Julián López "El Juli" sigue en pie de guerra, y esta tarde en la plaza de Gijón demostró una gran capacidad, delante de un lote manejable, con el que disfrutó mucho el toreo y sintonizó con un público muy receptivo que estuvo a favor de los toreros durante todo el festejo.
En sus dos faenas, la cave fue saber encelar a sendos toros de buen estilo y poquita casta, y así, dejándoles siempre la muleta en la cara, consiguió hilvanara series de excelente acabado en las que toreó relajado de planta y con esa sobriedad que, de unos años a la fecha, ha marcado su rumbo expresivo.
De todo cuando hizo Julián, lo que más asombró a la gente fue la forma en que fue intercalando diversos adornos, sobre todo en la faena al toro que abrió plaza, un ejemplar noble y dócil que terminó aburriéndose.
El que nunca se aburrió fue el madrileño, que le buscó las vueltas y toreó con temple, "pespunteando" cada una de las embestidas para obligarlo a seguir la trayectoria de su poderosa muleta. Y así le dio redondos ligados en un palmo y girando en los talones, a pesar de que el toro de Jandilla quería salirse del embroque al embestir por afuera.
Quizá uno de los momentos estelares de este trasteo fue cuando ejecutó un martinete invertido, y aunque no se trata de un muletazo que prodigue, según nos comentó en una entrevista posterior que se puede escuchar aquí mismo, lo cierto es que esta nueva suerte ya tiene un nombre, y que mejor que sirva, en estas fechas, para homenajear al inolvidable Manolo Martínez.
La suerte en cuestión se la sacó de la manga al improvisar lo que en un principio parecía un pase cambiado por la espalda, en la que llevó toreado al toro con el reverso de la muleta –como si de una capetillina se tratase– con la enorme diferencia de que al final del muletazos giró, con el compás abierto, y armoniosamente, a favor del viaje del toro para después ligarlo con un sentido pase de pecho.
Ahora que varias figuras –como José Tomás o Alejandro Talavante– se han dado a la tarea de hacer cosas nuevas, habría que considerar este martinete invertido de El Juli, que tiene sus antecedentes en esa combinación de pases que Manolo popularizó en los setentas (a veces con cambio de mano en vez de pase de pecho como remate) y que el maestro Pepe Alameda tuvo a bien bautizar en honor del apellido del figurón norteño, y en una clara evocación de ese cante del barrio de Triana que los gitanos herreros inventaron en la fragua, con la única compañía del martillo y el yunque, con ese toque algo metálico y cortante, con un ritmo muy acompasado, similar al de la siguiriyas, uno de los palos más clásicos y profundos del cante flamenco.
Así que esta grata sorpresa fue un nuevo regalo a la afición gijonesa, que terminó entregándose a Julián sin reserva.
Con la salida a hombros garantizada prácticamente desde que comenzó la corrida, el maestro madrileño no se durmió en sus laureles, y al bondados sobrero del Conde Mayalde le planteó otra faena templada y suave; segura y torera, que no pudo rubricar con la espada, lo que hubiese significado un mayor número de trofeos para la estadística.
Acicateado por su amigo, Miguel Ángel Perera estuvo a la altura de las circunstancia de este rematado cartel, y al primer toro de su lote le hizo una faena de menos a más en la que cuajó un quitazo combinado en los medios, dándole muchas ventajas al toro, y con este concepto tan ojedista en el que el torero siempre es un eje alrededor del cual se enroscan las embestidas.
Esa primera faena tuvo mucho calado entre el público pero no estuvo fino con la espada, que fue la tónica general de los toreros esta tarde. Así que no tuvo recompensa a la hora de finalizar la lidia.
La que hizo al sexto sí que la tuvo: una meritoria oreja que no refleja del todo la seria actuación del extremeño, que a este toro lo recibió con una arriesgada larga cambiada de rodillas.
Cuando este trasteo entró en la corta distancia, que parece ser el lugar donde Miguel Ángel se siente más torero (aunque también sabe torear largo y con mucha hondura), el público rompió del todo y el torero se adueño de la situación ante un toro que terminó parado. El aguante y el valor de Perera está fuera de discusión, así como su solvencia para resolver con una cabeza muy despejada.
El que no tuvo suerte en el sorteo fue José Mari Manzanares, que sorteó un lote complicado. El alicantino se esforzó sin demasiada recompensa, salvo por la oreja que le arrancó al quinto tras colocarle una estocada de las suyas.
Y así terminó una corrida con rivalidad y detalles muy toreros, como ese nuevo "martinete invertido" que ya hay que firmárselo a Julián como una suerte que viene a recordarnos que el toreo, en su esencia, es un sentimiento que habita en los más profundo del alma y cuya inspiración brota en cualquier instante.
Domingo 14 de agosto de 2011. Penúltima corrida de feria. Lleno en tarde lluviosa que obligó al aplazamiento del comienzo del festejo media hora. Cinco toros de Jandilla, disparejos de hechuras y descastados en su conjunto, y uno de Conde Mayalde (4o., sobrero sustituto), manejable. Julián López "El Juli" (azul turquesa y oro): Dos orejas tras aviso y ovación tras aviso. José Mari Manzanares (nazareno y oro): Ovación tras aviso y oreja. Miguel Ángel Perera (azul añil y oro): Ovación y oreja.