Una gran tarde tuvo hoy en Tlaxcala el torero español Alejandro Talavante, que cosechó tres orejas y salió por la puerta grande al término de la segunda corrida de feria, en la que tanto Uriel Moreno "El Zapata" como Mario Aguilar se fueron en blanco.

El sitio de Talavante, que culminó su campaña española con más de cincuenta corridas toreadas, se manifestó sobre todo en el segundo de su lote, "Elviro", de Barralva lidiado en quinto lugar, pero que no reunió las supuestas cualidades que se dice suelen tener los toros que salen en dicho turno; corto de caja y de cuello el toro no humillaba lo deseado además era complicado y distraído.

Los lances a pies juntos tuvieron ritmo y limpieza, en la suerte de varas el piquero lo prendió muy atrás enmendando de inmediato, lo que quizá afectó también el juego del toro; hubo mucha quietud en el inicio de muleta por alto seguido de intentos de toreo en redondo, para después pisar terrenos muy comprometidos cuando ya las complicaciones se acentuaron. A pesar de ello ejecutó muletazos expuestos como las ceñidas bernadinas que erizaron la piel, haciendo brotar el grito ¡Torero, torero! tras lo cual dejó estocada a un tiempo, suficiente para hacer efecto y llevarse las dos orejas bien ganadas.

Su primero tuvo movilidad y buen estilo; con esa materia prima, Alejandro dejó ver su calidad capotera en verónicas y chicuelinas. Aguantó por alto en los medios las fuertes embestidas intercalando un pase cambiado con la mano izquierda, hubo ayudados y naturales generosos seguidos de una serie en la cambiaba de mano la muleta por la espalda, luego manoletinas conjuntando un trasteo variado en el que le aclamaron reiteradamente, hundió la espada lentamente en buen sitio, como el burel tardó en doblar descabelló al primer golpe siéndole entregada una oreja de peso.

El Zapata no las tuvo todas consigo; su primero de buena presencia salió con mucha alegría recibiéndolo Uriel con verónicas yendo hacia adelante, luego lo puso en suerte con chicuelinas al paso y después de un puyazo, el toro embistió con fuerza al torero que realizó el vistoso quite de el ojalá; con los palos estuvo acertado llevándose gran ovación de manera que hasta ahí todo iba bien, pero a partir de que empezó con la muleta el toro que había perdido mucha sangre se apagó y prácticamente no hubo faena. Tres pinchazos a toro parado y un descabello desembocaron en palmas leves.

Bregó a su segundo, que presentó complicaciones desde un principio embistiendo descompuesto, no obstante tratando de agradar lo banderilleó con voluntad; insistiendo para ligar los muletazos consiguió algunos buenos por el lado derecho sin prender el entusiasmo, pinchó antes de la estocada y a pesar de que mandaron un aviso le premiaron con ovación; como la gente esperaba más le pedían que regalara un toro lo que afortunadamente no ocurrió.

El primero de Mario Aguilar tuvo aceptables condiciones en la embestida aunque poca fuerza, veroniqueó con buenos procedimientos y se ajustó en las chicuelinas; su trasteo fue de torero entendido que dio la lidia adecuada destacando en el toreo al natural en el que embarcó bien; agregó manoletinas y sin fijar completamente al toro dejó estocada aguantando, tuvo que descabellar al segundo viaje llevándose gran ovación.

Descastado y complicado fue el sexto, tiraba gañafonazos pero el torero estuvo firme intentando agradar con voluntad y valor; acertó con la espada sin que doblara el toro por lo que recurrió nuevamente al descabello fallando varias veces; sonó un aviso y al final escuchó palmas.