Diego vela armas en Tepeji del Río (video)
Miércoles, 22 Dic 2010
Tepejí del Río, Hgo.
Juan Antonio de Labra | Enviado
Ante su debut en plazas de México
Diego Ventura tiene dos días montando en el cortijo "La Golondrina" de Tepeji del Río, propiedad de la rejoneadora Mónica Serrano, donde vela sus armas de cara a su temporada mexicana en la que aún asaltan muchas preocupaciones, que se esconden detrás de un trato afable que sustenta una conversación agradable.
Esta lógica tensión que está viviendo, y que encontrará su válvula de escape a partir del Día de Navidad en Qurétaro, se precibe en el ambiente. Y ahí, en medio de la soledad del campo, el rejoneador nacido en La Puebla del Río habla acerca de los conceptos sobre los que se fundamenta su toreo.
La agilidad mental de Diego es apabullante: piensa rápido las respuestas a las preguntas y responde sosegadamente, con ritmo, de una manera fluida y sincera. Sabe que no lo tiene fácil; es consciente de que tendrá que salir como perro de presa y ganarse el cariño del público tarde a tarde.
Pero ahí está la clave: la entrega que deja entrever a la hora de montar cada unos de sus caballos. Es apenas un momento, pues son muchos, pero sabe lo que hay que pedir a cada animal. Su asiento es natural, su gaolpe franco, sin dudas o temores, yendo siempre de frente como los grandes maestros portugueses. Y cuando se reúne en los embroques, el pellizco de su cuna andaluza es como un sol incandescente que ilumina todo su toreo. La expresión es única; el sentimiento, de una fuerza arrebatadora.
En pocos días ser irá revelando el misterio de la organización de su temporada, y además de esta significativa fecha de su debut en la plaza "Santa María", ahí está ya en el calendario marcado con una cruz roja el domingo 16 de enero: Plaza México. Diego sabe que todas las fechas serán importantes si es que quiere irrumpir como un amante fogoso a tratar de robar el corazón del público mexicano que, en los últimos once años, ha sido fiel a su mayor rival dentro y fuera de los ruedos: Pablo Hermoso de Mendoza.
En esta mañana de invierno, Diego Ventura hace una especie de profunda reflexión. Se siente arropado por su gente, que le acompaña con serenidad, casi en sigilo, como si no quisieran sacar de concentración a este centauro de la marisma, un torero con hambre de gloria y orgullo de guerrero; un artista consagrado que viene a México por el cetro del toreo a caballo.
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