Las negociaciones de los toreros españoles por controlar sus derechos de imagen en televisión parece que siguen encalladas. Y con ello, también la elaboración de las primeras ferias de la temporada. Toreros y empresas se han lanzado estos días a un cruce de comunicados que sólo aclara que todavía no hay nada claro en el asunto.
Ésta del control de la televisión es ya una vieja aspiración de algunas figuras del toreo. Hace ahora justo veinte años que Joselito, César Rincón y Enrique Ponce, intentaron frenar la expansión de Canal Plus, que ya había empezado a televisar íntegramente la feria de San Isidro en 1991, firmando una exclusiva con Televisión Española.
Pero el valenciano y el colombiano dieron marcha atrás en el último momento y el madrileño se quedó, como casi siempre, "sólo ante el peligro". Aquella pretensión se reavivó a finales de la década de los noventa, después de que las cadenas privadas, con su masiva programación de festejos, hicieran que la audiencia aborreciera todo lo que oliera a toros, sobre todo si apestaba tanto como aquellas perjudiciales "corridas basura" con toreros mediáticos.
De nuevo, Joselito dio la cara y capitaneó, con Esplá y otras figuras concienciadas, un ataque a la patronal en pro de un reparto equitativo de esos derechos. Pero las grandes empresas, que disfrutaban de nuevos y mayores ingresos con la entrada en escena de la derrochadora Vía Digital, no sólo se resistieron sino que forzaron una escisión en la Asociación de Matadores aprovechando las dudas de Enrique Ponce a la hora de apoyar a sus compañeros.
Dos años después, Joselito y Martín Arranz, su padre y apoderado, volvieron a intentarlo con la fuerza añadida de José Tomás. De haberse sumado El Juli a aquel intento, como se pretendía, probablemente no se habría llegado a la situación actual. Pero, entonces, Juli no se quiso complicar tanto la existencia como ahora.
Han pasado ya diez temporadas desde aquel último intento y las empresas se han acostumbrado a basar las ganancias de sus ferias en los ingresos televisivos. Digital Plus, la heredera de la cadena pionera en transmitir íntegros los abonos, se ha sentido dominante y ha abusado de los propios toreros, llegando incluso a condicionar la elaboración de los carteles y, ahora, con la redifusión hasta el hartazgo de antiguas corridas grabadas.
Esas son las principales causas de este nuevo contraataque de los toreros, entre los que, como siempre, tampoco parece haber la suficiente cohesión. De la misma manera, se están reencontrando también con la eterna incomprensión casi generalizada a sus pretensiones, encauzadas de manera enrevesada por una empresa especializada.
Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, pero las figuras tal vez hayan esperado demasiado a dar por fin el necesario puñetazo en la mesa. Porque los tiempos de la televisión han cambiado mucho de entonces a hoy. Y de ordeñar las vacas gordas y atar a los perros con longaniza, las cadenas han pasado a perder miles de millones de euros en mitad de una crisis que ha reducido a la mitad los ingresos publicitarios.
Es decir, que no hay un duro en los medios, que apenas nada para repartir y por lo que luchar. Tampoco para los toreros. Y menos aún para esa interesada empresa gestora con la que se han comprometido, All Sport Media, que cree inocentemente que va a llevarse un pellizco de esta guerra por conquistar un territorio baldío.
Si queremos promoción de la Fiesta, que es lo más urgente, mejor que piensen qué imágenes quieren regalarles a las televisiones. Puede que todavía no les cobren.