Corrida entretenida esta tarde en La Santamaría, en el que se lidió un buen encierro del capitán Carlos Barbero y que posibilitó el triunfo de Sebastián Vargas y del ibérico Diego Urdiales, que confirmó la alternativa.
Sebastián Vargas se llevó el mejor lote, destacándose el segundo de la tarde premiado con la vuelta al ruedo y para el que se pidió el indulto. Después de un vibrante tercio de banderillas en el que puso al público de pie con un temerario par al violín y al quiebro pegado a tablas, logró un buen trasteo de firmeza con ambas manos, aprovechando la gran condición del toro bravo, pronto y muy fijo. Dejó estar a gusto a Vargas que por momentos toreó con suavidad, aunque perdió temple al final de la faena. Buena estocada y dos orejas que le abrieron la puerta grande.
El cuarto de la tarde fue otro buen toro con el que Vargas no pudo acoplarse, quizás por la tranquilidad que le dio el saber que ya tenía asegurada la puerta grande. Y aunque la faena tuvo momentos que emocionaron al público por la buena condición del toro, no llegó a romper como se esperaba. De nuevo mató de excelente estocada.
El español Diego Urdiales, que esta tarde confirmó alternativa, pesó en La Santamaría y se fue muy ovacionado, después de cortar una oreja al de la confirmación, al que toreó de ensueño en el quite por chicuelinas y soberbia larga a una mano. Con la muleta estuvo templado durante toda la lidia, en series firmes y ligadas especialmente por el pitón derecho del toro bueno y noble, conectando con fuerza al público. Vino la oreja después de una buena estocada.
El que cerró plaza fue un toro complicado y tardo que tampoco permitió estar a gusto a Urdiales, que a pesar de todo hizo un buen esfuerzo cuando el toro solamente quiso defenderse y al final le arrancó los pocos muletazos que tuvo, logrando inclusive ligar algunas series cortas, impensadas en el comienzo de faena en la que el toro impidió toda ligazón.
Sin suerte estuvo el madrileño Miguel Abellán, que se topó con un lote difícil. El tercero transmitió con suficiencia y Abellán consiguió varias series de naturales largos y templados en una faena basada sobre el pitón izquierdo del toro, pero que perdió calidad y emoción del público en el epílogo. Hubo petición de oreja que quedó en una vuelta al ruedo.
Al quinto lo toreó bien de capa, y cuando parecía que la faena de muleta iría a más luego de dos buenas series con la derecha, el toro manso se rajó y poco se dejó allí al hilo de las tablas.
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