La suerte favoreció a Fabián Barba, y el lote bueno del encierro de Santa Fe del Campo cayó en sus manos, así que el torero hidrocálido no desaprovechó ni una sola embestida y toreó a placer a sus dos toros, en una nueva demostración de que pide que le abran paso, y las puertas de otras plazas.

Y cabe agregar que en esta actuación tan completa, Barba enseñó las dos facetas de su toreo: un oficio bien aprendido y una expresión más alegre de cara al público, que vio con agrado su actitud en todos los pasajes de la lidia, que solventó con recursos y entrega.

Porque con los dos toros se fue de rodillas a porta gayola y ejecutó un total de tres largas cambiadas de perfecta ejecución. Además, toreo sobriamente de capote, con temple y suavidad, en lances a pies juntos; y también hizo un quitazo por gaoneras que remató con una elegante brionesa.

La estructura y claridad de Fabián en las dos faenas, fue el mejor argumento de su toreo. Y si al primer toro de su lote, que tenía calidad y embestía con temple, le dio un par de series de naturales de excelente factura, al quinto, que tenía más transmisión, lo toreó en redondo con cadencia y ligazón.

La intensidad de la segunda faena llegó a su clímax cuando entró a matar como un león, en una valerosa estocada a toma y daca en la que fue volteado en el momento de sepultar la espada en todo lo alto. Y como el toro cayó fulminado, sin puntilla, le concedieron dos orejas que, sumada a la que había cortado al primero de su lote, le convierte, numéricamente, en uno de los grandes triunfadores de este ciclo.

Ojalá que esta actuación le sirva a Barba para seguir en la lucha con la misma dedicación y profesionalismo, porque visto lo visto, se encuentra en el mejor momento de su carrera y completamente maduro como torero que debe ser tomado en cuenta por otras empresas.

Mario Aguilar le tumbó una oreja al tercer toro de la tarde gracias a una faena que tuvo detalles de calidad, y en la que toreó con temple y suavidad. El toro embestía de forma irregular, pero Mario se plantó sobre la arena con decisión y le dio pases de mérito. A la hora de matar ejecutó una estocada entera, de efectos rápidos, y le entregaron este premio que suma mucho en una etapa de su carrera en la que están por definirse cosas interesantes.

Delante del deslucido séptimo estuvo esforzado pero sin poder ligar una faena porque el toro, y el viento, que a esta hora se había desatado, se lo impidieron.

Antonio Barrera regresó a Aguascalientes y en esta ocasión no consiguió tocar pelo, y no fue porque el sevillano no buscara afanosamente el triunfo, sino porque faltó rematar sus faenas de manera más eficaz con la espada.

El toro que abrió plaza fue exigente y violento, y Antonio lo toreo con su característica raza, ante el agrado del público que miró con atención el desarrollo de una faena concisa.

El cuarto tuvo un momento bueno pero se desfondó demasiado pronto. No obstante, Barrera le robó pases con ritmo hasta que el toro se paró. Mató de pinchazo hondo y se retiró entre palmas.

Gerardo Adame, que sustituía a Oliver Godoy, sorteó el peor lote del encierro, compuesto por dos toros descastados con los que ni siquiera pudo lucir su valentía. Y por si fuera poco, en la lidia del octavo se soltó un tremendo vendaval que hacía imposible el toreo. Cabe comentar que este ejemplar le echó mano dos veces intentando la realización de un quite por tafalleras, afortunadamente sin hacerle daño.

La sonrisa de Fabián Barba en la salida a hombros contagió entusiasmo a la gente, que disfrutó mucho una actuación variada y emotiva que entró de golpe en el cuadro de honor de la edición 2011 de la feria sanmarqueña.