Israel Téllez y Uriel Moreno "El Zapata" fueron los triunfadores de la tradicional corrida celebrada en la Monumental de Morelia, en honor de José María Morelos y Pavón, pues cortaron dos orejas por coleta y compartieron la salida en volandas por la puerta grande.

Ambos coletas, además de sus respectivas faenas, regalaron una gran tarde en banderillas y, cada quien a su estilo, emocionaron a los tendidos y rivalizaron con los garapullos. En medio de los momentos emocionantes, hay que señalar la escasa presencia de los cuatro astados de Mariano Ramírez, por supuesto considerando la categoría de esta plaza; sobre todo cuarto y quinto fueron protestados por el público, que hizo una buena entrada.

El Zapata le tumbó las orejas al que abrió plaza, un ejemplar que se desplazó y tuvo un punto de transmisión. Lo banderilleó con lucimiento y le colocó el par monumental. Con la muleta realizó una faena variada por ambos pitones y conectó pronto con los tendidos, trasteo que rubricó de sensacional estocada para cortar las dos orejas.

El cuarto de la tarde fue deslucido y, aunque el tlaxcalteca se afanó en sacarle partido, poco pudo lograr. Lo remató de una media estocada efectiva.

Israel Téllez también desorejó a su primero, otro de los toros que fueron manejables de este disparejo encierro. El torero de Guanajuato colocó banderillas con lucimiento y, ya con la sarga, corrió la mano en series ligadas y siempre templando las cometidas de su enemigo. Rubricó con el acero y los premios fueron a parar a sus manos.

El quinto de la función, otro de los que fueron protestados por su escaso trapío, dio muy poco juego, por lo que Israel solamente pudo mostrarse voluntarioso.

La tarde fue complicada para Hilda Tenorio, pues sus dos ejemplares, aunque no del todo malos, embestían deslucidos. A su primero le colocó banderillas con más mérito que lucimiento, pero la situación no lógró tomar vuelo en el tercio mortal y, al final, estuvo mal con la espada.

Ante el que cerró plaza no logró remontar la tarde y, salvo detalles aislados, su labor no alcanzó a tomar  ritmo. De nuevo mal con la espada y escuchó, al igual que ante su primero, los dos avisos.