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Emotivo triunfo de San Martín y Christian (video)

Sábado, 23 Oct 2010    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Nacif           
El ganadero Pepe Chafik, en la vuelta al ruedo con Christian Verdín

Como aficionado siempre resulta grato ver lidiar a las ganadería de prestigio, sobre todo cuando ya tienen muchos años en manos de la misma gente, y uno puede contrastar el criterio de selección del ganadero, y hacer unos comparativos mentales del juego de sus reses con respecto de épocas pasadas.

En este sentido, la ganadería de San Martín, que ya tiene más de cuatro décadas de haberse formado, no deja de ser un referente de bravura y calidad no sólo para los aficionados o los toreros, sino también para otros ganaderos, muchos de los cuales –en este caso concreto– han refrescado su sangre con sementales o vacas del emblemático hierro del gran picador Conejo Chico.

Cierto día me dijo un amigo, "a Pepe Chafik se le puede adjetivar como tú quieras". Aquella frase sigue revoloteando en mi cabeza. Ya sea para bien, o para mal, ahí está el juego de un novillo la tarde de hoy: "Poblano", de nombre, número 127, negro bragado, que mantuvo un interesante grado de bravura y calidad, tan anhelada por todos aquellos los románticos y apasionados del toro de lidia, que buscan con afán, precisamente, fijar esos caracteres de una forma equilibrada que deje contento a todo mundo.

Así que ese novillo que tocó en suerte al novillero tapatío Christian Verdín atesoraba las máximas virtudes del toro de lidia: Bravura y calidad, y con este fundamente embistió de categoría, sin abrir el hocico nunca, desde que apareció por la puerta de los toriles.

Decía en la transmisión de televisión, que aquel nombre –"Poblano"–, nos remitía a la familia materna del ganadero Fernando de la Mora, y miren por dónde, al terminar el festejo, Chafik me confirmó que el novillo llevaba en su sangre reminiscencias de Coquilla vía Tequisquiapan. Ahora deduzco porque lo bautizó con tal nombre.

Estas cruzas que Chafik ha hecho en los últimos quince años, desde que importó ganado de origen Santa Coloma, y Coquilla, están resultado muy atractivas en su hato y también en el de otros ganaderos entusiastas y emprendedores que tuvieron la visión de traer ganado de España cuando la frontera se abrió después de cincuenta años de haber permanecido cerrada por la fiebre aftosa.

Y en este sentido, hoy pudimos ver en la Plaza Arroyo que las reses de Chafik, hoy día en nada se parecen a aquel toro "achafikado" de finales de los setentas, sino que su casta a aumentado a favor de la emoción; lo mismo el bueno, como fue ese cuarto ejemplar, como el malo, que fue el segundo y que cayó en manos, curiosamente, de un novillero de ascendencia ganadera: Rodrigo Cuevas, nieto de un señor que en 1937 trajo a México una puntita de ganado de Coquilla que, con el paso del tiempo, supo potenciar el viejo don Fernando de la Mora Madaleno en su casa de Tequisquiapan.

Estas agradables coincidencias se entremezclaron en una tarde que tuvo su momento más importante cuando Christian Verdín se puso la muleta en la mano derecha y templó, con acusado sentido del ritmo, cada una de las magníficas embestidas de "Poblano", un novillo de nota alta que emocionó al tapatío y transmitió mucho al tendido.

Inseguro con la muleta en la zurda, por donde faltó ver más a "Poblano", Christian basó el trasteo en redondo, con la mano derecha, con la que llevó embebida en la tela aquel dechado de bravura. Y de haber matado a la primera, hubiese cortado dos orejas con fuerza. Así que se tuvo que conformar con un apéndice solicitado con insistencia por el público, que disfrutó mucho una faena recia y torera.

El otro novillo bueno se lo llevó César Ibelles, y se corrió en primer lugar. Aunque al sanmartín le faltó un punto más de fuerza y transmisión, tuvo mucha nobleza. Y el torero la aprovechó en una faena estructurada y sincera, que remató de una estocada certera para cortar una merecida oreja.

¿Qué faltó emplearse un poco más? Quizá. Romperse más con aquel novillo de dulce, y sentir el toreo con mayor vibración. Pero no olvidemos a que los novilleros no se les puede exigir demasiado, sin actitud de querer ser torero. Y esa, sí la tiene Ibelles, que ha avanzado en la profesión y cada tarde deja entrever una técnica más solida.

Carlos Rodríguez enfretó un novillo deslucido, que acudía con la cara alta y sin entrega. El potosino trató de darle muletazos sueltos con su habitual clase, y hasta llegó a componer algunas series con ese buen aire y claridad de ideas que le caracterizan. Sin embargo, el de San Martín no humillaba y así es muy difícil meter en vereda a un toro, y mucho más aún, emocionar a la gente.

si el lunar del encierro, como escribían los revisteros antaño fue el segundo, que tocó en turno a Rodrigo Cuevas, un novillo con genio y mucho peligro, distinto en tipo al resto de los lidiados, en quinto lugar Chafik se puso guapo tras el brindis del muchacho y le obsequió otro caramelo, carente de fuerza, que apenas y le sirvió al torero para bosquejar algunos muletazos dignos, en medio del aliento de amigos y familiares que fueron a verlo torear.

Pues este "Poblano" de San Martín rivalizará, sin duda, con aquel excelente novillo "Libertad", de Jorge de Haro, para llevarse el trofeo al mejor ejemplar de una campaña muy interesante que está llegando a su fin, y la que solamente le queda el festejo de triunfadores programado el próximo sábado.

Ficha
México, D.F. Plaza Arroyo. Decimoquinta novillada de la Vigésima Temporada. Tres cuartos de entrada en tarde agradable. Cinco novillos de San Martín, justos de presentación, de juego desigual, de los que destacaron 1o. y 4o., premiados ambos con arrastre lento. Pesos: 378, 372, 392, 382 y 364 kilos. César Ibelles (blanco y oro): Oreja. Rodrigo Cuevas (nazareno y oro): Palmas tras aviso y vuelta tras petición en el de regalo. Carlos Rodríguez (rosa y oro): Palmas tras aviso. Christian Verdín (verde botella y orro): Oreja. Destacó en banderillas Cristhian Sánchez, que saludó en dos ocasiones; y Diego Martínez hizo dos quites muy oportunos. Y en varas, picaron de forma ejemplar, Curro Campos y César Morales.


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