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El Saltillense: La luz de un ojo prodigioso

Domingo, 11 Dic 2011    Saltillo, Coah.    Antonio Santos | Corresponsal   
Uno de los artistas de la lente más representativos de México

La luz del prodigioso y artístico ojo del fotógrafo Armando Rosales Gámez "El Saltillense" se apagó para siempre. El que fuera el mejor artista gráfico taurino de los últimos años en nuestro país falleció este sábado 10 de diciembre, a la edad de 63 años, luego de una enfermedad esofágica que ayer lo llevó a su último día de existencia.

Si hablamos, en cuanto a toreros, que en Saltillo nacieron el maestro Fermín Espinosa "Armillita" y el desaparecido Héctor Saucedo, en fotografía taurina y artística se puede presumir que de Saltillo era también Armando Rosales Gámez; por eso se hacía llamar El Saltillense.

Rosales Gámez, quien fuera también matador de toros coahuilense alternativado en su ciudad natal el 23 de noviembre de 1980, perdió ayer la batalla contra una enfermedad gástrica que lo obligó a ingresar al hospital en casi 10 ocasiones en los últimos cinco meses, desde junio pasado que fue internado de urgencia por primera vez.

El Saltillense es una de las historias más apasionantes y dramáticas en el medio taurino, pues desde sus inicios se distinguió por ser diferentes, original, creativo y apasionado. Desde que actuaba como charlot hasta que se enfundó el traje de luces por última vez.

Hasta su historia es diferente a la de la mayoría de los matadores en retiro como él, pues al colgar los avíos se convirtió en uno de los fotógrafos taurinos más importante de nuestro país. Rosales, en todas las plazas mexicanas, fotografió a todas las figuras del toreo desde hace 40 años y vio tantos toreros como rollos sin revelar aún dejó en su estudio.

Un toro arrancó de cuajo la visión de unos de sus ojos, pero en ese dramático instante le encendió la sensibilidad y creatividad en el otro.

El 16 de agosto de 1970, el todavía desconocido Saltillense, perdió uno de sus ojos al recibir una cornada de un astado viejo, toreado y resabiado de la ganadería de Zotoluca, en la placita de la Hacienda de Ojo de Agua, en la capital del país.

Pese a este percance, y utilizando un parche en su ojo, El Saltillense siguió toreando hasta hacerse matador de toros, de manos de Jesús Solórzano y Fermín Espinosa "Armillita", tarde en la que cortó cuatro orejas y un rabo.

Al poco tiempo se retiró de la profesión de torero para tomar la cámara de video y luego la fotográfica, para empezar un camino de más de 35 años hacia la trascendencia y la inmortalidad artística.

El pasado 26 de agosto, justo cuando cumplió 63 años de edad, Rosales Gámez fue galardonado en nuestra ciudad con el reconocimiento "El Orgullo Saltillense", que le otorgó el Ayuntamiento de Saltillo a través de su dirección de Educación y Deporte y la Subdirección de Deporte Organizado.

"Este estímulo no viene ni antes ni después de cuando debió ser, para mí es un estímulo muy importante en este momento de mi vida, por lo que agradezco mucho a quienes decidieron otorgármelo", comentó orgulloso El Saltillense ese día del reconocimiento.

Le sobreviven su esposa, la señora María Teresa González, sus hijos Armando, Pablo y Teresa Guadalupe, sus padres doña Consuelo y don Miguel Rosales, y su hermana Carmelita Rosales, cuñados, primos, sobrinos y nietos.

Armando Rosales Gámez "El Saltillense" será velado este domingo en las capillas Renacimiento, ubicadas en Nazario Ortiz 3951, colonia Rancho de Peña, a partir de las 8:00 horas.

La obra de El Saltillense se puede resumir en cuatro grandes etapas creativas:

Blanco y negro

Después de tomar la alternativa en Saltillo, de manos de Jesús Solórzano, Armando Rosales tomó su cámara y se dedicó a captar en blanco y negro esos momentos que están ahí, a la vista de todos, pero que sólo los artistas, los privilegiados, los que tienen el don, pueden ver.

Una de las gráficas representativas de El Saltillense en blanco y negro es el que captó en un saludo entre Manolo Martínez y Curro Rivera. Hay mucha historia detrás de esta foto.

Fotoxidaciones

Decía el genio Issac Newton que la casualidad no existe y confiaba en que la inspiración siempre lo agarrara trabajando.  Eso es justo lo que pasó con El Saltillense cuando descubrió "por casualidad", que las fotografías se oxidaban y se podía dibujar, por decirlo de alguna manera, sobre ellas.

De ahí surgió una etapa muy productiva y creativa del artista saltillense, la etapa de las fotoxidaciones.

Oxidaciones

La creatividad y la chispa no se apagaron en la mente de El Saltillense, pues luego de hacer arte oxidando fotografías ya tomadas encontró una mejor opción: dibujar sobre papel fotográfico virgen.

Esta etapa es una de las más cuantiosas del maestro, quien con su producción artística se ha ganado elogios de los críticos internacionales y el  reconocimiento de los taurófilos y taurinos del mundo con esta innovadora y exclusiva técnica jamás imitada.

Color

Sin duda, una de las cuatro etapas productivas de El Saltillense fue la de la fotografía a color, que aunque no tiene una fecha de inicio y otra de final como las anteriores, no deja de ser prolífera y llamativa por oportuna, original y única.

Estar en el momento adecuado, sensibilizarse igual viendo a un torero que fotografiar a un toro en el campo, son las virtudes con las que Rosales destacó en su carrera hasta lograr emocionar al más insensible de los que vieron su obra.


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