Y aunque parezca increíble, aquí estamos empezando el año escribiendo sobre Rodolfo Rodríguez "El Pana", que parecía desahuciado para el toreo y para la vida.
Contra pronóstico, el hombre reaparecerá el próximo domingo en la plaza de Arandas, después de aquella tarde de mayo pasado en Aguascalientes donde se presentó a torear en pésimas condiciones de salud, a tal grado que tuvo que quitarse la casaquilla en plena corrida como hiciera el legendario Juan Silveti "El Meco" a principios del siglo pasado en su retorno a la plaza de Guadalajara, 40 días después de sufrir una gravísima cornada en esa ciudad, que lo puso al borde de la amputación de una pierna. Silveti había recibido una rudimentaria curación con unas simples gasas, según platica el bragado personaje a Parmeno en el amenísimo libro "Lo que confiesan los toreros".
Resulta que en sus repetidos ingresos a las clínicas de rehabilitación (los llamados "anexos"), Rodolfo asaltaba los lockers de sus compañeros para beberse sus lociones sin advertir que éstas contienen fijadores químicos que afectaban silenciosa y gravemente sus vías biliares. "Me daba una roña asquerosa que hacía que me rascara todo el cuerpo hasta sangrar. Luego me ponía jugo de limón sobre la piel y corría por todo el cuarto para que se secara. Fue un sufrimiento atroz", describe el icónico diestro.
El domingo pasado en el programa radiofónico Fórmula Taurina, que hacemos Alejandro Silveti y este locutor, El Brujo de Apizaco relató con detalle su drama: "Los doctores de Aguascalientes revivieron un cadáver. Días después de presentarme en la feria, llegando a Apizaco me sentí desfallecer y tuve una noche de agonía. Por intercesión del gobernador de Tlaxcala Mariano González Zarur, entré al hospital regional". Luego logró ingresar al Hospital de Nutrición en la Ciudad de México, gracias a una casualidad del destino: "Estando yo esperando en un sillón durante días, un chaval de nombre Carlos Consuegra me reconoció y me prometió conseguirme acceso a un cuarto, a cambio de una foto mía autografiada para su abuelo, que es muy aficionado. Me puso contra el burladero, le entregué la fotografía y cumplió lo ofrecido. Horas después me abrieron el hígado en canal. Estuve internado mes y medio. 20 días de ayuno absoluto. Perdí la mitad de mi masa muscular. ¡Llegué a pesar sólo 40 kilos! Cuando semanas más tarde fui al "guapor" (vapor) en Apizaco, me miré en el espejo y se me salieron las lágrimas al ver la piltrafa humana en que me había convertido. Los rapabarbas del pueblo aseguraban que El Pana se había salido del hoyo".
… Y milagrosa recuperación
Hace tres meses, cuando lo dieron de alta, empezó a prepararse. Metido en el campo, ha matado toros a puerta cerrada y ya está banderilleando en el aparato. Estaba en los huesos y ahora se le ve repuesto. Tiene una nueva oportunidad de vivir. Dice que este año toreará las corridas que el cuerpo aguante. Sus compañeros de Alcohólicos Anónimos le advierten que tenga cuidado con lo que le pide a Dios porque el Señor suele concederle sus deseos. Y lo que quiere es un mano a mano con Morante de la Puebla, "Morantinho", como llama al sevillano en tono jocoso. "Estoy plenamente convencido de que vienen cosas maravillosas", sentencia. Y cuando le preguntamos si le gusta el número 13 del Año Nuevo, esperando una respuesta supersticiosamente embrujada, responde convencido: "¡No olvides que año de nones es año de dones!".
Galanura
A pesar de no haber cortado ninguna oreja, excelente impresión dejó el madrileño Roberto Galán durante su confirmación de alternativa en La México. Su oficio se nota a leguas. Buen torero este Galán. Lo volveríamos a ver con gusto por estos rumbos. Nueve años antes se había presentado como novillero en la capital, con saldo de una cornada grave. Alargó en demasía sus faenas, pero mostró estupendas cualidades.
¿Otros toreros de este apellido en la historia de la Plaza México? Recuerdo haber visto al cordobés Antonio José Galán, ya desaparecido, que se tiraba a matar a cuerpo limpio y que un día armó un sainete grande. También al niño torero jerezano Juan Pedro Galán. Lo ví actuar desde el graderío de Sombra General de la abarrotada plazota en una función de los Enanitos Toreros allá por 1982.
Peliculón
La lidia de los toros de Jorge Barbachano en la Plaza México, de entre los cuales sobresalió el bravo y codicioso tercero de la tarde (que lamentablemente se fue con las orejas al destazadero), nos hizo recordar la figura de su hermano Manuel, que fue el productor de la extraordinaria película “Torero”, protagonizada por el siempre bien recordado Luis Procuna y dirigida por el cineasta Carlos Velo, exiliado español de la Guerra Civil. "Torero" fue nominada al Óscar por el mejor documental en 1956 y al León de Oro del Festival de Venecia de 1956. Además, ganó un Ariel en 1958.
Barbachano -rememora Xavier González Fisher- también produjo "Los clarines del miedo" con Paco Rabal (el inconmensurable Juncal de los años ochenta), Félix Briones y El Güero Miguel Ángel, entre otros.
Ellas
Con motivo de la presencia de la torera Lupita López el domingo pasado en la Plaza México, recordamos que, a pesar de la prolongada prohibición del toreo femenil en España, la mujer ha estado cerca del toro desde tiempos inmemoriales.
En la antigua Grecia se realizaba la llamada Taurocatapsia, acrobacias taurinas en las que participaban las féminas. En cántaros, frascos, vasijas y muros hay testimonios de ello. Y mientras que la famosa almeriense Maria Salomé "La Reverte" se hacía pasar por hombre para poder torear, Juanita Cruz, Conchita Cintrón o Cristina Sánchez lucían orgullosas su género en las plazas.
La madrileña Juanita toreó más de 700 corridas y vestía una falda-pantalón bordada con lentejuelas como las de la taleguilla del traje de luces. Conchita, nacida en Chile pero avecindada desde muy pequeña en Perú, cautivó a los públicos toreando a pie y a caballo. Y Cristina, la primera mujer que recibió la alternativa en Europa, toreó la nada despreciable cantidad de 66 corridas en el año de 1996.
Evocadores
Los toros de San Mateo que serán lidiados el próximo domingo en la primera corrida del año en la Plaza México llevarán los nombres de los famosos ejemplares de esa misma ganadería que salieron por la puerta de toriles en la inauguración del coso metropolitano, el 5 de febrero de 1946: "Jardinero", "Fresnillo", "Gavioto", "Gallito", "Peregrino" y "Limonero". Aparecerán con esos nombres en el mismo orden del día de la apertura, hace casi 67 años. Una buena idea de los ganaderos Ignacio García Villaseñor y Marcos García Vivanco.