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Se interrumpe una tradición de 66 años

Jueves, 09 Abr 2020    Monterrey, N.L.    Martín Banda | Foto: Archivo     
La Procesión del Silencio de San Luis Potosí de este Viernes Santo
Después de 66 años ininterrumpidos, la Procesión del Silencio de San Luis Potosí que se escenifica por el centro histórico de la capital potosina la noche de Viernes Santo, detendrá sus pasos como nunca lo había hecho.

Y esto también es a consecuencia de la pandemia del coronavirus que afecta al mundo entero y que ha impedido que se concentren multitudes entorno a un evento cultural y religioso, como es este en particular, en el que participan más de 2 mil 500 cofrades, ante aproximadamente 160 mil espectadores en las calles, de ellos cerca del 20 por ciento de turistas.

Es la noche más sevillana en San Luis. Desde los balcones de sus casas de cantera se cantan las saetas (canto religioso de las procesiones andaluzas) y se recrean en sus pasos (las imágenes religiosas) la vida, pasión y muerte del Cristo crucificado.

La Procesión del Silencio tiene su origen en las festividades de Semana Santa en España, cuando los penitentes, por lo general encapuchados, salen acompañando el cortejo de Jesús de Nazareth que habrá de ser crucificado.

Cuenta la historia que, a la imagen de la Virgen de la Soledad –obra de Manuel Tolsá– que se venera en el camarín bañado en oro, en el Templo del Carmen en San Luis, hace casi 70 años los novilleros la sacaban a dar la vuelta por la plaza en señal del luto de los católicos potosinos.

No fue sino hasta 1955 cuando se invitó a las familias españolas residentes en San Luis a tomar parte del festejo, siendo entonces cuando los toreros potosinos de aquella época liderados por el maestro Fermín Rivera y su esposa Ángeles Agüero Ereño, le dieron el toque sevillano como se le conoce hasta ahora y que la ha convertido en la más famosa de México, en el extranjero.

Hoy, su nieto Fermín Rivera, miembro de la Cofradía de La Soledad, la que antecede a la venerada imagen en el último paso del evento, cuenta con solemnidad lo que es este orgullo de los potosinos.

"Recuerdo que desde pequeño mi mamá, Rosario Rivera Agüero, me llevaba a la Procesión ya que mi hermana participaba e íbamos a verla. Yo era muy pequeño, pero sí me impresionaba ver la solemnidad y a los penitentes descalzos, con los pies arrastrando gruesas cadenas y todos encapuchados llevando un cirio encendido en la mano derecha".

Fermín tenía dos años cuando falleció su abuelo, el maestro de San Luis, por lo que no guarda recuerdos de su viva voz, más que lo que le contaba su abuela.

"Cuando empecé a torear, Lupita Romo, quien es una persona muy allegada a la familia Rivera y la encargada de la Procesión, me llamó para que estuviera con ellos y de esa manera siguiera la tradición que empezaron mis abuelos. Tenía entonces 13 o 14 años cuando participé por primera vez y luego he tratado de todos los años estar ahí, salvo las ocasiones en que me ha tocado torear en Viernes Santo, de ahí en fuera trato de seguir una tradición que comenzaron mis abuelos y los toreros potosinos de aquella época", agregó.

La Procesión inicia cuando el reloj marca las 20:00 horas. Desde temprano, miles de potosinos y visitantes buscan un lugar en las banquetas de las calles por donde ha de desfilar el Vía Crucis. Cuando la Guardia Pretoriana toca tres veces la puerta mayor del Templo del Carmen y ésta se abre de par en par, da inicio el cortejo silente. Su recorrido tardará dos horas y media en regresar al sitio donde empezó.

"En algunas ocasiones sí me tocó llevar alguna de las cruces, no la Cruz de Guía como tal, pero sí alguna cruz que manejan los novilleros y después ya más adelante comencé a utilizar, como hasta ahora, la misma túnica de mi abuelo que era "el Hermano Mayor o Cófrade Mayor" de La Soledad.

La religiosidad de los penitentes es cubierta por un capirote (cono de cartón cubierto con una capucha que deja al descubierto sólo los ojos), que no deja de asombrar a los pequeños.

A lo largo de estas casi siete décadas, además del maestro Fermín y de su hijo Curro Rivera (los dos ya fallecidos), de su nieto Fermín el actual matador, han participado toreros de todas las épocas que van a San Luis a participar en ella.

