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Seis Dolores... pero de cabeza, en La Maestranza

Martes, 26 Abr 2011    México, D.F.    Redacción | Foto: Archivo         
Antonio Barrera saludó la única ovación de la tarde
El pésimo juego de los toros de Dolores Aguirre supuso varios dolores de cabeza para la terna, de la que el más sobresaliente fue Antonio Barrera, después de haber desplegado un encomiable esfuerzo ante un lote que desarrolló mucho genio en la muleta.

Y el sevillano salió mentalizado y se jugó la voltereta en distintos pasajes de la lidia de los dos toros de su lote, a lo que se vio obligado a robarle los muletazos con mucho mérito.

Al toro que abrió plaza no lo probó en el inicio de la faena, y quizo aprovecharle el pitón derecho porque por el otro era un marrajo de malas ideas. En un afán de pegarle pases, se vio un tanto acelerado, pero con el corazón bien puesto para afrontar el amargo trago que entrañaba ponerse delante de ese toro tan complicado. A la hora de matar no estuvo fino con la espada y requirió de varios intentos para enviar al destazadero al de Dolores Aguirre.

El cuarto, hondo, largo y serio, tenía mejores hechuras, pero el continente del toro no tuvo concordancia con su contenido, y aunque le pegaron fuerte en varas llegó a la muleta con fuerza, arrollando por arriba y queriendo quitarse la muleta cada vez que Antonio Barrera intentaba someterlo en pases con la derecha en los que se colocó muy cerca para taparle la cara y someterlo.

Así consiguió una faena vibrante que la gente supo valorar en el tendido, atendiendo, como suele ser en Sevilla, a la observación de lo que hace el toro para juzgar la labor del torero.

Salvador Cortés sorteó un lote de inválidos, y si el primero se lastimó una pata saliendo de una verónica, el otro se echó a mitad de la faena. Así es imposible, ni el que inventó el toreo. Y el presidente se equivocó al no devolver al segundo de la tarde, pues la cojera era ostenisible. Si a ello sumamos que el toro se dio un batacazo al dar una vuelta de campan, llegó sin fuelle al tercio final.

El otro torero sevillano del cartel bosquejó una faena sin relieve, lo mismo que hizo frente al quinto hasta antes de que doblara las manos en pleno trasteo.

El joven debutante en Sevilla, Alberto Aguilar, enfrentó en primer término a un toro de distinta hechura que la generalidad del encierro, y fue un toro muy indefinido que se orientó pronto. Acostumbrado a matar corridas duras, el menudito madrileño anduvo apurado y sin planteamiento hasta que el toro impuso su ley y le sugirió al torero que abreviara, pues de otra manera podía echárselo a los lomos. Así que mató de dos pinchazos y una estocada para retirarse en silencio.

El sexto fue devuelto, porque de no haberlo echo, el presidente de la corrida hubiese escuchado una bronca. Y como era improbable que el sobrero fuera bueno, en una tarde marcada por la falta de casta, el genio y las malas ideas, el chaval tuvo que apechugar con un toro serio que sabía bien lo que dejaba atrás, pero no pudo hacer casi nada ni con la muleta ni con la espada, con la que estuvo fatal.

Ficha

Sevilla, España.- Plaza de La Maestranza. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada en tarde agradable. Toros de Dolores Aguirre (el 7o. como sobrero sustituto), disparejos en presentación y descastados en general; varios sacaron genio y fueron muy complicados. Pesos: 516, 530, 515, 560, 529 y 565 kilos. Antonio Barrera (canela y oro con remates negros): Silencio tras aviso y ovación tras aviso. Salvador Cortés (blanco y oro): Silencio y silencio tras aviso. Alberto Aguilar (obispo y oro): Silencio en su lote. Destacó en la brega Rafael González Amigo, que lidió bien al 3o. Por lo tocante al resto de las cuadrillas, lo cierto es que casi toda la corrida se picó y se banderilleó de manera deficiente.


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