Desde el barrio: Hace cien años, Bombita
Martes, 20 Mar 2012
Madrid, España
Paco Aguado | Opinión
La columna de este martes
Hace algo más de un siglo, Ricardo Torres "Bombita", la máxima figura del momento, se quedó fuera del abono de la plaza de Madrid durante varias temporadas. Fue a causa del llamado "pleito de los Miuras", un intento de los toreros por cobrar más cuando se anunciaran con toros de la divisa sevillana, que entonces lidiaba tanto o más que ahora Núñez del Cuvillo y a un dinero muy alto por su fama de terrorífica.
A Bombita, el líder natural de la torería dentro y fuera de la plaza, le secundaron en principio la gran mayoría sus compañeros en un acuerdo que, cuando las cosas se pusieron feas y los empresarios se endurecieron, se quedó en papel mojado. Todos los toreros que firmaron acabaron dando el paso atrás y Ricardo Torres, sólo secundado por Cocherito de Bilbao, se quedó solo ante el peligro para llevárselas todas en el mismo carrillo.
¿Les suena la situación? Pongan Juli donde Bombita, cambien "miuras" por derechos de imagen y caché, y Unión de Toreros (que así se llamaba la asociación de matadores de entonces) por G-10, y tendrán un paisaje muy similar en los despachos del toreo cien años después. Ya dijo alguien que la historia es cíclica.
A El Juli, en esta especie de "reforma laboral" que también se quiere aplicar en el toreo, le ha tocado el papel de "malo" de la película, el del nuevo rebelde al que la patronal taurina quiere aplicar un castigo ejemplar que asuste a todos sus compañeros. Y sólo por eso, aparte de declaraciones y polémicas forzadas, se ha quedado fuera de las tres primeras ferias grandes: Valencia, Sevilla y Madrid.
Viendo venir esta tormenta desde hace un par de años, el propio Juli buscó amparo en esa forzada alianza de figuras que han dado en llamar G-10, pero que ha demostrado tener la misma consistencia que la que dejó tirado a Bombita, como era de esperar. Las consecuencias en su contra eran más que previsibles, sobre todo cuando los maquiavelos del empresariado se infiltraron en el grupo para teledirigirlo a través de sus poderdantes y tener controlados a los elementos más subversivos.
Nadie que conozca la realidad del toreo actual podría esperar ni en sueños que alguno de los integrantes del G-10 se mantuviera firme en una eterna lucha que por primea vez abanderaba El Juli, dándose el caso incluso de que los más previsibles han acabado convertidos en "submarinos" de las empresas para tenerlas informadas de los movimientos internos.
Juli se ha quedado solo en la pelea, y sobre él recaen ahora todas las represalias de quienes se resisten a ceder un mínimo de su poder. Pero no es la primera ni será la última figura que se quede fuera de ferias y de carteles por estas cuestiones: es el precio de la independencia y de la dignidad que ya pagaron, antes que Julián, otros maestros como José Miguel Arroyo "Joselito" o José Tomás.
Aun así, ha podido comprobar que sus dos paisanos acabaron saliéndose con la suya en una lucha muy dura pero en la que la razón siempre se acaba imponiendo. Y más aún cuando se apoya en unos profundos cimientos de valor y capacidad delante de los toros.
Si acaso, a los empresarios que ahora se han confabulado para cerrarle el paso a Julián López habría que advertirles lo que Silverio a los pelados que insultaban a Manolete antes de hacer su primer paseíllo en la plaza de El Toreo: "No me lo enojen". Porque al final, la jugada les va a salir mucho más cara. El tiempo le dará la razón.
Noticias Relacionadas
Comparte la noticia