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Perera cuaja una faena de relojero (video)

Sábado, 23 Abr 2011    Texcoco, Estado de México    Juan Antonio de Labra | Foto: Nacif           
Al segundo toro de la tarde, el único potable de Fernando de la Mora
A base de quietud, seguridad, mando y, sobre todo, temple, Miguel Ángel Perera cuajó una faena de relojero la tarde de hoy en la plaza “Silverio Pérez” de Texcoco, donde demostró que atraviesa por un gran momento… menos con la espada.

Porque si a ese buen toro corrido en segundo lugar, el único realmente potable del desigual encierro de Fernando de la Mora, lo mató muy bien, al otro lo pinchó hasta el cansancio hasta escuchar dos avisos acompañados de pitos. Así que el torero extremeño hoy nos dio una de cal y otra de arena en esta nueva incursión en plazas de México.

Y cabe destacar que aprovechó a cabalidad las embestidas del primer toro de su lote, bajo y reunido, atacado un poquito de cuello, pero muy agradable de hechuras, al que toreó de manera soberbia con la zurda.

En un palmo de terreno, girando suavemente sobre los talones, sacó muletazos de larga dimensión, con unos toques tan precisos y casi imperceptibles, que fueron un dechado de técnica.
A veces se le nota tan fácil, que tarda en emocionar, y más aún si los toros son bajos y no tienen ese trapío más impresionante, como era el caso de éste zapatito de nobles embestidas al que Perera toreó por nota.

Una estocada de limpia ejecución que ocasionó una larga agonía –el toro se levantó, herido de muerte, al sentir cerca la presencia del puntiellero– quizá restó fuerza emotiva al final. Porque aquello que había hecho era de dos orejas y no sólo de una. Al final, nos quedamos con este trasteo y la dimensión de figura de Perera, que sigue siendo, con mucho, el alumno más aventajado de la cuerda ojedista.

La faena al quinto fue tan irrelevante como las embestidas de un toro más hecho que llegó crudo a la muleta y acudía de cualquier manera, arrollando y sin estilo. Y ahí sí que no lo vio claro con la espada y comenzó el concierto de pinchazos que no refleja, en conjunto, lo bien que había estado con aquel "Fina Estampa" de la faena de lujo.

Ignacio Garibay sorteó el lote más feo de hechuras de la corrida, compuesto por dos toros altos y que tuvieron sus complicaciones. Uno, porque se ceñía de continuo y sabía lo que dejaba atrás; el otro, desecho de cerrado, con unos pitones para haberlo matado a puerta cerrada en el campo y no en una feria de esta categoría, arrollaba y topaba con malas ideas.

Y el torero capitalino se vio obligado a sacar a relucir recursos y actitud para terminar imponiendo su ley en una tarde en la que no tuvo toros a modo. Salvo algún destello con capote y muleta, Ignacio no pudo hacer gran cosa y, para colmo de males, durante el trasteo a su segundo enemigo, el viento estuvo molestando casi en toda la faena.

El Payo
estuvo más a gusto con el tercero. Sin embargo, terminó cortándole una oreja al sexto porque lo mató con mayor eficacia. La faena del queretano a ese primer toro fue inteligente y tuvo raza. Una y otra vez se pasó al toro por la faja, y comprendió muy bien en qué terrenos debía torearlo. Valiente y decidido, El Payo superó los problemas que planteaba el de Fernando de la Mora en una faena interesante.

En el sexto volvió a estar tesonero, y la gente lo apoyó siempre, en otra faena de pundonor ante un ejemplar que iba con la cara alta y sin decir nada, pero una estocada de efectos fulminantes calentó el ánimo de un público paciente que pidió la oreja que fue concedida, aunque después algunos hayan reprochado la entrega del trofeo.

Se esperaba mucho más de la corrida de Fernando de la Mora en una de sus plazas talismán… y también de la asistencia de público a los tendidos en una feria marcada por las pobres entradas. Es una pena porque el buen trabajo de la empresa está a la vista de todos. Así es esto. La Fiesta siempre entraña misterios difíciles de resolver.

Ficha
Texcoco, Estado de México.- Quinta corrida y séptimo festejo de feria. Menos de media entrada en tarde de temperatura agradable, pero con intermitentes ráfagas de viento. Toros de Fernando de la Mora, disparejos en presentación y de poco juego en su conjunto, de los que solamente sobresalió el 2o. por su nobleza. Pesos: 520, 490, 470, 520, 530 y 480 kilos. Ignacio Garibay (lila y oro): Palmas y ovación. Miguel Ángel Perera (lila y oro): Oreja con leve petición y pitos tras dos avisos. Octavio García "El Payo" (azul marino y oro): Silencio tras aviso y oreja con algunas protestas. Añ finalizar el paseíllo la empresa entregó los premios a los triunfadores del año anterior. Ignacio Garibay se llevó el de triunfador de la feria y mejor faena; Fernando de la Mora al de mejor encierro; Cristhian Sánchea del de mejor banderillero, y César Morales al de mejor picador. También se entregó un reconocimiento a la peña taurina los de Armillita, Garza y Silverio, que preside Gabino Lombana.


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