El Juli hizo todo un despliegue de temple con el abreplaza, toro noble y de calidad pero al que le faltaron algunas revoluciones en su motor para finalizar mejor sus dulces embestidas. No menos dulce fue la faena del madrileño, ya desde que lo recibió con cortas pero hondas verónicas hasta que lo apuró en las últimas series, pero no provocó excesivos decibelios bajo la cubierta y quizá por eso fue premiada con una justa oreja.
La segunda la cortó de un cuarto toro bastito, montado y de comportamiento insulso, con el que El Juli sólo remontó ambiente muy al final, metiéndose en la misma cuna de los pitones y moviéndolo ceñido y dominado por todo el contorno de su anatomía. Con eso bastó para sumar dos.
José María Manzanares reaparecía tras una larga recuperación de la grave lesión sufrida el pasado septiembre en su mano izquierda. Puede que por eso se le notara muy poco preciso, brusco y ligero manejando los engaños con su lote, esforzándose en acoplarse con ambos pero con muy escasos resultados.
Si a su primero, más áspero, sólo logró someterle en los últimos compases, con el quinto se eternizó en una faena de más metraje que brillo, a pesar de que el castaño tuvo un muy potable pitón izquierdo. Fueron, eso sí, dos contundentes estocadas las que, sin evitarle sendos avisos, le granjearon otras tantas orejas… de escaso peso.
La faena más redonda de la tarde, la que encontró una mayor y más encendida reacción en los tendidos, fue la de Alejandro Talavante al tercero. Muy en la línea del toreo que se le ha visto hacer en la Plaza México en las últimas tardes, el extremeño acertó a llevar al toro con intensidad en el trazo pero sin forzar demasiado la línea de las embestidas.
El de Garcigrande, que manseó de salida, no tuvo mucha raza pero sacaba una buena clase si no se le exigía demasiado Y así, muy a la mexicana, lo hizo Talavante, con pocas pero largas y rotundas series de muletazos por ambos pitones y sin dejar de lado tampoco esa sorprendente variedad que igualmente se le vio en el Embudo.
Y como, además y por excepción, cobró un gran espadazo cortó dos orejas con verdadera fuerza. Pero pudiendo haber marcado diferencias y redondear el triunfo con el sexto, el de Badajoz pareció conformarse con el empate y se empleó poco con un sexto también justito de casta pero del que debió sacar más. O sea, que triunfaron, pero con lo justo.