Anecdotario de Giraldés: Empresario excepcional
Domingo, 24 Abr 2016
Tijuana, B.C.
Giraldés | Opinión
Un texto sobre el empresario Pedro Balañá
En todas las épocas del toreo los buenos empresarios han logrado darle esplendor a la Fiesta. Es lógico, son ellos, los empresarios, quienes manejan el negocio de los toros.
Don Pedro Balañá fue un empresario excepcional, en su época uno de los muy pocos del grupo especial. Empezó su gestión en Barcelona; después hizo empresa en un buen número de plazas. Durante mucho tiempo fue el empresario que organizó más festejos en la temporada española.
Don Pedro de joven no era aficionado y un buen día, muy bueno para él y también muy bueno para la Fiesta, entró al negocio de los toros como han entrado muchos… "Por la puerta del comercio". Balañá como buen catalán, tenía la intuición innata del hombre de empresa y comprando las carnes de los toros que se lidiaban en Barcelona, empezó a tener buenas utilidades y a relacionarse con el mundo taurino.
Enseguida advirtió que el negocio grande no estaba en comprar la carne y enseguida revenderla,… el dinero estaba en manejar la plaza. Sin dar a conocer sus planes, sin comunicar a nadie su proyecto, fue preparándose poco a poco. Admitiendo su desconocimiento del muy complejo y complicadísimo negocio de los toros, escuchó a muchos profesionales del toreo, de ellos fue aprendiendo.
Cuando la plaza de toros de Barcelona, -por no estar bien llevada-, empezó a reportar pérdidas, el entonces joven Balañá se presentó ante los propietarios del coso.
"Quiero alquilarles la plaza", les dijo al iniciar la plática. "Pedro, -le respondieron-, esto es muy complicado y usted no conoce de toros. Además, ahora mismo, como está la situación, es un mal negocio; un negocio como para perder mucho dinero".
"Posiblemente no conozco de toros,… quizá sea cierto. ¡Conozco de negocios! Y tengo muy claro que no hay buenos negocios y tampoco hay malos negocios. Hay buenos negociantes y hay malos negociantes".
Los convenció y para bien de la Fiesta se quedó con la plaza y muchos años después de aquella plática,… ¡la compró!
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