El rejoneador Diego Ventura cortó la única oreja del festejo de esta tarde en Tequisquiapan, Querétaro, donde reapareció Leopoldo Casasola que, aunque tuvo buena actuación, al igual que Manolo Mejía, no tocó pelo.

Un buen espectáculo brindó Diego Ventura delante del segundo de su lote, al que le tumbó el apéndice. Toreando bien a su enemigo, de San Martín, hizo las delicias del público queretano, que quedó realmente impactado con la espectacularidad de su tauromaquia.

Sin embargo, no estuvo certero con el rejón de muerte y, lo que pudo ser un triunfo de mayor magnitud, quedó en una oreja.

Delante de su primero tuvo una actuación que desbordó los ánimos en el tendido, siempre llevando muy templadas las embestidas del toro de San Martín y luciendo al colocar las banderillas, sobre todo al ejecutar vistosos y arriesgados quiebros.

Sin embargo, pinchó cuando tenía ganadas las orejas, quedando todo en una fuerte ovación, pues el público reconoció el buen toreo desplegado en el redondel queretano.

Manolo Mejía mostró. maestría dsde que se abrió de capa con el primero de su lote, al que le recetó bellos lances de recibo, metiéndolo en la canasta, para luego ejecutar un vistoso quite por chicuelinas y rematando soltando una punta del capote.

De menos a más fue su faena de muleta, redondenado una labor con pases de todo tipo, variados y de bella factura. Lástima que el de Tacuba no pudo cosechar las orejas, pues no estuvo certero con la toledana y se dio a pinchar.

Centrado volvió a estar con su segundo, al que también toreó bien y bonito, cuajando estupendos destellos. Sin embargo, la espada lo volvió a traicionar y le impidió cosechar una oreja.

Leopoldo Casasola se notó un tanto nervioso delante del primero de su lote, con el que volvía a los ruedos y que brindó a su mujer y su hija en un gesto tan emotivo como emocionante. Antes, realizó un bello quite por mandiles que le fue coreado con fuerza.

De a poco, el diestro texcocano se fue acomodando con el burel, estructurando una faena en la que no faltaron los desplantes temararios rodilla en tierra, pero en la que hubo temple y buen porte. De no fallar con la espada, pudo haber tocado pelo.

Más sereno se mostro ante el que cerró plaza, con el que de nueva cuenta volvió a dejar destellos de su tauromaquia. Desafortunadamente también pinchó y se esfumó la posibilidad de cortar un apéndice.