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También se sueña en plata (fotos)

Miércoles, 23 Jun 2010    Guadalajara, Jal.    Fernando Barrera | Corresponsal     
El carné de trabajo de Armando Ramírez "Bam-Bam"

No sólo los toreros de oro tienen sueños, los de plata también. Le prometí a Armando Ramírez que a mi regreso a "Méjico", escribiría un texto sobre nuestras andanzas y como dice el Sabina: "cumplo un pacto cuando es entre caballeros".

Sabía que el banderillero mexicano Armando Ramírez estaba en Sevilla, sin embargo, no pude localizarlo antes de mi partida, en el fondo sabía que algún día, en algún momento lo encontraría, al fin, frecuentaríamos los mismos lugares y raro en mí, no me equivoqué.

Estaba en la Maestranza haciendo unas fotos del afiche de Diego Silveti cuando de pronto, a lo lejos le vi andar muy erguido, como torero. Su cara de sorpresa fue mayúscula, jamás imaginó encontrarme a miles de kilómetros de distancia. "Por la estatura, los lentes y la cámara, sabía que eras tú", me dijo entre risas incrédulas.

Armando fue mi salvación, me ahorró unos euros que me eran escasos. Fuimos a Gines, un pueblecito carcano a Sevilla, donde un picador de la cuadrilla de Arturo Macías le presta un pequeño piso para su estancia ibérica.

Emocionado, me dijo que ya tenía listos sus papeles para poder torear en España bajo las órdenes de Arturo. Un sueño que estaba por cumplirse en ese entonces y que para su fortuna se concretó este lunes en Alicante con el triunfo del matador mexicano en la Feria de Hogueras. Qué rabia no estar ahí.

Fuimos a la Macarena, el Cristo del Gran Poder y luego lo acompañé con Diego Silveti a entrenar en una fábrica de cerámica abandonada, que está en Tomares, otra localidad sevillana, y de ahí al piso.

Me contó las penurias que había pasado en sus dos anteriores incursiones a España, una en busca de una oportunidad de colocarse como banderillero y otra en que se fue por la senda del flamenco, la gitanería de verdad al convivir muy de cerca con los calés de Jerez de la Frontera. Aprendió y entendió a profundidad el flamenco por derecho. Conoció a Moraíto, Diego Carrasco, Capullo de Jerez, los Sordera, Los Delincuentes. Arte puro.

Entre esa plática salió la idea de hacer la Ruta de Camarón, que yo tenía prevista desde México, así que sin más, quiso acompañarme. Decidimos pegarnos un lujazo y viajar hasta la isla de San Fernando, en Cádiz, en el tren. Disfrutamos cada lugar del mítico cantaor José Monge Cruz "Camarón de la Isla".

Había un lugar de comida mexicana y pensamos "ya está liada la jama y sin pagar un duro". Pero el dueño no estaba; cuando regresamos, estaba cerrado el lugar. Ni hablar, a comprar pan, queso, un poco de jamón serrano y jugos para aguantar el hambre de todo el día. Iba a ser nuestra única comida.

De regreso a Sevilla, unos viajeros nos dijeron que en Triana iban a hacer una procesión de Nuestra Señora de la Estrella. Sin pensarlo nos lanzamos emocionado a esa indescriptible amalgama de emociones y sensaciones.

Era ya entrada la madrugada, acabó la procesión y no había más remedio que quedarnos en Sevilla, pues el primer autobús a Gines salía a las siete. Nos sentamos a desayunar churros con chocolate justo en el Puente de Triana. ¡Qué amanecer!

Al día siguiente fuimos a la Maestranza a ver el debut de Angelino de Arriaga. Armando me había comentado que todos los días corría de 15 a 20 kilómetros y que pasaba cerca de la casa de Curro Romero, pero que nunca se había decidido tocar para saludarle. Nos topamos con otro tapatío, Alfredo Ríos "El Conde" quien nos invitó unas tapas en un bar aledaño. La sorpresa de los tres fue encontrar al Faraón de Camas sentado en solitario. Nos hicimos las fotos de rigor y sentimos el gusto de haberle conocido.

Esa noche me despedí de Armando. Bam-bam, aquel chiquillo que mostraba unas cualidades impresionantes y que con gusto lo escribo, le tomé sus primeras fotos pareando un novillo de corto y luego de luces, ahora ya debutó en España. Cumplimos nuestros sueños, mi hermano.


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