Una oreja cortó el torero local Ramsés esta tarde en Bogotá, al igual que el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza en su despedida de Colombia esta temporada, mientras que el sevillano Daniel Luque se fue de vacío.
La actuación de despedida de Hermoso de Mendoza de su temporada colombiana, fue de contrastes, ya que en el tercero de la tarde cuando se presagiaba el triunfo, el toro se partió la mano izquierda y debió ser apuntillado en el ruedo, antes de que Pablo pudiera intervenir con el rejón de muerte.
Sin embargo brilló en los quiebros antes del percance del toro que fue bueno, y sin duda el más bravo de la corrida. Con "Ícaro" presentando el pecho el público llegó al mayor punto de emoción. Y es que de Pablo hay que decir además de sus sobradas virtudes como torero a caballo, que su capacidad de echar al público en la canasta antes que al toro, no sorprende dado su carisma y su manera cálida de comunicarse con la plaza.
En el último de la tarde, Hermoso estuvo siempre por encima de las condiciones del toro que se fue parando a lo largo de la faena. Con "Dalí" provocó la embestida y el primero de tres giros en la cara del toro fue vibrante. Todos queríamos un mejor cierre de temporada colombiana para el rejoneador, pero aunque no salió a hombros, lo que deja en la afición colombiana es memorable y difícil de superar.
Ramsés enfrentó con timidez el importante compromiso de esta tarde, y apenas cortó una oreja por algunos detalles con ambas manos en el cuarto de la tarde, y una buena estocada, contrario a lo que sucedió con el que abrió plaza en el que escuchó un aviso luego de seis pinchazos.
Le costó al bogotano que no anduvo claro de ideas y quedó la sensación de haber desaprovechado el mejor lote de la tarde, con el que pudo haber conseguido mucho más, sobre todo en el cuarto que tuvo un pitón izquierdo extraordinario, y dejó a medio camino cuando la faena comenzaba a tomar interés en la afición. La tarea para Ramsés y para su apoderado César Camacho es ahora capitalizar la clase y la torería que es evidente en este torero colombiano.
Daniel Luque se fue de vacío y en el quinto quedó en deuda. Su trasteo aparatoso no logró el reposo que tuvo en el segundo y echó a perder la faena que se basó en su valor inmenso, pero a la que faltó temple antes de que el toro se fuera a buscar las tablas. En el segundo logró la conexión con el público en el quite por chicuelinas ajustadísimas.
Lo que siguió fue una muestra de suavidad en las muñecas para intentar parar al toro que fue manso y peligroso. A pesar de ello, lo intentó en el final de faena metido entre los pitones, lo que fue reconocido por el público, pero irrelevante para el toro que a esa altura de faena ya se había olvidado de dar la pelea. Luque es muy joven aún y su paciencia no le alcanzó para el quinto ante el que solamente le valió la buena disposición y el deseo de agradar y que la "Santamaría" lo tuviera en el recuerdo.