Fue el primer triunfo de Pablo Hermoso en el inicio de su temporada mexicana, prácticamente logrado desde el “no hay billetes” en la taquilla. Con ánimo renovado –casi nada tras más de una década de hacer temporada en nuestro país- y acompañado por la entrega de la gente, logró una nueva salida a hombros tras una actuación entonada donde pareció decir que viene a refrendar su sitio.
Su primer toro de Fernando de la Mora tuvo muy buenas condiciones y se prestó para el lucimiento desde los rejones de castigo, el primero de ellos clavado tras un despliegue de recursos por parte de Pablo y "Curro", encelando las embestidas y enseñando a embestir a las cabalgaduras al toro. Después llegarían las banderillas a lomos de "Chenel", con su elegancia en los movimientos y galopes de costado que terminaron de meter a la faena al público, rubricándola después con "Pirata" en las banderillas cortas y los desplantes. Tras dejar el rejón de castigo en buen sitio el toro dobló a los pies de Pablo y le gente pidió las orejas, iniciando de manera triunfal este reencuentro con la afición mexicana.
En su segundo, un toro manejable que fue de más a menos, realizó una faena diferente, sobresaliendo las banderillas montando a "Pata Negra", aquel caballo con el que sufrió un serio percance en Madrid, y que tal como los toreros de a pie se ha sobrepuesto al percance y ha vuelto a la cara del toro. Con él realizó un par de piruetas a la mínima distancia tras clavar las banderillas y volvió a poner al público de pie. Pinchó sin embargo y dejó una ración del rejón de muerte que provocó un derrame, enfriando un tanto la petición de las orejas, no así el cariño de la gente, que le aplaudió.
De la actuación de Mario Aguilar, por encima de las condiciones de su lote, habría que destacar el gusto con el que se vio en la cara de los toros, además de las buenas sensaciones que dejó en varios momentos y que hicieron recordar las grandes actuaciones que tuvo en este escenario durante su carrera novilleril.
En sus tres toros, incluido uno de regalo con el que buscó el triunfo, dejó para el recuerdo muletazos de muchos kilates, como los naturales a su primero o los derechazos a su segundo, incluida su entrega al pegarle una larga de rodillas a su segundo o las verónicas templadas que le pegó también. Lamentablemente, entre las condiciones de sus toros y sus fallas con la espada todo quedó en un balance de palmas, aunque reiterando las buenas sensaciones que transmitió todo el festejo.
Otro tanto le pasó a Arturo Saldívar, que hubo de remar a contracorriente con un lote complicado y con el que estuvo voluntarioso, por encima de las condiciones e incluso cerca de cortar una oreja en el sexto, al que le hizo un vistoso quite por faroles y al que le extrajo muletazos de mérito a pesar de quedarse corto y tirar los gañafonazos. Tras un espadazo ligeramente tendido la gente solicitó la oreja como reconocimiento al esfuerzo de su actuación en conjunto, aunque finalmente no fue concedida por el juez de plaza.