El Relicario: 23 toros que dejaron huella
Lunes, 01 Oct 2012
Puebla, Pue.
Horacio Reiba | Opinión
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
Gran tema el del toro bravo, ese desmesurado, hermosísimo animal, nacido para la contienda, el arte y la muerte, y amenazado hoy más que nunca de exterminio, pues no otra cosa es lo que, en términos prácticos, significaría para raza tan peculiar la abolición de la lidia tal como la conocemos.
En "El Relicario", aun descontada la pérdida de bravura y poder inducida en el toro de lidia durante el último medio siglo, no podían faltar representantes conspicuos de la casta brava, generalmente decantados, cual corresponde a la época, hacia la nobleza de estilo. Desde luego, habrán sido más de los del presente registro: una selección personal, basada en criterios de diversidad ganadera más que por estricto balance de méritos, misión ésta poco menos que imposible. En lo que cabe, he eludido los indultos, presididos casi todos por el triunfalismo más chabacano y abyecto.
"Campanillero", de Xajay (01-01-89). Un sexto toro de ensueño, de preciosas hechuras además, que obró el milagro de que viésemos a un Vicente Ruiz "Soro" en cámara lenta. Primer indulto en "El Relicario", de todos los habidos seguramente el más legítimo y justificado.
"Nublado", de La Laguna (28-04-90). Novillo cárdeno plateado y acapachado de clásica estirpe lagunera. Bravísimo con los caballos e invariablemente alegre y suave durante la larga faena de Arturo Gilio (que le cortó las orejas), mereció de sobra la vuelta al ruedo con que se le premió.
"Padrino", de Reyes Huerta (16-09-90). Quinto en la célebre corrida de las ocho orejas y dos rabos, éste cárdeno caribello resultó el más completo de los seis y propició el mayor triunfo en Puebla de Manolo Arruza, que le dio lidia completa y cuajó una de las faenas más importantes de su vida. Como al anterior –el colorado "Rey de Reyes"– se le concedió vuelta al ruedo póstuma.
"Cochitlani", de Tenexac (13-10-90). Todo el encierro de Sabino Llano tuvo irreprochable trapío, pero éste negro bragado, quinto de la tarde, fue un dechado de repetidora nobleza, bien aprovechada por Alfredo Ferriño que le cortó la oreja de ley. Vuelta a sus restos.
"Rey de Plata", de Reyes Huerta (05-05-91). Cárdeno nevado y de buenas aunque algo terciadas hechuras. Toro más de ganadero que de torero, murió con la boca cerrada, luego de ofrecer una hermosa pelea en varas y comerse capotes y muletas. Manolo Arruza estuvo torero, sin más.
"Jaltomate", de Coyotepec (11-05-91). En el marco de un encierro de ejemplar presentación y encastada bravura, el jugado en el lugar de honor se llevó la palma porque fue un dechado de fiereza y poderío. Pan comido para un Mariano Ramos en plenitud, que por supuesto lo desorejó.
"Próspero", de Coyotepec (01-01-92). La corrida que envió López Lima para el Año Nuevo del 92, sin la arrogancia de la anterior, resultó encastadísima. A éste, el más completo de los seis, las mulillas lo pasearían en torno a la barrera tras una faena triunfal de Alberto Ortega.
"Llorón", de Sergio Rojas (01-05-92). Un astado especialmente suave y de mucha duración, además de ser un toro muy bien servido y arbolado. El Chaval, aunque valiente y dispuesto, no pudo con él. Y las aclamaciones finales, con vuelta al ruedo, fueron para este sexto de Sergio Rojas.
"Mechudo", de Xajay (16-05-92). La vacada de Sordo Bringas lidió poco en "El Relicario" pero mantuvo siempre un tono alto, tanto en presentación como en bravura. Y el cuarto de este encastado encierro se llevó la palma en cuanto a poder y celo –dos tumbos y un caballo muerto en su haber–. Mariano Ramos, muy exigido, respondió como el maestro que era y lo desorejó.
"Zar", de Coyotepec (01-01-93). Para abrir año tuvimos otro excelente encierro de López Lima, y en él este ejemplar de vuelta al ruedo. Tan justa como exagerado el rabo otorgado a Alberto Ortega.
