España celebró este sábado 12 de octubre su día mayor, que conjunta dos efemérides trascendentales de su historia e imaginario social, como son el día de La Hispanidad y la fiesta de la Virgen del Pilar; las calles madrileñas se llenaron de gente para atestiguar, bandera en mano, el desfile militar que recorrió el Paseo del Prado; al tiempo que los templos se poblaron de fieles marianos devotos de la patrona Pilarica.
La mañana capitalina transcurrió entonces con el ambiente propio de los días de fiesta grande, matizado o ensombrecido por temas como la crisis económica y las corrientes divisionistas que amenazan la integridad nacional. Uno y otro asunto dominan las conversaciones y de alguna manera afectan el ánimo de los ciudadanos.
Esta España en horas bajas; sin embargo, trata de sobreponerse a preocupaciones y apuros, robándole al tiempo espacio para el café, la tertulia, el futbol y, claro está, los toros.
El otoño de este año ha permitido disfrutar de un clima templado, maravilloso que invita al aire libre, al paseo y a la plaza de Las Ventas que cerró formalmente sus puertas en lo que se refiere a su temporada anual con la denominada Corrida de la Hispanidad.
El cartel confeccionado para la ocasión incluyó los nombres del colombiano Luis Bolívar, el español Paco Ureña y el mexicano Sergio Flores; la terna internacional debió enfrentar a un lote de toros procedentes de La Dehesilla, José Luis Pereda y Sánchez Herrero; a excepción hecha del primero de la tarde, los restantes ejemplares se caracterizaron por su bastas hechuras y deslucido comportamiento; toros vacíos de bravura y en muchos casos cargados de peligro que exigieron sobremanera a sus lidiadores. Parecía que el viento propio de la otoñada se llevó consigo la raza de los animales y con ella el toreo.
El caleño Luis Bolívar vio también como la brisa le despojaba de la claridad de ideas indispensable para aprovechar a la res que abrió plaza. El aire trajo consigo también un par de astados que no permitieron que Ureña termine de expresar su buen concepto taurino. Y, la corriente colocó frente a Flores dos enemigos intratables con los que el mexicano pasó como un vendaval de valor, carácter y seguridad.
El epílogo de la temporada otoñal transcurrió en una atmósfera de cierta indiferencia popular que demeritó lo que sucedía en la arena, sentimos como que los espectadores aguardaban el final de la función taurina para continuar con la celebración para comentar en diversos tonos del clima, la crisis, el futbol y los toros.
El caso es que la Plaza de Toros de Las Ventas cerró sus puertas con el viento del otoño.