La muerte de Rodolfo Rodríguez "El Pana" ha generado un hondo pesar en el medio taurino, y en la siguiente información agrupamos una serie de reacciones de la gente del toro, en las que plasman sus recuerdos y sentimientos acerca de lo que ha sido y significado el maestro de Apizaco.
Jesús Solórzano (Matador de toros):
"Se me tiró de espontáneo en Tlaxcala como maletilla, y a nadie le gusta que eso ocurra. Y en vez de reaccionar mal, cogí un par de banderillas y se lo di para que lo clavara y le puso un parezaso impresionante al toro. ¡Ése era El Pana! Desde entonces quería ser torero y abrirse paso. De ahí siguió su carrera como novillero y ya cuando se hizo matador toreamos varias corridas juntos. Una vez toreamos mano a mano en Santa Ana Chiautempan una corrida de La Laguna, con mucho cuajo y kilos, y me di cuenta que era capaz de estar bien con toros de ese tamaño. El Pana tenía una gran expresión, única, con gran sello, y lo más importante es que fuera del toro no le quitabas la vista de encima: siempre llamaba la atención de una manera muy especial con su torería. Y aunque a muchos no les haya gustado su estilo del todo, El Pana ha dejado una huella digna de ser admirada porque era un torero diferente, y eso no se cambia por nada. Mi pésame para toda su familia porque era muy allegado a la casa: mi madre era su fiel partidaria y lo quería mucho, y mi hermano Salvador anduvo con él como apoderado varios años".
Paco Dóddoli (Matador de toros y Representante Ejecutivo de la Asociación de Matadores):
"En estos momentos de dolor me es muy difícil poder ligar palabras. Tengo muchos recuerdos del maestro Pana pero, lo que nunca se me olvidará, fue que cuando recuperó la consciencia en el hospital de Torreón y me vio a lado de su cama, abrió la boca y, sin sonido, dijo: "Paco, hasta el final". Me lo tradujo un enfermero moreno que estaba a su lado, que era el que sabía leer los labios. Y El Pana peleó como pocos, con un valor espartano hasta el final. Me quedo con este grato recuerdo de un verdadero hombre".
César Rincón (Matador de toros y ganadero):
"El toreo está triste con la noticia de la muerte de El Pana, aunque al final todos sabemos que lo sucedido fue lo mejor para él, porque la vida que iba a llevar no era vida, realmente. Lo que dejó ha sido una de las cosas más importantes que se han escrito en la tauromaquia, porque ese después, ahora que ya no está, siempre lo vamos a recordar. ¡Qué lastima!, pero la vida es así. Nosotros lo único que debemos de saber es que este hombre deja una huella imborrable y que se entregó a la vida, a su profesión, y que la amó desde el principio hasta el fin y esa es una gran enseñanza. Tuve el privilegio de torear en Tlaxcala una tarde con él, y estar ese día a su lado fue algo muy especial para mí porque cuajó un toro de García Méndez y me pude percatar del sentimiento tan profundo que tenía".
Pepe Ibáñez (Apoderado):
"Estoy destrozado con la noticia. Quería mucho a Rodolfo, al margen del tema profesional como su apoderado en estos últimos años. Me hizo pasar momentos fantásticos y otros muy malos, también. Le tenemos que hacer un gran homenaje, se lo merece. Y hay varias figuras españolas que se han ofrecido para que esto suceda. Debemos hacerle un monumento pero que quede en la Plaza México. Es la idea que yo tengo y espero que mucha gente se sume a poder cristalizar este proyecto, porque yo sé que a él le hubiera gustado. Por ahora es lo único que puedo decir, pues lo demás, como a todos, es algo que me ha consternado".
Antonio Urrutia (Matador de toros):
"Hice buen relación cuando venía y se quedaba en la Asociación de Matadores. Le gustaba mucho hablar y contar historias. Era bromista y tenía chispa. A mí me gustaba molestarlo diciéndole que todavía era un pasante, y que mientras no confirmara su alternativa en Madrid así seguiría siendo: pasante en tauromaquia, y nada más se reía. Tuvo un buen concepto de la unidad dentro de la asociación y formó alguna vez parte del comité directivo. Lo recordaremos con cariño, pues una personalidad como la suya siempre trasciende".
