César Jiménez e Iván Fandiño cortaron sendas orejas durante la quinta corrida de la Feria de San Fermín, tras actuaciones repletas de entrega, en una corrida condicionada por la falta de bravura de los toros de Fuente Ymbro, que no contribuyeron del todo al lucimiento.

A portayaola y con el capote en la espalda recibió Fandiño a su primero, para ligarle gaoneras de inicio en algo que es poco frecuente. Con el público metido a su labor desde los albores de la misma, arrancó la faena de muleta en el centro del redondel y pegó tres péndulos escalofriantes, mostrando que iba a darlo todo.

Una limpia tanda de derechazos, con buen trazo y acabado, presagiaba algo importante, pero el toro fue a menos y terminó defenderse. Aún así, Iván siempre estuvo ahí, firme y con recursos, para abrochar con estoicas bernardinas. Tras lograr un soberbio estoconazo, paseó una oreja ganada a ley.

Con la misma intensidad salió a jugarse la vida delante del sexto, pero el ejemplar no respondió y muy pronto se querenció a los tableros. Hasta allá fue Fandiño para extraerle algunos muletazos meritorios, terminando de buen espadazo y escuchar palmas.

César Jiménez le tumbó la oreja al quinto de la corrida, un toro que tenía cierta clase en sus embestidas y un buen fondo de bravura. Siempre dándole su sitio al toro, estructuró un trasteo tan largo como interesante, mostrando ques un torero con oficio y recuerdos.

También destacó delante de su primero, que tuvo poca fuerza. Siempre paciente y sin forzalo mucho, cuajó miomentos destacados, los cuales quizá le hubieran redituado en una oreja de no ser por lo baja que cayó la espada.

Antonio Ferrera no tuvo suerte y, más allá de la eficacia para cubrir en segundo tercio, su labor con ambos toros no logró eco en el tendido. Hay que comentar que sus dos ejemplares fueron deslucidos y mansearon, y ante los cuales solamente pudo estar digno y haciendo las cosas con esfuerzo.