Durante la reciente década, Palmira -la segunda plaza en importancia del Valle del Cauca- había sido desplazada por la llamada Temporada de Verano en la Santamaría de Bogotá. La corrida de la Feria de la Agricultura pasó de ser la cita crucial de la temporada colombiana en el mes de agosto a una fecha escondida y con pocos alicientes.
En buena parte, desde el 2005, la corrida de agosto en Bogotá acaparó todos los reflectores y concentró todas las miradas de los taurinos colombianos. Mientras tanto, la plaza Agustín Barona Pinillos había quedado reducida a ser un escaparate en el que el dinero y los intereses particulares impusieron su voluntad, con la grave consecuencia de que el toreo había dejado de interesar y el pueblo vallecaucano terminó por desplazarse de la plaza, pues lo que sucedía en el ruedo había dejado de motivar.
Pero en el 2012, el año de la "crisis", las cosas cambiaron, y regresaron a su cauce. Palmira resucitó y volvió a ser lo que había sido: el puerto de montaña de la temporada colombiana en los días de verano.
En buena parte, los toreros tuvieron la culpa de la resurrección. Andrés Chica, el rejoneador, fue un prólogo ideal para la tarde. La ambición de hacer un toreo sin ventajas, incluso arriesgando más de la cuenta y pasando por momentos de auténtico riesgo en el que el toro tropezó la grupa de sus caballos. Fueron consecuencia natural de pisar terrenos comprometidos y demostrar que el toreo a caballo también tiene su riesgo. Para él hubo el reconocimiento de una oreja de auténtico peso.
Ricardo Rivera incomodó a Paco Perlaza, la figura del cartel. Tras los primeros pases propios de quien se reencuentra con el toreo, consiguió encontrar el sitio para entablar el diálogo con el de Paispamba, y allí se produjeron momentos de alta intensidad, reunidos en series por la derecha donde el torero, firme de plantas y con los movimientos justos, arrastró la muleta por el suelo y la condujo con largura, y hasta se lo pasó por su cuerpo sin enmendar su figura, tragando. Intentó al natural pero el pitón izquierdo encontró presa. La voltereta solo sirvió para que el torero se levantara y siguiera por el rumbo que marca la emoción, que llegó a su límite con las ajustadas manoletinas. La espada se fue atravesada, y aunque tuvo efectos, el error obligaba a la presidencia a esconder los pañuelos, pero el público no resignó a expresar su veredicto con una cerrada ovación.
Perlaza había quedado herido en su amor propio. Aunque había estado a punto de cortar oreja en su primero, el quinto de la tarde no le ofreció una sola embestida franca. Todo lo contrario, embestidas a traición y peligro latente. El sentido común, ese que muchos en el toreo recurren para salir con comodidad de la plaza, sugería ir por la espada pronto. Paco, en una tarde donde el sentido común no era el consejero ideal, buscó la fórmula. Un par de series por la izquierda sorprendieron a todos porque parecían imposibles. Como imposible se hizo el toro para afrontar su destino. La espada no encontró lugar porque el toro se defendió. Los tres avisos sonaron de forma implacable, ocultando lo que en realidad había sucedido.
Perlaza no podía irse de Palmira de esa forma y por eso apostó por el regalo del sobrero. "Felipe", como se llamaba el sobrero, tuvo una embestida alegre, galopante, aunque la calidad no fuera lo suyo. Pero eran las condiciones ideales para un Perlaza templado y natural, porque la faena fue una gama de los recursos de su tauromaquia, que tiene una inmediata conexión con el fervor popular. La faena fue tan emotiva que la noche sirvió para contagiar a todos con el entusiasmo. Y el palco presidencial no puso obstáculos para que la voluntad popular se impusiera. Indulto y dos orejas. El torero a hombros y la gente se fue de la plaza "Agustín Barona Pinillos" con la esperanza que su próxima cita con el toreo sea con la altura del 19 de agosto del 2012, día en que Palmira resucitó para el toreo nacional.
Palmira, Colombia.- Plaza "Agustín Barona Pinillos". Feria de la Agricultura. Toros de Paispamba, uno de regalo (7o.), variados de hechuras y de seria presentación. Bravo y entregado el tercero; segundo, noble y bondadoso. Complicados y con peligro quinto y sexto. Primero franco y codicioso, cuarto incómodo y caminador. El último fue indultado por su calidad. El rejoneador Andrés Chica: Oreja y silencio. Paco Perlaza (azul claro de luna y oro): Ovación, silencio tras tres avisos y dos orejas simóblicas tras indulto en el de regalo. Ricardo Rivera (azul marino y oro): Ovación y silencio tras aviso. Gran tarde del picador Ildebrando Nieto de la cuadrilla de Ricardo Rivera. Ricardo Santana y Emerson Pineda se desmonteraron tras banderillear al 7o.