"Gran Jefe", de Coyotepec (01-01-93). En el mismo encierro figuró, para cerrar plaza, este ejemplar que fue dinamita pura. Ni con todo su pundonor consiguió Arturo Gilio atemperar su encendida sangre y enorme codicia. El típico toro para el ganadero… y para las vacas más pastueñas.
"Entrenador", de Reyes Huerta (26-02-94). Noble y muy emotivo novillo de Reyes Huerta al que Fernando Ochoa bordó materialmente para cortarle las orejas. Pero antes de pasearlas y llamar al ganadero, el aclamado cadáver de "Entrenador" circuló en torno al anillo.
"Tejedor", de Garfias (21-05-94). La corrida potosina no fue grande, pero el tercero –y último, porque el chubasco bajo el cual se lidió obligó a suspender– resultó un toro de bandera. Y pese al adverso clima, Gilio, valientísimo, supo estar a su altura. Pero no mató bien.
"Excelencia", de Manuel Macías (03-12-94). Año de toros bravos, este colorado iba a permitirle a El Zapata la consagración novilleril; así de magnífico resultó y así de inspirado estuvo el tlaxcalteca, a quien el juez negó un bien conseguido rabo. Pero no la vuelta al ruedo a tan noble utrero.
"Aguinaldo", de Felipe González (25-12-98). Bravura y clase a raudales, facilitó el lucimiento en los tres tercios de Alberto Ortega, que quizá no estuviese a su altura pero igual le cortó las orejas. Un rácano arrastre lento minimizó las cualidades de este notable cuatreño de pelo cárdeno.
"Cirileño", de Los Encinos (01-05-01). Dentro de una corrida de excelente presencia que dio además un magnífico juego iba a sobresalir este enclasado cuarto toro, al que Rafael Ortega desorejaría. Arrastre lento a los restos del fino animal.
"Concertista", de San Martín (07-12-02). Tuvo todas las trazas del ejemplar con dedicatoria, pues el resto del encierro de Chafik, desigual de romana, fue menos bueno. Con él, José Miguel Arroyo "Joselito" apadrinó la alternativa del apizaquense Rubén Ortega, voluntarioso y bullidor sin más, aunque le hayan dado una generosa oreja. En cambio, el boyante y enrazado ejemplar se fue sin honores al destazadero.
"Jornalero", de Manuel Macías (01-05-03). Demasiado toro para un valeroso pero limitado Jesús Luján, salió segundo de un encierro que les vino grande a los novilleros. Bravísimo.
"Purépecha", de Campo Alegre (25-05-03). Casi puede decirse lo mismo de este hermosísimo toro castaño, a cuya altura nunca logró ponerse José Luís Angelino. Por su nobleza y repetitividad tuvo petición de indulto, desvanecida por la apresurada serie de pinchazos de su matador. El ganadero señor Ochoa recibiría el trofeo al mejor toro de la feria.
"Papá Noel", de Reyes Huerta (01-01-04). El sexteto mejor presentado que la divisa poblana enviara a "El Relicario" fue también uno de los de mejor clase y más asentada bravura. Y éste, el quinto, mereció de sobra el arrastre lento, ya sin el rabo que pasearía Alberto Ortega.
"Orgulloso", de El Colmenar (19-03-04). El encierro enviado por Gerardo Martínez, de arrogante estampa los seis, estaba saliendo noble pero algo flojo cuando apareció el de cerrar plaza, que iba a sintetizar las cualidades de sus hermanos, sin el defecto apuntado. Jerónimo, inspirado y valiente, lo muleteó con gran hondura y le cortó las orejas para salir en hombros por última vez en esta plaza.
"Lebrijano", de Montecristo (05-05-05). Algo terciado pero magnífico, Rafael Ortega le cortó un rabo discutible. El de Mercado Lamm, cuarto de la tarde, había aunado clase y ardor durante toda su lidia.
"Vencedor", de Ajuluapan (13-05-05). Este utrero cárdeno, de incansable bravura y clase y fijeza superlativas, auténtico ejemplar de bandera, fue toreado asombrosamente, sobre todo en los lances de recibo, por un efímero Pepín Vega, que ya nunca repetiría tal hazaña. Era sexto, y la gente de quedó en los tendidos para aclamarlo durante la vuelta al ruedo. Pepín lo había pinchado, perdiendo las orejas.
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