaza tendrá un toque artístico insuperable.