Esta tarde ha habido faenas importantes, merced de la disposición y entrega de los toreros que enfrentaron un encierro a modo, como se dice, que permitió el triunfo aunque algunas de las orejas hayan sido generosas, pues también es cierto que los diestros no anduvieron finos con los aceros.

Después del paseíllo le rindieron un homenaje al popular personaje Enrique Ángeles “El Frutas”, por su afición. Nos preguntamos, ¿su afición en sí mismo? Posiblemente.

Zotoluco toreó con temple y buen gusto con el percal al que abrió plaza, para con la muleta, aunque por momentos no se encontró el torero a gusto, logró un par de tandas importantes con la mano diestra  a un toro que tuvo un buen comienzo, metiendo franco la cara pero que después buscó las tablas. En ese terreno el torero realizó pases con la zurda que la gente valoró. Anduvo mal con el acero y quizá perdió algún trofeo.

A su segundo le hizo una faena importante. El toro, luego de haber tenido una salida sin fijeza y haberse defendido en el tercio de banderillas, se entregó en la muleta y fue emotivo; tuvo fijeza y repitió de largo y humillado, condición que aprovechó Zotoluco para torear por ambos pitones y consiguió emocionar al público. Naturales a pies juntos como largos fueron los que le coreó la gente, con algún desplante y los de trinchera, pero malogró la faena con el acero.

Con el quinto del festejo, Zotoluco tardó un poco en encontrarse, que como su primero, tenía cierta tendencia a irse y a buscar las tablas, pero cuando el torero le tapó esa salida, pudo correr la mano con largueza en ayudados de buen gusto que volvieron a poner de acuerdo a los asistentes. Señaló un pinchazo y una estocada caída. La gente pidió con fuerza los trofeos, concediendo la autoridad dos orejas de las que una de ellas resultaba un tanto benévola.

Rafael Ortega recibió al primer toro de su lote con un par de largas de rodillas en tablas, mientras que en banderillas pasó en tres ocasiones en falso por la poderosa embestida de la res, que le apretó mucho, dejando finalmente sólo dos pares como pudo. Con la muleta no consiguió someter al toro, que llegó al tercio final embistiendo con bravura y temperamento. El tlaxcalteca naufragó. Para colmo de males, estuvo desatinado con la espada.

A su segundo, el menos quizá en cualidades, lo saludó con una tafallera en tablas, cumpliendo con aseo al banderillearlo, y con la muleta hizo una faena en la que hubo muletazos templados, de buen trazo y aguantando algún parón de la res. Dejó una estocada caída, de efectos rápidos, que le valió el corte de dos apéndices, el segundo concedido también con generosidad.

Al que cerró plaza lo toreó muy quieto con templadas verónicas rematadas con una ceñida revolera luego de recibirlo con una larga de hinojos. Lució en un quite por chicuelinas, navarras y afarolados que le aplaudieron, antes de ejecutar un tercio de banderillas sin lucimiento. Salió con disposición con la muleta al echar las rodillas a tierra, e instrumentó un trasteo de ayudados bien logrados, aunque no todos templados. El toro repitió con docilidad y fijeza y el torero aprovechó esa condición para ajustarse también en varios naturales. Mató de estocada caída.