El rejoneador Rui Fernandes demostró que el buen torero es un ser inteligente, capaz de adaptarse a las circunstancias, y sobreponerse a cualquier eventualidad, como fue la de no poder traer su cuadra a Ecuador, y tener que improvisar con tres caballos que encontró por aquí para afrontar sus tres compromisos en la Feria de Quito.
Y si el otro día, en la corrida nocturna del miércoles pasado, enseñó que tiene bien aprendido el oficio de jinete, la tarde de hoy ratificó su concepto del toreo gracias al acoplamiento con esta cuadra de emergencia, con la que rayó a gran nivel en una actuación completa que le abrió la puerta grande de la monumental de Iñaquito.
El caballo de salida, que toreaba su segunda corrida en público, tardó en centrarse con el primer novillo del lote del caballista, sobre todo en los rejones de castigo, pues acudía con fuerza y apretaba mucho hacia adentro. Pero en el segundo tercio, la labor de Rui se vino arriba y de ahí en adelante colocó largas y cortas con lucimiento montando a "Opus" un caballo lusitano del hierro de Trinidad con el que subió de tono el entusiasmo. Algunos otros recursos de doma le sirvieron para rematar su faena y fue así como cosechó el primer apéndice del festejo.
Con el público a su favor, Rui se mostró todavía más alegre en el sexto, un novillo castaño un poco más hecho que tuvo transmisión y con el que ejecutó las suertes yendo siempre de frente, dando los pechos de los caballos y conectando con el público en una brillante actuación que fue a más.
Las banderillas largas, el par a dos manos y las cortas, calentaron el ambiente a la par que Rui seguía con entusiasmo toreando a placer, en una faena redonda en la que hubo estructura y clasicismo. A la hora de simular la muerte del toro con la banderilla corta plateada, entró con la misma determinación y verdad con la que había estado haciendo las cosas durante toda la tarde, y ese fue el mejor colofón a su obra, premiada con una oreja que tal vez debieron ser dos, debido al magnífico acabado de la faena.
El novillero español Víctor Barrio desaprovechó las magníficas prestaciones del ejemplar que abrió plaza, un novillo de Mirafuente que mantuvo su bravura hasta el final. La ausencia de temple y diversas dudas, se llevaron al despeñadero sus intenciones.
En el cuarto se superó de mitad del trasteo hacia el final, cuando entendió que era necesario entregarse más delante de un novillo dócil que terminó aburriéndose. Distintos desplantes previos a las manoletinas finales le permitieron cortar una oreja benévola.
Algo similar ocurrió al torero nacional José Antonio Bustamante, que sorteó un gran lote, compuesto por dos ejemplares bien hechos y con cualidades para el lucimiento. El quiteño evidenció falta de confianza con el primero, y se esforzó más con el quinto al que cortó una oreja simbólica en la que ayudó mucho el aliento de sus paisanos.
Quito, Ecuador.- Sexto festejo de feria. Tres cuartos de entrada en tarde fresca, con algunas ráfagas de viento. 1 novillo de Mirafuente (1o., sobreros sutituto) y cinco de El Pinar, bien presentados y de buen juego en general, de los que destacaron 1o. y 2o. por su calidad. Pesos: 406, 450, 420, 412, 400 y 438 kilos. Víctor Barrio (azul noche y oro): Silencio y oreja. José Antonio Bustamante (azul marino y oro): Silencio y oreja. El rejoneador Rui Fernandes: Oreja y oreja. Destacó en varas Braulio Almeida.