El hidrocálido Mario Aguilar fue el máximo triunfador de la corrida celebrada la tarde de este sábado en Juriquilla, Querétaro, pues desorejó al primero de su lote y conquistó así la salida en volandas, mientras que José Mauricio paseó un trofeo.

Interesante y esperanzadora, si cabe, fue la actuación de Mario Aguilar esta tarde en "Provincia Juriquilla", ya que hizo rememorar -con las lógicas distancias guardadas- sus inicios vestido de luces en este escenario, poseedor de una expresión propia y atrayente, conjugando valor, clase y don del temple.

La lidia del tercero de la tarde, sobre todo durante los dos primeros tercios, no parecía presagiar lo que vendría después en la faena de muleta, ya que el de De Santiago hizo cosas de manso, arrollando por momentos, doliéndose del castigo en varas primero y luego bravuconeando en el caballo ubicado en la querencia.
 
Sin embargo, Mario Aguilar, con cabeza clara, supo reconocer desde el inicio de su trasteo, las cualidades que atesoraba bajo su aparente fondo mansurrón ese primero de su lote: clase y un recorrido más largo que los anteriores.

Y sobre estas condiciones, suficientes para quien se sabe seguro de su capacidad, supo estructurar una faena de altos vuelos, sacando lo mejor de su tauromaquia y gustándose en los muletazos por ambos pitones, sobresaliendo por el derecho -por donde fueron la mayoría de las series- y en los remates plenos de gusto, como las trincherillas o los pases del desdén.

Rubricó la faena de un estoconazo y recibió por petición mayoritaria las dos orejas. Y aún más, dejó la sensación de que esta temporada puede Mario volver por sus fueros, más allá del corte de orejas, a dejar momentos y faenas de esas que se quedan en la memoria.

El segundo de su lote y que originalmente cerraba festejo, en concordancia con muchas de las características comunes al encierro en general, tendió a rajarse, por lo que Mario sólo pudo esbozar detalles para escuchar palmas, tras una estocada trasera y caída.

Quien también tocó pelo fue José Mauricio, que hay que apuntar que evidenciaba al caminar el problema de ciática que viene padeciendo, quizá a raíz del percance sufrido recientemente. Muy en el ritmo que viene mostrando por diversas plazas del país, incluida La México, se mostró relajado y disfrutando en la cara del toro, sobre todo en su primero, que aunque con el recorrido justo le permitió recrearse en varias series de muletazos con la figura relajada.

Quizá la faena no terminó de romper en el tendido por la falta de transmisión del toro, cuestión que aunada al espadazo entero, perpendicular y desprendido con el que culminó el trasteo, hiciera que la petición de trofeo no cuajara en definitiva. Dio vuelta al ruedo.

Al quinto del festejo, justo de fuerza, le hizo lo que correspondía, es decir, torearle a media altura para tratar de ayudarle, y como premio a su esfuerzo tras una estocada entera y ligeramente contraria, ahora sí logró que le fuera concedida la oreja tras petición mayoritaria. Justo premio al esfuerzo.

Y quien  a pesar del esfuerzo, no encontró la respuesta esperada por parte del destino esta tarde fue Fabián Barba, torero pundonoroso donde los haya y que lamentablemente no se pudo llevar en la espuerta algún trofeo.

Saludó en el tercio tras la lidia del toro que abrió plaza, reconocimiento del público a su intento de hacer trascender unas embestidas sin transmisión, historia que habría de repetirse en el cuarto, al que hay que apuntar que de salida recibió con varias largas de hinojos.

Regaló un séptimo en el que volvió a estar por encima de las condiciones, intentando hacer de todo para cambiar el sino de una tarde que lamentablemente por la falta de transmisión de sus toros no pudo terminar de levantar el vuelo.

Adicional al reconocimiento a su voluntad por buscar el triunfo, también destacar un emotivo brindis a varios niños que se encontraban en una barrera viendo la corrida: "Me honra brindar este toro a ustedes, que son el futuro de la Fiesta". Brindis muy acorde a estos tiempos, y que nos hizo emocionarnos al ver la cara de admiración de los brindados al recibir la montera, signo halagüeño para el futuro de la afición por la Fiesta.