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Oreja liviana, y el recuerdo de Valente (video)

Domingo, 05 Ago 2012    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo           
El torero capitalino bosquejó detalles aislados
Un triunfo liviano obtuvo Mirafuentes de Anda en la quinta novillada de la Plaza México, que sigue sin entregar, al escaso público que acude domingo a domingo, un gran triunfador. Y así, de oreja en orejita, van desfilando varios prospectos –algunos con más garra y cualidades que otros– en este emblemático escenario donde hoy debió guardarse un minuto de silencio, o tributarse un minuto de aplausos, según el uso en este escenario, a la memoria del matador Jesús Sánchez "El Azteca", fallecido el día de ayer.

Al margen de este detalle, cabe destacar la presentación de los novillos de Marrón, sin lugar a dudas el encierro con mejores hechuras y catadura de cuantos se han jugado hasta ahora en la capital. Lo malo fue que este continente –vaya que algunos eras auténticos dijes, como tercero y cuarto– careció de contenido, y su falta de casta en general, obligó a la terna a tratar de inventarse faenas a veces sin el arrebato y la ambición necesaria para alcanzar triunfos legítimos.

En dicho sentido, se puede afirmar que Mirafuentes de Anda, miembro de la salerosa dinastía torera de los Herros, gente recia de Peralvillo, bosquejó algunos pasajes interesantes, pero no consiguió redondear su faena al tercero, al que sólo dio unas dos series de ayudados de buena factura, y mató de una estocada eficaz en la que resultó trompicado en el embroque.

La gente, influida quizá por este momento de entrega a la hora de matar, sumada a la amplia porra del torero que había diseminada en distintas zonas de la plaza, contribuyó a que se le concediera un apéndice que fue protestado por un sector del público.

En el sexto se afanó en robarle pases cerca de tablas, pues el novillo se había desfondado en una segunda vara, a todas luces innecesaria, lo que le fue recriminado a Mirafuentes a lo largo de un trasteo que culminó de pinchazo y un horrendo bajonazo.

Vamos a ver si la empresa lo repite el domingo, como ha estado haciendo, evocando así la añeja fórmula que tenía el doctor Alfonso Gaona, y que, inexplicablemente, había caído en el olvido hasta esta temporada. Ya se verá de qué está hecho.

Xavier Gallardo no pudo "asegundar", como dicen los taurinos viejos, y se limitó a acumular muchos pases y decir poco delante de un lote deslucido. Aunque quizá debió aprovechar un más el potable pitón derecho del novillo capacho que enfrentó en primer lugar, al que sólo le dio una tanda digna de alabanza.

El quinto tenía un defecto en la colocación de la cabeza; es decir, salió de toriles como si estuviese tortícolis, con el cuello un poco ladeado, algo que no es muy frecuente en el ganado de lidia. Eso no le impidió acudir al capote del hidalguense con docilidad, pero sin la transmisión suficiente para calentar al torero, que anduvo por ahí, correcto y aseado, pero sin esa expresión de buen gusto que entusiasmó el domingo pasado.

Desconcertado –y desconcentrado¬, también– a Gallardo se le pasó de noche que debía salir a colocarse en banderillas durante la lidia del sexto, y en un gesto de poca profesionalidad, se la pasó de espaldas al ruedo escuchando la terapia que le daba su gente en el callejón. ¿No debería Miguel Arroyo, inspector de autoridad de callejón, darle un toque al chaval para que se hubiese colocado donde le correspondía?

Alejandro López apechugó con un fuerte vendaval al abrirse de capote con el primer ejemplar de la tarde, que fue bautizado con un nombre premonitorio: “Huracán”. Y parece como si el novillo hubiese invocado al viento, que movió con furia las telas a lo largo de toda la lidia, lo que incomodó al torero y al púbico, pues se levantaron varias polvaredas.

El novillero hidrocálido trató de enfibrarse mediada la faena y consiguió un par de series meritorias con la mano derecha, pero sin que el trasteo llegara a coger vuelo debido a la sosería del utrero, que acudía a la muleta con la cara por las nubes al que mató de dos estocadas atravesadas.

En el cuarto realizó un quite por "vizcaínas", la variante de las "tapatías",  pero de frente y sin andar. Se agradece el detalle aunque las haya ejecutado sobre piernas, quizá influido por la desconfianza que siempre provoca el viento que propicia toques involuntarios.

El novillo llegó al tercio de muerte sin fuelle en sus embestidas, y mirando mucho al torero aunque sin guasa; pasaba y pasaba, pero no se empleaba, mientras López trató de tapar la cara y acompañar el viaje, pero carente de arrebato.

¡Ah! Tampoco se recordó por la megafonía del coso el aniversario luctuoso de Valente Arellano, del que se cumplieron 28 años el día de ayer. Por cierto, ¿imaginan que pensaría el carismático novillero lagunero al mirar la plaza vacía, aunado a la falta de ambición de estos muchachos? Seguramente, a diferencia de Carmelo con su hermano Silverio, según reza el famoso pasodoble de Agustín Lara, Valente hoy no se hubiera asomado a verlos torear.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Quinta novillada de la Temporada Chica. Unas 2 mil 500 personas en tarde soleada y calurosa, pero con intermitentes ráfagas de viento que molestaron mucho a los toreros. Novillos de Marrón, bien presentados, varios armoniosos de hechuras, pero de escaso juego en su conjunto. Pesos: 385, 405, 380, 435, 450 y 430 kilos. Alejandro López (burdeos y oro con remates negros): Silencio y palmas. Xavier Gallardo (grana y oro): Silencio tras aviso y silencio. Mirafuentes de Anda (corinto y oro): Oreja con algunas protestas y silencio. Destacó en la brega y con las banderillas Sergio González, que saludó tras parear al 3o. Alejandro López hizo el paseíllo desmonterado, no obstante que el año pasado ya había debutado en esta plaza.


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