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Castella reacciona y Juan Pablo se recrea (video)

Domingo, 29 Abr 2012    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Y salió en volandas de la plaza monumental
Aunque la corrida no terminó de romper, sí que tuvo varios pasajes estelares que renovaron la ilusión de los aficionados, sobre todo porque el noble juego de los toros de Teófilo Gómez dejó andar a gusto a los toreros que, en mayor o menor medida, hicieron cada uno lo que supieron… o lo que pudieron.

Porque en esto de los toros, la máxima aquella de Santa Teresa de Jesús de "querer es poder", no aplica casi nunca. Y por eso es una gran mentira afirmar de un torero esa frase tan cursi  que reza: "sí puede, pero no quiere".

Así que si Sebastián Castella salió a hombros fue porque terminó reaccionando con arrojo a la peligrosa voltereta que le dio el quinto, al incurrir en un exceso de confianza, de la que se levantó sin miramientos para continuar una faena que había sido intermitente y acabó más comprometida.

La magnífica estocada que recetó a dicho toro, que había hecho una lidia regular, sin transmisión ni fuelle, como casi todo el encierro de Teófilo Gómez, fue la rúbrica más hermosa, la misma que le valió el corte de una valiosa oreja que, al final, le permitió alcanzar la puerta grande, la primera de un matador de toros a lo largo de la feria sanmarqueña.

Con el segundo toro de la corrida, que fue uno de los más completos de la corrida, el francés no lo vio claro del todo, y la faena, que había comenzado con buenos augurios, acabó desfondándose sin remedio. El corte de una oreja fue algo inesperado, ya que había matado de una estocada trasera y desprendida.

La juventud de Juan Pablo Sánchez, así como su decidida actitud, se sintió en la plaza como un aire fresco y renovador que cada día despierta más ilusión entre los aficionados.

Con un concepto muy claro del temple, y también del pulso, el hijo de Ricardo Sánchez –a quien brindó el primer toro de su lote– brilló con intensidad delante de otro ejemplar noble, que duró poco, al que dio varias series de naturales de excelente trazo, enganchando siempre las embestidas por abajo, recreándose en las suerte y toreando con las zapatillas muy asentadas sobre la arena.

La plaza rugió con ese toreo despacioso, muy mexicano, en el que, en más de algún natural, detuvo el tiempo. Y cuando hubo necesidad de acortar las distancias y meterse en medio de los pitones, lo hizo con la misma voluntad de triunfo para extraer dosantinas y redondos en un palmo, cerca de las tablas.

Lo malo fue que no pudo coronar la faena con la espada, pues tiende a precipitarse a la hora de perfilarse a matar, y en vez de seguir en ese mismo tempo de la faena, entra a herir demasiado aprisa, agobiado y sin la serenidad que requiere esta suerte fundamental del toreo; suerte que reviste categoría a ese título de “matador de toros” que debe ostentarse con orgullo.

Más tarde abrevió con el sexto, el único toro de feas hechuras, un ejemplar que se defendió mucho, y regaló un sobrero de Campo Real que fue un inválido. De tal forma que la gente se quedó con las ganas de seguir disfrutando de ese toreo tan cadencioso, muy en la cuerda de los grandes muleteros mexicanos de otra época que mañana cumplirá con su tercera y última comparecencia del ciclo de su tierra.

La primera faena de Zotoluco al toro que abrió plaza dejo mucho que desear, pues cuando parecía que el maestro de Azcapotzalco iba a acariciar las dóciles embestidas del ejemplar de Teófilo Gómez, el hilo conductor del trasteo perdió el tono hasta que el sonoro olé de los buenos muletazos del comienzo se ahogó en el silencio.

Al cuarto lo toreó sin demasiada entrega, y le hizo una faena de trámite, sin el interés del púbico, que más bien adoptó una postura displicente ante la actuación de Zotoluco, que todavía tiene dos tardes más para sacarse la espina. No hay que olvidar que el toreo es un ejercicio del espíritu, y quizá hoy el ánimo del matador estaba marchito debido a la reciente muerte de su madre, a la que hizo un brindis póstumo

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Sexto festejo de feria y cuarta corrida. Casi lleno en tarde calurosa. Siete toros de Teófilo Gómez, parejos de hechuras y comportamiento, salvo el 6o., y uno de Campo Real (7o., regalo), inválido. Pesos: 526, 489, 481, 490, 504, 516 y 503 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (azul noche y oro): Ovación y silencio. Sebastián Castella (rosa y oro): Oreja y oreja. Juan Pablo Sánchez (purísima y oro): Ovación tras aviso, palmas y silencio en el de regalo.


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