"¡Bienvenido, Príncipe Diego!": La México (video)
Domingo, 11 Dic 2011
México, D.F.
Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo
Conquistó al coso de Insurgentes y cortó un rabo
"¡Bienvenido, Príncipe Diego!", exclamó un aficionado desde el emocionado tendido de La México, y ese grito pareció ser el sentir popular, pues el hijo del "Rey David" conquistó al coso de Insurgentes con una faena tan llena de arte como de sentimiento, que le valió para cortar las dos orejas y el rabo del extraordinario "Charro Cantor" de Los Encinos.
Justamente 17 años después de la última oreja que David paseó en este coso, Diego demostró con creces que de verdad es un sólido prospecto de la torería nacional al lograr este triunfo de trascendente magnitud, un éxito que le llega a tan solo unos meses de haber recibido la alternativa y que se suma a las salidas en hombros que ha conseguido ya en Guadalajara y Quito.
Y si desde el capote había advertido las cualidades de "Charro Cantor", con la muleta la cosa explotó, pues entendió de maravilla sus nobles embestidas y estructuró un trasteo inteligente en el que comenzaron a brillar los trazos con la mano derecha. El ejemplar también mostró la misma calidad por el izquierdo, así que Silveti se dio a torear al natural con empaque y largueza en series en las que cada muletazo era más lento que el anterior.
Con el público metido de lleno en su labor y con un toro que iba a más, llegó un punto en el que Diego se olvidó del cuerpo y solamente toreaba el alma, impregnando cada momento con el aroma de sus sentimientos y la hondura de sus muletazos. Extasiado, dibujó una dosantina personalísima, y no faltaron los pases del desdén, trincherazos y hasta la capetillina., en medio de los consagratorios gritos de "¡torero, torero!"
Pañuelos blancos en el tendido comenzaban a solicitar el indulto cuando Silveti cambió el ayudado por el acero, rematando el trasteo con ajustadas bernardinas. Ante la gritería del público, el juez de plaza, Roberto Andrade, le indicó que se tirara a matar, así que decidido se fue tras la espada y consiguió dejar tres cuartos, suficiente para terminar con la vida de un ejemplar al que merecidamente se le premió con la vuelta al ruedo.
Acompañado por el ganadero Eduardo Martínez Urquidi, Silveti dio la vuelta al ruedo con los máximos trofeos. Y esa sonrisa de alegría y satisfacción no se borró de su rostro en la segunda vuelta, y hasta algunas lágrimas rodaron por sus mejillas, llanto que compartió con algunos aficionados que quedaron verdaderamente conmovidos ante esta obra de arte.
El primero de su lote fue un toro que, si bien es cierto acudía a los engaños, era deslucido y terminaba con la cabeza a media altura. De a poco, Diego lo fue metiendo en la muleta y dejó detalles de calidad, aunque su labor no alcanzó a despegar por completo.
Una gran faena regaló Alejandro Talavante delante de su primero, al que toreó bien a la verónica, intercalando un par de chicuelinas y rematando con una larga cordobesa. Haciendo gala de sitio y recursos, pudo dejar constancia de su creatividad e inventiva, además de hacer el toreo bueno por ambos pitones, alargando los trazos ante un toro que fue bravo y tuvo recorrido.
Vibrante resultaron las tres arrucinas que ligó en un palmo de terreno, así como la quietud en los naturales que pusieron punto final a la faena, redondeando con un desplante a cuerpo limpio que puso al público el pie. Una pena que fallara con la espada, pues pudo pasear por lo menos una oreja.
Como tampoco pudo lograr el triunfo delante del quinto de la tarde, Talavante decidió regalar un toro, también de Los Encinos, con el que estuvo esforzado y consiguió dejar destellos de su tauromaquia, pero sin cuajar la faena que hubiera deseado dado que el burel poco transmitía y se fue apagando.
El arte de Guillermo Capetillo apareció con el que abrió plaza, un toro que embestía con gran calidad pero tenía poca fuerza. Tras la suerte de varas, Guillermo dibujó tres verónicas que le fueron muy coreadas y, ya con la sarga, algunos naturales bellísimos, lentos y templados, con ese sabor agitanado que quedó patente en un señorial trincherazo.
También con la diestra pudo torear de esa manera, aunque a su trasteo le faltó ciertamente mayor continuidad Terminó con media estocada de efectos lentos, lo cual provocó que el público se enfriara y, lo que pudo ser una mayor petición de oreja, quedó en una salida al tercio.
El segundo de su lote tampoco estaba sobrado de fuerza, pero llegó al tercer tercio con medias embestidas. Al ver que había poco por hacer, Capetillo lo toreó por la cara y finiquitó su labor ante algunos pitos que resultaron un tanto injustificados.
Ficha México, D.F. Plaza México. Sexta corrida de la Temporada Grande. Unas 13 mil personas en tarde agradable. Siete toros de
Los Encinos, de juego variado, destacando el lidiado en 6o lugar, que fue extraordinario y mereció la vuelta al ruedo, de nombre "Charro Cantor". Pesos: 512, 490, 508, 480, 492, 515 y 510 kilos.
Guillermo Capetillo (ciruela y azabache): Ovación tras aviso y pitos tras aviso.
Alejandro Talavante (blanco y plata): Ovación tras aviso, palmas y palmas en el de regalo.
Diego Silveti (blanco y oro): Palmas tras aviso y dos orejas y rabo. Incidencias: Tras el paseíllo se tributó un minuto de aplausos a la memoria del matador y fotografo
Armando Rosales "El Saltillense", fallecido el día de ayer.
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