Eulalio López "Zotoluco" (Matador de toros):
"En gloria esté El Pana, y pues bueno, así Dios lo ha querido. Desgraciadamente sus últimos días no fueron lo que nos hubiera gustado. Es un hombre que deja muchas cosas bonitas y positivas por su personal estilo, su bohemia, su manera de ser dentro y fuera de los ruedos, y en fin, es un hombre que al final va a quedar en el recuerdo de los profesionales y por supuesto de la afición. Mando mis más sentidas condolencias a sus amigos y sobre todo a su familia. Dios lo ha querido así y que descanse en paz".
Salvador Solórzano (Apoderado):
"Nuestro Señor tardó un mes y un día en llevárselo. Me da mucha tristeza, pero creo que después de un terrible sufrimiento Rodolfo ya descansó en paz. Vivió e hizo su vida como él quiso, como se le dio la gana, y su deseo de morir como torero se le cumplió casi al 100 por ciento, aunque él nunca imaginó, ni pensó siquiera en quedar cuadriplégico. El deseaba que un toro le quitara la vida. Varias veces me lo dijo y también lo hizo público en algunas entrevistas, aquí y allá. Se me hace un nudo la garganta en este momento que me dificulta hablar. Ya está en compañía de don Mariano Ramos y de otros tantos toreros que han amado su profesión intensamente, como lo hizo Rodolfo, al que voy a extrañar como amigo y como torero. Nunca lo olvidaré".
Luis Mariano Andalco (Director Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino)
El Pana nos deja un significativo legado en Tlaxcala, donde era un auténtico ídolo popular, muy querido por la gente. Siempre luchó contra la adversidad y supo salir adelante, a veces en circunstancias de salud muy difíciles. También nos deja un gran sentimiento como toreros, porque con su partida se ha ido el último romántico de los ruedos. Aquí se queda su alma entre nosotros para recordarnos la grandeza del toreo. Tuve el gusto de que el maestro me nombrara presidente del patronato de la escultura de la plaza y de la calle que lleva su nombre, porque él fue muy amigo de mi papá, que fue su primer apoderado. Y gracias a este nombramiento pudimos cambiarle el nombre a la Monumental de Apizaco para ponerle el suyo, que me parece es un gran reconocimiento. Cuando estuvo en el Hospital Civil de Guadalajara para visitarlo, le recordé una frase que él me había dicho algún día: que en esta vida no se movía la hoja de un árbol sin la voluntad del Divino. Me comentó que ya deseaba estar con Dios, que ya se apiadó de él. Aquí lo recordaremos el resto de nuestros días, como torero y como amigo.
Xavier González Fisher (historiador taurino):
La primera vez que lo vi fue en 1977, cuando se le tiró al Capi Ramírez como espontáneo con el famoso novillo "Pelotero" de San Martín, que esa tarde inmortalizó el hijo del añorado Calesero. La sensación que me provocó El Pana fue como estar presenciando una estampa de la novela de Luis Spota, la de "Más cornadas da el hambre", por su aspecto de torerillo de la legua que llevaba una faja en su pantalón de mezclilla, una gorrilla y unos tenis que entonces se llamaban de lona. Le dio al novillo tres afarolados con una muleta, hasta en esto era distinto, pues esa suerte jamás la he vuelto a ver, y luego se escabulló al tendido con mucha habilidad. Un año después, anunciado ya como El Pana, llenaría una etapa muy importante en la historia de La México, pues junto con César Pastor participó en una de las temporadas de novillas más importantes de los últimos tiempos. Toreó 12 novilladas y un festival y con unos entradones impresionantes, y ahí comenzó a forjar la leyenda que llega hasta nuestros días. Fue un torero que con destellos de torero antiguo se forjó como uno de los grandes mitos de los tiempos modernos”.
Tonatiuh Lailson (Cabo de los Forcados Mexicanos):
La admiración que sentíamos por El Pana era muy grande. Sobre todo aquello que se refiere a la manera en que debe vivir un torero fuera del ruedo, reflejando así toda una filosofía de vida. También siempre nos impresión como querer la tauromaquia, la profesión de torero. Nos afectó mucho la noticia de su accidente en Ciudad Lerdo; la forma tan drámática que lo arrollo el toro, de frente. Una vez toreamos a su lado una corrida en El Palacio del Arte de Morelia y bordó un toro de Real de Valladolid, y todos los forcados estábamos como locos de la emoción y aventamos nuestros barretes a la arena en símbolo de admiración y recogió uno en la vuelta al ruedo, al tiempo que, ceremonioso como era, nos dedicaba una reverencia como una muestra de gratitud. Aprovechamos este medio para enviar una pronta resignación a su familia y también a la familia taurina, entre la que el maestro tenía muchos seguidores.