La corrida de rejones celebrada esta noche en la Villa Charra de Toluca se saldó con el corte de nueve orejas y tres rabos y terminó con la salida a hombros de los tres caballistas del cartel, en medio de la algarabía del público que disfrtutó de un espectáculo intenso.

El primer rabo para Ventura llegó delante del segundo de la noche, al que templó de forma exquisita montando a "Nazarí", llevando cosidas las embestidas, y haciendo estallar el coso gracias a los sensacionales quiebros de "Wellington".

Banderillas cortas en estupenda colocación fueron el remate de su labor, que concluyó con un certero rejón de muerte para que a sus manos fueran a parar los máximos trofeos, que paseó jubiloso por el redondel toluqueño.

Otra intensa faena fue la que bordó ante el segundo ejemplar que enfrentó, al que templó de salida en los lomos de la yegua "Triana". Cabalgando a dos pistas y recortando hacia adentro, como si estuviera ejecutando trincherazos, desgranó el jubilo de la afición montabndo a "Revuelo", un caballo muy torero.

Luego vinieron los ya tradicionales mordiscos de "Morante", que fueron todo un espectáculo, para terminar con la rosa, ya sobre "Califa", y dar por conluida su actuación ejecutando bien la suerte suprema y paseando nuevamente las dos orejas y el rabo.

Emiliano Gamero recibió la alternativa delante del toro "Don Enrique", con el que tuvo una actuación esforzada de principio a fin, aunque sin poder lucir mucho y redondear. Al final paseó una oreja que fue protestada por la afición mexiquense.

Esas protestas fueron cambiadas por ovaciones delante del sexto de la corrida, pues Gamero estuvo muy certero con los rejones de castigo y verdaderamente enorme en el segundo tercio, colocando las banderillas en magnífico sitio y exponiendo mucho sobre sus cabalgaduras.

Bien toreó a este ejemplar, haciendo gala de los avances que ha alcanzado en su tauromaquia. El rejón de muerte quedó prácticamente en perfecto lugar, haciendo rodar al de Mar de Nubes para que le fueran concedidas las orejas y el rabo ante el éxtasis del público.

Horacio Casas hizo gala de buena monta ante el quinto, al que cuajó en una labor de mucho sentimiento y en la que toreó llevando los pitones a milímetros de sus jacas, exponiendo con verdad y estando muy certero con rejones y banderillas.

El público le respondió de gran manera cuando ejecutó vistosas piruetas en la cara del toro y un compendio de la alta escuela de sus caballos. Bien remató con el rejón de muerte y el juez le otorgó dos orejas muy bien ganadas.

Con su primero consiguió momentos de gran belleza, aunque al final la suerte no le acompañó y falló con la hoja de peral, quedando todo en palmas.