La incomparable emoción de la bravura
Domingo, 04 Ago 2024
CDMX
Jorge Raúl Nacif | Foto: PM
Dos de los novillos de Atlanga fueron premiados con arrastre lento
Cuando la bravura se hace presente en el ruedo, la emoción que se transmite atrapa de inmediato la atención del tendido y convierte al espectáculo taurino en una puesta en escena donde no cabe la palabra aburrimiento, a cambio de las buenas sensaciones que dejó el encierro de Altanga.
El cuarto novillo "Torerillo" de nombre, puso a la Plaza México en estado de expectación. Desde que salió y se emplazó, dejó entrever que sería exigente y le vendería su vida a precio muy caro al novillero hispano Carlos Domínguez. De bravura seca -pues no era de dulce sino que había que poderle- acometió con fiereza y recorrido a los engaños, empleándose pero sabiendo lo que dejaba atrás.
Y aunque Domínguez no terminó de centrarse, dejó esbozos de su calidad torera y una estética que tiende hacia lo artístico. Cierto, el triunfo no llegó, pero no podemos soslayar que el de Atlanga fue un novillo muy exigente y que requería una muleta poderosa, y el chaval hizo su mayor esfuerzo pese a su poco tino con la espada. La calidad del novillo se premió con arrastre lento.
Ya ante el primero de su lote había dejado constancia de que es un torero que va desarrollando el oficio. Y aunque el ensabanado tenía poco fuelle y recorrido, aunque nobleza a raudales, supo dejarle la muleta retrasada para eslabonar pasajes de calidad, mismos que tal vez lo hubieran premiado con la oreja de no fallar con aceros.
César Fernández "El Quitos" dejó una grata impresión entre la afición de la plaza México, debido a su interesante concepto del toreo, ya que conoce el oficio. A su primero le recetó suaves verónicas y con la muleta planteó un trasteo estructurado en el que brillaron los redondos, aunque el tema no alcanzó para pensar en un trofeo.
El sexto de la tarde tenía movilidad y transmisión aunque cambió de lidia cuando El Quitos fue descubierto por el viento y se tornó un ejemplar con cierta guasa. Firme y luchando contra el viento, el franco-mexicano logró correr la mano con mano y templanza.
Si no logró cosechar una oreja fue porque la estocada un tanto delantera no fue de efectos letales y tuvo que volver a oficiar en la suerte suprema. No obstante, estamos ante un torero muy interesante a las sazones hijo del maestro Roberto Fernández "El Quitos".
El que tuvo una tarde aciaga fue Efrén Cabrera, que se notó inseguro a lo largo del festejo. El primero de su lote no tenía mala condición, pero el torero capitalino anduvo con exceso de precauciones y el publico lo pitó. Al ensabanado que hizo quinto lo recibió con una larga cambiada de rodillas en los medios, pero con la muleta nuevamente se vio sin recursos. Falló con las espadas y fue pitado.
Resulta interesante siempre ver a los jóvenes novilleros ante un ganado de calidad, pues es un filtro inequívoco para identificar a los chicos con cualidades. Y también a aquellos que deben replantearse la vida...
Ficha Ciudad de México.- Plaza México. Cuarta novillada de la Temporada Chica. Menos de un cuarto de entrada (unas tres mil personas) en tarde soleada, con algunas ráfagas de viento. Novillos de Atlanga, bien presentados, desiguales en hechuras, de los que destacaron 4o. y 6o., que fueron premiados con arrastre lento. Pesos: 450, 441, 442, 429, 434 y 444 kilos. Carlos Domínguez (azul noche y oro): División de opiniones tras dos avisos y silencio tras aviso. Efrén Cabrera (azul marino y oro): Pitos tras dos avisos y pitos. César Fernández "El Quitos" (caña y oro con remates negros): Ovación tras aviso y palmas tras aviso. Incidencias: Sobresalió en varas Daniel Morales, que picó con arrojo al 4o. Al final del festejo el ganadero Emilio Rodríguez escuchó palmas. Tras el paseíllo se tributó un minuto de aplausos a la memoria del maestro Paco Camino, fallecido en días pasados.
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