"Recientemente por lo general vamos los toreros de San Luis, picadores, banderilleros, ganaderos y aficionados. Me ha tocado ver a Hilda Tenorio al descubierto tras la cruz de guía de los toreros y encapuchados a Juan Antonio Adame, a Jorge Hernández Gárate, Fernando Labastida, José Esqueda "El Tuco", Pepe Torres, a Joselito Briones, a don Mario Zulaica y sus hijos Mario y Andrés, así como a muchos novilleros que están en su momento y después por alguna situación que ya no siguen en el medio. 

En general sí somos un grupo bastante grande de cofrades que acompañamos a la Virgen de La Soledad y nos distinguimos por ser los últimos y los que salimos con dos cruces, una llevando un capote de paseo extendido y otra, con un par de banderillas y una montera”, señaló.

"La Procesión es algo que ha crecido muchísimo de cómo empezó. Cuando invitaron a mis abuelos es cuando empiezan con las tradiciones de España y comienzan a hacerla diferente, un poco más grande. Año tras año ha ido creciendo, ha habido grandes impulsores y ahora es un evento a nivel internacional, muchísima gente va como espectador y las cofradías han ido creciendo año con año. 

El recorrido en el Centro histórico de San Luis es muy bonito, tiene una gran belleza, por sus calles de cantera iluminadas. Hay otras procesiones en algunas otras partes del país, pero la de San Luis en calidad e importancia es la mejor", dijo el matador potosino.

Rivera describió lo que significa para los toreros estar tan íntimamente ligados a la religión por su profesión y en este día, ser parte de ella.

"Lo que siempre me ha gustado, lo bonito de la Procesión es que vas totalmente ensimismado, nadie sabe quién va ahí debajo de esas capuchas, saben que van toreros y puede ser cualquiera de ellos, puede ser un aficionado, un torero o un ganadero, eso te ayuda tratar de hacer una penitencia y hacerlo con fe, como debe de ser, sin tratar de demostrar nada. Ahí vamos todos en silencio y tratando cada uno de pedir lo que cada uno quiera o metidos en sus ideas, en sus cosas…. es algo bonito y se siente un ambiente bonito".

Dijo que un momento cuando se eriza la piel es al salir del Templo del Carmen y ver a toda la multitud en la Plazoleta del Carmen y al instante, ver la majestuosidad del Teatro de la Paz iluminado, con sus escalinatas colmadas de fervientes espectadores.

"Siempre he pensado que ese momento es similar a cuando sales a partir plaza. Ese silencio, sí, vas encapuchado, pero siente ese nervio de salir ante la gente y luego el recorrido es un poco cansado en el aspecto físico porque sí hay que llevar ese paso "anormal", al ritmo del tambor. Sí llega un momento en que sientes el cansancio, pero es parte de la misma penitencia. A parte ir viendo las calles de San Luis es bonito y la verdad que todo el recorrido, siendo los últimos, hay muchísima gente esperando por verte y nunca se pierde el interés”, agregó.

Y ahora, sólo la pandemia del coranovirus de Wuhan fue posible detener esta penitencia cuando se cumpliría la edición número 67 de la Procesión del Silencio potosina.

"Como muchos otros eventos, religiosos, deportivos, taurinos, es una situación difícil para el mundo y en nuestro caso para el país. Obviamente es un golpe muy duro en lo anímico, se cierran muchas cosas y en lo económico es un golpe económico, a final de cuentas para San Luis ya que la Procesión es un evento religioso muy grande que vienen a ver muchos turistas. 

A nosotros en lo taurino nos ha pegado, es una situación que se nos presenta y habrá que pensar positivo, que pase lo más pronto posible y nosotros poner nuestro granito de arena para que poco a poco ir solventando y a que esto se vaya quedando en el olvido", finalizó Rivera.

Cabe destacar que la procesión del Silencio fue declarada parte del Patrimonio Cultural del estado de San Luis Potos en el 2013. Es un evento organizado por la Asociación de Tradiciones Potosinas, siendo esta una recreación del Vía Crucis, con cada estación marcada por un paso de misterio con imágenes de pasión.

En 2014, la ciudad rindió homenaje a los fundadores del evento, entre ellos Fermín Rivera, María de los Ángeles Agüero Ereño, Marco Tulio Jiménez, Carlos Artolozaga Noriega y Juan Hernández Auces. 


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