Conocidas ya las preocupantes evidencias de la crisis, José Tomás –con su efecto balsámico en las taquillas– representa la gran incógnita, la eterna pregunta de este revuelto invierno taurino en España: ¿qué hace, dónde está, cómo va a encarar su temporada, si es que va a torear este año, el genio de Galapagar?
Y, como siempre, para encontrar las respuestas a estas cuestiones, más que investigar, hay de ponerse a deducir, a interpretar esos eternos y elocuentes silencios de este torero que siempre está sin estar, que manda sin ordenar y que es libre para tomar sus decisiones porque es esclavo de su concepto del toreo y de la vida.
Porque estar, José Tomás está. En Estepona, en ese rincón de la costa del Sol malagueña donde desde hace años disfruta de la vida y de su familia casi desde el anonimato. Probablemente, paseando por la playa y poniendo pañales, a estas alturas sólo le preocupe su hijo recién nacido y sólo disfrute con la alegría de esa nueva vida que quién sabe si condicionará su nueva apuesta en los ruedos.
No duden de que, como hombre reflexivo que es y como a tantas otras figuras que vivieron antes idénticas circunstancias, el nacimiento de su primer hijo le haya dado mucho que pensar sobre su futuro en los ruedos.
Pero aun así José Tomás va a seguir toreando. De hecho, dicen, ya lo está haciendo. En el campo, claro. Y con toros. Puede que haya tardado algo más en hacerlo este invierno, probablemente tanto por disfrutar al máximo del día a día de esa flamante paternidad como por recuperar por completo ese tono físico al que no llegó en su reaparición. Deduzcamos, pues, que José Tomás tiene intención de torear, pero, como casi siempre, lo hará cuando y como él mismo decida, no como le impongan los demás.
Nadie sabe todavía, quizá ni el propio torero, cuándo volverá a vestirse de luces, después de declinar las ofertas de Olivenza, Valencia y Castellón. Y, como se supo la semana pasada, también la que dice que le ha hecho la empresa de Sevilla.
Sólo quien ignore el coherente comportamiento de este torero en los despachos puede extrañarse de que su nombre no figure en el abono sevillano de 2012. ¿O es que alguien puede llegar a imaginarse a José Tomás prestándose como arma de los empresarios en la guerra que estos mantienen con el resto de sus compañeros de la primera fila?
Mientras se habla, o más bien se especula, con su vuelta a Aguascalientes o incluso con la plaza de Jerez como escenario de su primer paseíllo de este año, el resto de empresas intentan desesperadamente entrar en contacto con él para cerrar su contratación en un año que se presume aún más difícil que el anterior.
Y sobre todas lo estarían intentando la de Las Ventas, que le recibiría con los brazos abiertos en este año donde ha de cuidar el abono más que la televisión, y más aún la de los hermanos Chopera, que habrían puesto a total disposición de José Tomás el calendario completo de todas las muchas plazas que gestionan, dejando de lado las cuestiones que le llevaron a no contratarse con ellos la pasada temporada.
Todos esperan a José Tomás. Incluso los que le odian, que también le echan de menos para seguir alimentando sus obsesiones. Pero José Tomás oye, ve y calla, esperando sin duda el mejor momento para imponer la sensatez y el respeto en esta jaula de grillos que es el toreo en el invierno de 2012.