El diestro de Tepeapulco Luis Gallardo resultó triunfador de la primera corrida de la Feria de San Francisco, en Pachuca, al dar dos vueltas al ruedo, incluso con petición de oreja en el que cerró plaza, en tanto que el caballero debutante Joao Ribeiro pudo haber triunfado de no ser por las fallas con el acero, mientras que Fermín Rivera pechó con un lote complicado, yéndose de vacío.
De los toros, el que abrió plaza, de Vistahermosa, bien pudo recibir el arrastre lento, pues tuvo emotividad y nobleza. El tercero, de Las Huertas, tuvo una importante fijeza y repetición, y el sexto, de San Marcos, tuvo calidad y obediencia.
Luis Gallardo se las vio primero con un toro alto de agujas y de poco armoniosas, pero que tuvo contenido. Estuvo bien al torear a la verónica, rematando con un recorte, muy aplaudido. Hizo un quite prodigioso Rafael Romero al quedar a merced del burel el picador, que fue derribado, recibiendo tres puyazos el animal, uno de ellos en la querencia.
Buenos pares dejaron Yael Sánchez y Edmundo Navarro, que fueron ovacionados. El matador aprovechó la embestida que tuvo el animal, con calidad, repetición, fijeza, trazando buenos ayudados que calaron en el tendido. Estuvo entonado, gustándose y en el ánimo del público. Tras una estocada caída y certero golpe con el descabello, dio la vuelta al ruedo, y palmas en el arrastre al buen toro.
Con el que cerró función, Luis toreó nuevamente bien a la verónica, rematando con recorte, siendo coreado. Lo llevó al caballo con chicuelinas al paso, donde recibió un puyazo, cumpliendo en su pelea el animal. Quitó con tres mandiles y media verónica, que le reconocieron.
Con la muleta se dobló y después le pegó medios pases con la mano derecha al animal, pues su embestida no era larga pero sí con fijeza y calidad por ambos pitones, pues por el izquierdo también trazó naturales templados que hicieron que se le entregara el público. Hubo adornos como un desdén y moliente. Pinchó antes de dejar una certera estocada, calando su labor en el tendido, por lo que un sector del público pidió la oreja, dando a cambio la vuelta al ruedo.
Se presentó el rejoneador lusitano Joao Ribeiro, que lidió muy bien de salida a un toro pronto, con celo, pero también con buen son, al que le dejó dos rejones de castigo, el segundo no completo y caído. Hubo dos banderillas a pitón contrario en los medios que entusiasmaron a la asistencia, y galopes a dos pistas, llevando muy templada la embestida de la res. Pasó en falso en una de frente pero hubo otra igual que le fue muy aplaudida, rematando con dos cortas a la media vuelta.
Los Forcados de Pachuca fallaron en cuatro intentos, sobresaliendo que faltó grupo para ayudar al pegador de cara, Dante Austria, que le echó valor y aguantó hasta donde pudo la embestida del buen burel.
Dejó un pinchazo hondo y certero golpe de descabello, para dar una vuelta al ruedo y palmas al toro en el arrastre. Su segundo fue diferente, tanto de hechuras como de comportamiento: distraído al caballo, sin emplearse, al que el jinete solo dejó un rejón pues otros dos cayeron al piso. Con banderillas pasó en falso en un pitón contrario, pero le siguieron dos más, en los medios, al estribo, y una de frente, muy aplaudida.
Los forcados protagonizaron tres intentos fallidos, mostrando otra vez más que no hay ayudas y que el grupo no atraviesa un buen momento. Vinieron dos banderillas cortas a la media vuelta, poniéndose pesado con el acero, terminando por rodar sola la res. Escuchó un aviso y palmas al irse a la barrera.
Fermín Rivera llevó al caballo a un toro áspero, donde peleó con poder, causando espectacular tumbo, siendo ovacionado el picador Jorge Alberto Morales. Hubo un muy buen par de banderillas de Yael Sánchez, quien también lució en otro pero los palitroques no quedaron clavados, pasando el juez solo con ese par el tercio.
De muleta estuvo firme ante un toro violento, áspero, que el torero supo domeñar esa acometida, teniendo los mejores momentos cuando toreó con la mano izquierda y el adorno de un desdén. Pasó fatigas con el acero, escuchando algunas palmas al irse a la barrera al pasaportarlo al tercer viaje, con incomprensibles palmas en el arrastre a la res.
Con su segundo no se acomodó del todo con el capote, bregándolo. Recargó en varas el animal, y el torero intentó la faena, pero la res se quedaba corta, se pensaba las embestidas y no se empleaba, así que lo lidió, muy bien, con el reconocimiento de un sector del público. Señaló dos pinchazos antes de cobrar una estocada con habilidad, habiendo algunas palmas.