La multitudinaria despedida de Morante de la Puebla en Las Ventas –con la inesperada decisión del maestro de cortarse la coleta y salir por la Puerta Grande– es el espejo de manera notable donde se reflejan las tensiones ideológicas y el cambio generacional. 

Ser progresista era ser de izquierda, pero ante el fracaso económico y social los jóvenes han virado la historia y han visto en Morante, al héroe popular que encarna la tradición y el progreso, por eso  llevado en volandas por aficionados que invadieron el ruedo.

Los jóvenes, muchos de ellos ajenos a las viejas consignas, participaron con fervor popular, viralizaron el momento y transformaron el rito en fenómeno de masas viralizado por las redes sociales

El gesto íntimo de Morante, cortarse la coleta en el centro del ruedo, fue recibido como un acto emblemático de una nueva era. La imagen del torero besando símbolos y siendo escoltado por una marea humana resume esa realidad. 

El toreo se mantiene vivo porque se reinventa como espectáculo y como rito urbano, no porque encarne una doctrina. Eso obliga a los partidos y a las élites culturales a repensar cómo se dialoga con una nueva generación. 

Morante se va, pero su última vuelta al ruedo deja una lección clara: el público joven escribió un epílogo distinto al previsto; y en ese epílogo, la política tradicional pierde su papel protagonista.