Un grato sabor de boca dejó el mexicano Diego Silveti tras su presentación en Valencia y, si no logró un triunfo que le hubiera pemitido abrir la puerta grande, fue porque no estuvo certero con el acero delante de sus dos ejemplares, a los que les pudo haber cortado una oreja.

El primero de su lote, segundo de la tarde, fue un novillo que desarrolló cierta violencia y al que era necesario darle su aire para que termionara rompiendo. Silveti lo entendió de maravilla, demostrando que sigue avanzando con paso firme, estructurando una faena que fue de menos a más y que constó de tandas cortas pero con mucho contenido, tanto por derecha como toreando al natural.

La afición terminó de entregarse cuando el mexicano redondeó su labor con ajustadas bernardinas, fijando bien las zapatillas en el suelo. Dos pinchazos antecedieron a una soberbia estocada, por lo que una ovación desde el tercio fue el reconocimiento final a una labor que de ley merecía una oreja de haber estado certero al primer intento con el acero.

Mucho cuidó en varas a su segundo, pues era suave y no estaba sobrado de fuerza. Diego le supo ser muy paciente y su faena fue tomando vuelo de a poco, siempre consintiendo al de Guadaira y logrando trazos con profundidad y temple, dándose tiempo para la variedad mexicana, como al ejecutar una capetillina.

Recordó a su padre, el maestro David Silveti, al ligar derechazos a pies juntos, para terminar su faena con estoicas manoletinas y rematar con un bellísimo pase del desdén. Y de nuevo, la espada le robó una oreja que tenía bien ganada, pero lo que no se puede robar es la clase que este estupendo prospecto tiene en su tauromaquia.

Cabe destacar lo variado que estuvo Diego con los quites, pues además de los que realizó a sus novillos, intervino en los de Miguel Giménez cuando le correspondía. Le vimos ejecutar gaoneras, caleserias y tafalleras, mostrando su arte capotero.

Alberto López Simón demostró que es un chaval encastado y que tiene la afición suficiente para buscarle las vueltas a los novillos, aunque éstos poco se presten para el lucimiento. Su primero tenía muy escaso recorrido y se paraba a la mitad de las suertes, por lo que el joven coleta se quedó quieto y, con base en aguante, ganó el reconocimiento popular.

Luego de un pinchazo y una gran estocada, el público le pidió fuerte la oreja, pero el presidente no la otorgó. Entregada, la afición valenciana prácticamente le obligó a dar una vuelta al ruedo con mucha fuerza, premio más que merecido.

El jabonero que hizo sexto fue descastado y acudía con poca voluntad a los engaños. Haciendo uso de todos sus recursos, como el toreo de rodillas, López Simón intentó el triunfo. Con auténticas ansias de novillero, se puso en terrenos comprometidos para robarle algo al ejemplar, consiguiendo algunos momentos destacados.

Quedó patente el pundonor de Miguel Giménez y las ganas que tiene por ser torero. Sin embargo, también es claro que le falta torear para poder desarollar mejor el oficio. Su primero tenía escasa fuerza y, cuidándolo, logró destellos de calidad, pero falló con la espada.

Delante de su segundo, que pronto desarrolló sentido, volvió a estar insistente, pero colocando la muleta muy retrasada y dejando mucha luz, lo cual propició que se llevara un susto mayúsculo, sin consecuecias afortunadamente. Ahora sí acertó con el acero y saludó desde el tercio.

Resumen en video de Digital Plus