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La divisa de Caparica brilla en La México

Domingo, 18 Jul 2010    México, D.F.    Redacción | Foto: Sergio Hidalgo           
Excelente debut de la ganadería michoacana
La ganadería de debutante de Caparica, que lidió la rastra que venía en la compra que hizo a la divisa de la Viuda de Emilio Fernández, obtuvo un importante triunfo en la Plaza México y demostró que tiene una simiente de lujo que será preciso conservar para que este nuevo nombre de la cabaña brava mexicana siga dando lustre a una zona ganadera con mucha raigambre.

Este primer triunfo de los señores Muñoz Cano y Viezcas, propietarios del hierro cuyo nombre evoca a una hermosa playa lisboeta, se debe, en gran medida, a la profesionalidad y dedicación de su asesor, el afable Tiquis Ochoa, artífice de los empadres que hoy día están haciendo brillar una labor que llena de orgullo a estos nuevos ganaderos.

Y triunfos como el de esta tarde en La México, seguramente los motivarán a seguir adelante en tan dura e interesante labor, como es la de criador de toros de lidia.

Lo malo fue que el encierro del hierro michoacano se fue íntegro al desolladero, y aunque por momentos los tres toreros del cartel tuvieron la posibilidad de conseguir alguna oreja, sus repetidos fallos a espadas echó por tierra cualquier intento de recorrer el redondel en son de triunfo.

No quiere decir que hayan desperdiciado por completo tan clara oportunidad, pero tanto pinchazo dio al traste con un festejo que por momentos, desesperó a los pocos asistentes al máximo coso, en virtud de la que la actitud de los toreros no siempre estuvo respaldada de aptitud.

Hubo tres faenas interesantes: las que realizaron a los ejemplares corridos en primero, segundo y tercer lugar, respectivamente. Y quizá los tres novilleros hubieran dejado un mejor sabor de boca si aciertan con la espada al primer intento.

Manolo Olivares se mostró sereno y dispuesto desde que se abrió de capote y toreó suavemente a la verónica a un novillo y flojito, al que la faltaba remate y transmisión; y, en cambio, le sobraba nobleza. El torero capitalino lo entendió y trató de torearlo con suavidad para no derribarlo, en una faena estructurada que tuvo algunos destalles de toreo templado por ambas manos.

La faena de David Aguilar al segundo, el novillo más reunido y armonioso de hechuras, también tuvo su miga. El poblano se sobrepuso al fuerte golpe que le dio el de Caparica toreando de capote, cuando intentaba llevarlo al caballo mediante una ¿tapatía?, y se lo echó encima torpemente.

Después le construyó un trasteo variado y dinámico en el que sobresalió su buen manejo de la muleta con la zurda, aunque abusó de ayudarse con la espada simulada, un recurso válido sólo delante de toros complicados o cuando el viento levanta los vuelos del engaño, algo que todavía, en aquel preciso instante, no estaba ocurriendo. Y se dio a pinchar sin piedad, y poca pericia a la hora de manejar los aceros, hasta que le sonaron los tres avisos de rigor.

La otra faena compuestita fue la que hizo el debutante César Ibelles al tercero, un novillo cárdeno –el único con esta capa– que fue un dechado de calidad, y al que el torero de Atizapán de Zaragoza le hizo cosas a veces rápidillo, otras con más temple, pero siempre con ganas de agradar.

Una vez más, siguiendo el mal ejemplo de sus compañeros de terna, se dio a pinchar una y otra vez, hecho que desencadenó la molestia de un público que, al final de la larga novillada, terminó por ponerse de parte de los novillos de Caparica.

A partir de la lidia del cuarto, que también sirvió, se soltó un tremendo vendaval con el que, prácticamente, era imposible torear. Y aunque Olivares trató de sacar provecho al de Caparica, el viento estropeó un trasteo del que solamente se puede rescatar una enfibrada serie por el pitón derecho.

Consciente de que había petardeado, David Aguilar salió a revienta calderas con el quinto, al que recibió a porta gayola y dio hasta tres largas cambiadas de rodillas en los medios. Cuando parecía que el novillo iba a sacar ciertas complicaciones, el poblano lo sobó con inteligencia y le hizo una faena a destajo, en la que acumuló muchos pases y dijo poco, en medio de una llovizna que venía a torcer aún más las cosas.

El sexto fue el único que se rajó y embistió sin codicia alguna, desluciendo una faena voluntariosa, pero carente de fondo, que hizo César Ibelles esta tarde en la Plaza México, en una Temporada Chica que había tenido un ligero repunte y ahora vuelve a ponerse de capa caída.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Una mil 300 personas en tarde de clima cambiante, pues primero hizo calor, más tarde mucho viento, a partir del cuarto novillo, y lloviznó en el quinto. 6 novillos de Caparica (con el hierro de la Viuda de Emilio Fernández), disparejos en hechuras, parejos en juego, salvo el 6o., que fue deslucido, nobles y de buen juego en general, de los que destacó el 3o., por su calidad y fue premiado con arrastre lento. Pesos: 371, 395, 410, 395, 370 y 420 kilos. Manolo Olivares (blanco y azabache): Silencio y Ovación con protestas. David Aguilar (tabaco y oro): Pitos tras tres avisos y palmas. César Ibelles (marfil y oro): Pitos tras aviso y silencio. Al finalizar el festejo, los ganaderos de Caparica, Julio Muñoz Cano, su hijo, y Roberto Viezcas, escucharon una fuerte ovación y dieron una aclamada vuelta al ruedo.


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