La tradicional corrida de la Feria de Arandas se saldó con el corte de siete orejas y un rabo, gracias al buen juego que dio el encierro de San Mateo, y que permitió ver una tarde entretenida en la que el público, que hizo más de tres cuartos de entrada, salió contento de la plaza portátil de esta localidad de Jalisco.

Hilda Tenorio le cortó las orejas y el rabo al sexto, de manera un tanto triunfalista, a un toro noble que permitió una faena variada y alegre que fue del agrado de la gente. La michoacana se sacó la espina con la espada, y a este ejemplar lo fulminó de una estocada baja, de la que el San Mateo rodó patas arriba de forma espectacular, lo que sin duda incidió en la concesión de los máximos apéndices. Con el otro estuvo centrada, aunque se eternizó a la hora de matar, su talón de Aquiles, y su labor fue silenciada.

José María Luévano solventó las dificultades del toro que abrió plaza, que no atendía al engaño, y porfió sin aburrirse, buscándole las vueltas en plan profesional. La faena al cuarto, que fue otro de los toros buenos del encierro, la ejecutó con su peculiar sentimiento y el público se volcó con el hidrocálido, que terminó cortando dos apéndices.

El Capea se mostró muy puesto y enterado a lo largo de toda su actuación, y cortó tres orejas. A cada uno de sus toros le hizo lo que le exigieron, y destacó la faena al quinto, pues al principio tuvo que tragarle un poco hasta que el sanmateo terminó rompiendo en la muleta. Fue entonces cuando el salmantino le cuajó series importantes por el pitón derecho en un trasteo que el público supo aquilatar.

Al final del festejo, la terna salió a hombros en compañía del ganadero Marcos García Vivanco, que salió en representación de su padre, que se encontraba observando la corrida desde el tendido.