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Clamoroso triunfo de Juan Pablo (video)

Sábado, 13 Nov 2010    San Luis Potosí, S.L.P.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Juan Pablo cosechó un triunfo extraordinario
La expectación se desbordó en la inauguración de El Domo de San Luis Potosí, y la gente disfrutó de una corrida muy larga, con distintos matices, y una entrega comprometida por parte de los cuatro espadas del cartel, siendo el clamoroso triunfo de Juan Pablo Sánchez la historia central de la noche.

Que un matador mexicano tan joven triunfe así en una fecha clave, supone una proyección muy grata. Pero no sólo porque fue el único torero en salir a hombros de este maravilloso escenario, sino porque cuajó una faena redonda, de esas que motivan al aficionado.

Y lo hizo delante del primer toro de su lote, uno de los pocos toros buenos del encierro de Arroyo Zarco, al que entendió de principio a fin de un trasteo de una gran plomada en las zapatillas y un ritmó apabullante.

Los suaves toques de muleta y la forma que giró suavemente en los talones para ligar los pases en redondo, fueron un portento de seguridad. En ningún momento le pesó la responsabilidad de un compromiso que se antojaba complicado por los tres toreros con los que compartía escenario, auténticos perros de presa que nunca se dejan ganar la pelea.

Y con todo y eso, Juan Pablo se dio a torear con un pulso inaudito en un joven que apenas tiene cuatro corridas en el cuerpo, y así surgieron los muletazos más ceñidos y sentidos de la noche. La gente vibró con el menor de la dinastía de los Sánchez, y coreó uno a uno sus muletazos, que tuvieron una gran dimensión.

Entregado a rabiar, fue volteado de fea manera y el toro lo campaneó de un pitón a otro, propinándole un fuerte golpe en el cóccix y varetazo que no menguó su ánimo. Este instante de peligro caldeó los ánimos, y la gente le ovacionó con fuerza cuando vio que el torero volvía a la cara del toro con la misma determinación. Entonces, la emoción de la gente fue mayúscula, aderezada con la "Pelea de Gallos", la música de batalla de su patria chica: la torerísima Aguascalientes.

Y como a la hora de matar se fue derechito detrás de la espada, colocó una estocada fulminante y así fueron a parar a sus manos las dos orejas del buen toro de Arroyo Zarco, más completo por el pitón derecho, que ya marcan un hito en esta fecha.

El octavo fue un toro reservón con el que Juan Pablo trató de redondear un triunfo, pero fueron tan escasas las posibilidades de lucimiento que ya no pudo estar a la altura de lo que él se había planteado, pues se puso pesado con el acero. Aquello ya no importó demasiado, porque ya lo habíamos visto cuajar un toro, y eso, como dije antes, no es frecuente en un torero tan nuevo… y tan interesante; un torero que nos devuelve la ilusión como aficionados y que suma al carro de los toreros jóvenes mexicanos que quieren ser figuras ahora mismo, sin dejar pasar el tren, o tantos años, como solía ocurrir en años recientes.

La otras dos faenas importantes las firmaron Enrique Ponce con el quinto toro, y Sebastián Castella con el segundo. Fue mejor el primero del lote de Sebastián, que cuajó un quitazo combinado de chicuelinas y tafalleras, y después hizo una faena muy emotiva que el público ovacionó continuadamente.

El francés toreó de forma precisa y alargo la embestida del toro por el pitón derecho, que fue el más potable. La transmisión del ejemplar de Arroyo Zarco contribuyó a una obra de mucho calado por los terrenos tan comprometidos. De haber estado un poco más fino a la hora de matar –dejó una estocada un tanto trasera y desprendida-, sin duda se hubiera acompañado a hombros a Sánchez.

Y esta circunstancia de no matar con una colocación de la espada más adecuada, le impidió, como ocurrió en Guadalajara también, cortar dos orejas que tenía ganadas. Así que el premio se quedó en una, que pasó orgulloso por el redondel, la primera concedida en El Domo.

Ponce dejó boquiabierto al público con los detalles de torero artista que plasmó delante del quinto. Y es que la falta de raza del toro que abrió plaza, un berrendo de preciosas hechuras, impidió la redondez de un primer trasteo donde dibujó pinceladas de calidad.

Ese quinto toro de la noche tenía una faena escondida y el valenciano la fue desentrañando con su habitual maestría. La mayor virtud de la faena fue el temple y el acompañamiento de cintura en cada uno de los muletazos hasta que terminó de redondear una obra de altos vuelos que no pudo coronar con una buena estocada.

A pesar de ello, la gente pidió una oreja con insistencia y el juez de plaza no la concedió, sin atender aquello de que "la primera oreja la concede el público". El valenciano se molestó muchísimo y se negaba a dar la vuelta al ruedo, hasta que el sabio consejo de su suegro, el matador Victoriano Valencia le hizo recapacitar y fue de esta manera como recorrió la periferia en medio de gritos de "¡Torero, torero!".

Si Ponce había estado tremendamente sedoso con el quinto, Castella se arrebató delante del sexto, un toro fuerte y con peligro sordo que le exigió estar espabilado durante una faena machacona y un tanto acelerada de procedimientos. El afán de triunfo del francés traicionó su serenidad y sólo en contados pasajes consiguió tirar del toro con mucho temple, pues tenía una distancia muy precisa para repetir las embestidas y era difícil sacarle los muletazos.

Arturo Macías no tuvo suerte en el sorteo, y sólo pudo lucir en un templado quite por gaoneras, en las que ejecutó hasta seis lances de terciopelo, así como en el inicio de su faena a este toro, el tercero, un ejemplar terciado que embestía deslucido, y al que dio un par de péndulos sin moverse del sitio.

Los otros dos toros –regaló un noveno ejemplar– tampoco le ayudaron y se tuvo que marchar contrariado de la plaza al no poder exponer su toreo de garra a prueba de fuego. La gente lo esperó con cariño pero, como hoy no pudo ser.

Al final de la maratónica corrida Juan Pablo abandonó este nuevo escenario dolorido del cuerpo, pero reconfortad del alma, sabedor, quizá, de que este es el único camino para llegar a la cumbre: triunfar toreando bien… y de verdad.

Ficha
San Luis Potosí, S.L.P.- Inauguració de El Domo. Lleno. Nueve toros de Arroyo Zarco, desiguales en presentación y juego, de los que destacaron el 2o. y 4o. por su calidad, y éste fue premiado con arrastre lento. Pesos: 523, 511, 470, 480, 485, 540, 467 y 470 y 495 kilos. Enrique Ponce (negro y oro): Ovación y vuelta tras fuerte petición. Sebastián Castella (rosa y oro): Oreja y palmas. Arturo Macías (azul marino y oro): Silencio tras aviso, división tras dos avisos y silencio en el de regalo. Juan Pablo Sánchez (verde manzana y oro): Dos orejas y silencio tras aviso. Juan Pablo pasó a la enfermería a la muerte del cuarto toro para ser revisado de un fuerte golpe en el cóccix y presenta un rayón en la parte baja de la espalda. Destacó en banderillas José Luis Castañeda y Gustavo Campos, que saludaron. El festejo comenzó a las 20:25 horas tras la ceremonia de inauguración en la que cortaron el listón todos los involucrados en su costrucción.


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